ace unos días se publicó en DIARIO DE NOTICIAS y en Gara una carta firmada por miembros de la Izquierda Abertzale reivindicando el Gernikako arbola como himno de Euskalherria.

Quiero hacer unas consideraciones sobre el paso histórico dado hace unos meses por un grupo de artistas e intelectuales reivindicando lo mismo, habiéndose unido a la reivindicación EKA (Euskalerriko Karlista Alderdia), que fue un paso hacia la acción unitaria de todos los vascos, sin hacer distingos entre sus ideologías ni sus peculiaridades. No decía que unos u otros tenían el monopolio de las ideas ni la exclusividad de su historia. No marcaba diferencias.

No voy a criticar que la Izquierda Abertzale se haya sumado a la reivindicación, sino todo lo contrario, ya que nosotros, los carlistas, siempre hemos considerado que himno era el canto que unía a todos los vascos, con independencia de sus ideas políticas.

Ahora bien, la carta adolece de imprecisiones y de omisiones, que es lo que hay que aclarar.

Peca de autocomplaciente, señalando que era la herencia recibida de algunos de sus ideólogos, y también falta a la verdad cuando hace referencia a las "guerras forales", en vez de designarlas por su verdadero nombre: "guerras carlistas". Cuando mencionan a don Telesforo Monzón, se olvidan que fue uno de los que en 1936 propuso el Gora ta gora como himno de Euzkadi (en cambio, sí me agrada la distinción que hacen en su carta sobre las diferencias entre Euzkadi y Euskalherria). También tengo que reconocer la sintonía del señor Monzón con don Carlos Hugo en el exilio, con actuaciones políticas conjuntas, vigilias en los claustros de la catedral de Bayona en reivindicaciones comunes.

Este año, que se cumple el bicentenario del nacimiento de José Mª Iparraguirre, es también un buen año para aglutinar a todos los vascos en un proyecto común, tener el himno que todos merecemos.

También es el momento de conocer la vida y trayectoria del Bardo, de sus afanes y contradicciones. Al respecto publiqué un artículo en el diario digital elobrero en marzo de este año en el que reivindicaba la figura del mismo desde el punto de vista biográfico, sin omitir lo que como carlista me podía molestar ni hacer hincapié en el pasado gloriosamente militar del Bardo en el ejército carlista.

Cuando Iparraguirre compone en Madrid el Gernikako arbola, lo hace con un espíritu esencialmente fuerista, reivindicativo de los Fueros (que en teoría están en aquel momento vigentes), que ya han sido despojados de su esencia.

Hay que recordar que Iparraguirre se exilia con don Carlos V porque no admite el Abrazo de Vergara. Y que el mencionado abrazo se hizo con la promesa de preservar los Fueros (cosa que se incumplió por el Gobierno centralista de Madrid). Todavía se oía al coronel Iturbe arengando a los batallones guipuzcoanos al grito de: "Paz y Fueros", cuando en las Cortes madrileñas se aprobaba su modificación y su casi extinción.

Qué opinaba Iparraguirre de lo sucedido. Lo mejor lo explica su carta de fecha 1 de septiembre de 1869, dirigida al Ayuntamiento de Urretxu por un tema relacionado con el hijo que había tenido en Alsacia en la década de los cuarenta de aquel siglo, cuando textualmente dice:

"No permita Dios que ninguna lucha sangrienta venga a enlutar nuestras pintorescas montañas, absténganse todo buen español de pronunciamiento sea en sentido carlista o republicano. Emanda zabal zazu munduan frutua. Parece que han comprendido nuestros hermanos de allende del Ebro que también proclamamos los Fueros: el árbol está dando su fruto, y la semilla que se ha esparcido brota".

Cuando Iparraguirre retorna definitivamente de su aventura americana, desembarca en Burdeos, y de allí a Hendaya, y compone su Ara nun diran, en el que dice: "Ara España lur oberican, ez da Europa gustiya".

Los carlistas, y creo que algunos de los firmantes lo comprenderán, porque son hijos y nietos de carlistas, siempre hemos mantenido nuestra postura reivindicativa de los Fueros como uno de los problemas a resolver en el Estado. Es decir, hemos sido y somos confederalistas o partidarios de un Estado federal asimétrico, muy en sintonía con lo que manifestaba a El Diario Vasco Arnaldo Otegi, y publicado el 12 de marzo, un pacto de igual a igual entre Estado y el País Vasco. En sintonía con esto, y como prueba irrefutable de que el carlismo es fuerista o federalista, está la actuación política de don Joquín Beunza Redín, que fue concejal por el Partido Jaimista (así se denominaba entonces a los carlistas, por ser don Jaime hijo de Carlos VII, el Pretendiente), teniente alcalde del Ayuntamiento de Pamplona y diputado por Navarra por la Coalición Católica Fuerista, candidatura que compartió con José Antonio Aguirre Lecube, que también fue elegido diputado por Navarra, participando ambos en el Congreso en lo que se llamó minoría vasco navarra, de la que el señor Beunza fue el portavoz. Este político, autor de la redacción del llamado Estatuto de Estella, incluía a Navarra con el País Vasco en una unidad, llamándole Estado, y personalmente entregó el texto del Estatuto a don Niceto Alcalá Zamora, presidente de la II República. Triste fin tuvo este político carlistga, ya que estando de vacaciones en el balneario de Cestona en julio de 1936, fue apresado, conducido a la cárcel de Ondarreta de San Sebastián, y de allí al fuerte de Guadalupe, en Hondarribia, donde un 4 de septiembre de 1936 fue fusilado por milicianos al servicio de la República, sin juicio alguno, pese a los intentos de Manuel de Irujo de salvarle.

El carlismo, que vive y ha vivido desde 1936 en la semiclandestinidad, y sufrido la más atroz de las persecuciones, el ostracismo, nunca ha renunciado a su fuerismo o federalismo, jurando así los Fueros en Guernica. Don Javier en 1951, en la más absoluta clandestinidad, lo mismo que lo ha hecho su nieto, don Carlos Javier en Iratxe en marzo de 2012 y el 1 de diciembre de 2019 en Valencia, haciendo el juramento de los Fueros de Navarra en euskera y castellano, y los del Reino de Valencia en valenciano.

Por nuestro sentimiento foral o federal cantamos los carlistas, y lo seguiremos cantando, el Gernikako arbola, y nos congratulamos que personas de otras ideologías lo reconozcan como el himno de todos los vascos.