Lo que da de sí una semana. El pasado domingo les decía que a ver con qué nos sorprendía el presidente del Gobierno español tras sus cinco días de retiro espiritual, y dando muestras de nuevo de que el único que conoce a Sánchez es el propio Sánchez, si acaso, no solo proclamaba que se mantenía en el cargo, sino que se erigía como garante de la defensa de la democracia en el Estado.

Sánchez

Parece que Sánchez ha cogido el tranquillo a la comunicación epistolar y ha decidido que sea su medio para dirigirse al pueblo. Ha pasado de la meditación a la sobreexposición, gritando a los cuatro vientos que es el único dique para salvar la democracia frente al “fango” de la derecha, la ultraderecha, los medios a la diestra y parte de la judicatura.

Esta semana volvía a incidir en ello en una carta a la militancia socialista. Tiene su aquel que sea justamente ahora cuando Sánchez ponga el grito en el cielo por algo que, como bien recordaba el portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, no es algo nuevo. Y que alerte contra los peligros de los bulos mientras utiliza uno para criticar que Feijóo había señalado “textualmente” que su mujer debería quedarse en casa sin trabajar, lo cual es falso, es paradigmático. Está bien que se critique y denuncie el empleo de fake news en los medios, lo mismo que es lamentable el uso de mentiras y cambios de opinión, día sí y día también, por parte de políticos de todo signo.

ONU

Pero si Sánchez tiene un problema de credibilidad, Feijóo tiene también lo suyo, sobre todo en los lugares en los que se apoya en Vox para gobernar y los de Abascal dejan su impronta de trazo grueso. 

Así, el gallego se daba de bruces este pasado viernes con un informe del Relator Especial y del Grupo de Trabajo sobre desapariciones forzadas de la Organización de las Naciones Unidas, que solicitaba al Estado adoptar “todas las medidas necesarias para garantizar el estricto respeto de los estándares internacionales de los derechos humanos en materia de preservación de la memoria histórica”, un sopapo en toda regla a las llamadas leyes de “concordia” (sic) de los gobiernos de la Comunitat Valenciana, Aragón y Castilla y León.

Auster

El mundo de las letras está de luto tras el fallecimiento de Paul Auster, uno de los autores más afamados y prestigiosos de las últimas décadas, que nos decía adiós a los 77 años. “Me he pasado la vida entablando conversación con gente que nunca he visto, con personas que jamás conoceré, y así espero seguir hasta el día en que exhale mi último aliento”, señalaba al recoger el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Además de novela, en su magna obra hay poesía, relatos, ensayos o guiones de teatro y de cine, algunos dirigidos por él.

Prego

Ahora que está de actualidad hablar de la labor de los medios es necesario reivindicar, aún más si cabe, la trayectoria periodística de gente como Victoria Prego, que también fallecía esta semana.

En mi caso, fue uno de mis referentes durante mis años de formación. Estos días se ha destacado de ella que fue la periodista que “relató la Transición”, y la acercó de una manera única a la sociedad, también a quienes por aquellos años éramos unos pipiolos y no la vivimos de cerca. 

Sin duda, su nombre forma parte del mejor periodismo de las cuatro últimas décadas con todo el merecimiento.