os Sanfermines y los libros tienen una relación compleja. Por una parte, y contra la creencia de muchos de que, Hemingway aparte, las fiestas de Pamplona apenas son objeto adecuado para la literatura, hay muchos libros directamente vinculados con los Sanfermines. Existe una poco conocida pero amplia literatura sanferminera que se extiende por todos los géneros: ensayo, poesía, teatro, narrativa. Tenemos ensayos que abarcan casi todo el universo sanferminero: historia de las fiestas y de cada uno de sus elementos (toros, peñas, Riau-Riau, música, fuegos artificiales), folklore, sociología, política, cine, derecho, incluso literatura. Y existen muchas más novelas que la archicitada Fiesta, que ni siquiera fue la primera en retratar a los Sanfermines. Tengo catalogadas casi medio centenar en diversas lenguas y de autores de varias nacionalidades, incluso yo soy culpable de haber publicado alguna.

Pero, por otro lado, hay que reconocer que los Sanfermines constituyen una época poco apropiada para la literatura. Son unos días demasiado agitados y ruidosos como para ponerse a leer, ni siquiera dedicamos mucho tiempo a la prensa, más allá de contemplar las fotografías. Lo sé bien después de haber publicado durante años una columna durante los Sanfermines. “Este año no escribes, ¿verdad?”, me suele comentar sin falta gente que asegura haber leído el periódico pero no haber visto mis artículos. Hay quien, piadosamente, promete llevárselos a la playa para leerlos después de las fiestas. Así que, si los Sanfermines están bien presentes en la literatura, la literatura suele estar bien ausente de los Sanfermines, salvo por la ocasional visita de algún laureado escritor que sea agasajado por nuestros munícipes y entrevistado por los medios de comunicación.

Por otra parte, el Ayuntamiento de Pamplona muestra escaso o nulo interés por los libros. Allá por el siglo XIX y principios del XX convocaba certámenes literarios y celebraba juegos florales por las fiestas de San Fermín, actos hace ya mucho periclitados. Entre 1980 y 2000 convocó un concurso periodístico internacional que fue suprimido, sin muchas explicaciones, por una alcaldesa. Pero el resto del año sucede lo mismo. Apenas hace otra contribución al Día del Libro o a la Feria del Libro que ceder el suelo de la plaza del Castillo a los libreros. Hay algunos concursos literarios dirigidos a escolares y escritores principiantes, pero ningún premio con solera y reputación para escritores ya confirmados. En esto es secundado por el Gobierno de Navarra que, a diferencia de otras comunidades autónomas, carece de un premio literario con prestigio; el discretísimo premio a la creación literaria que concedía no se convoca desde 2015. Quién tuviera por estos pagos un premio con brillo como el Café Gijón (del Ayuntamiento de Gijón, aunque el café esté en Madrid) o el Ciudad de Getafe de novela negra. Las menguantes publicaciones municipales también son de una abrumadora modestia, no presumen de ellas ni siquiera en la página web del Ayuntamiento y llevan un siglo reducidas a los mismos temas. Por cierto, muchos en aquella magnífica Colección breve temas pamploneses que falleció con el siglo XX. Ni siquiera se presta demasiada atención a los Sanfermines, hace años de la última vez que el Ayuntamiento publicó un libro al respecto. Esto viene de tiempo atrás; obras clásicas y monumentales como Historia de los Sanfermines o Pamplona: Calles y barrios fueron, en su día, editadas y pagadas por el propio autor, el doctor Arazuri.

Este año de 2021, que de nuevo nos quedamos sin Sanfermines, tenemos la oportunidad de llenar parte del hueco que nos dejan las fiestas con libros. Es estupendo que el Ayuntamiento haya previsto una programación cultural denominada ¡Viva Pamplona Viva! que, según informa, “incluirá más de 400 actividades de todo tipo”. Una pintiparada ocasión para que sean, realmente, “de todo tipo”, y contemple también la literatura. Muy bien lo del ajedrez, la hípica, los kilikis y todo lo demás que nos prometen para tenernos entretenidos todo el verano. Pero, igual que van a sacar a las calles y parques el teatro, la música, el deporte, por aquello de que es más seguro el aire libre frente al virus, quizás se podían sacar también los libros. Estoy seguro de que las librerías, las editoriales, los escritores y muchos lectores estarían encantados de colaborar para apañar el programa con una sección que podría titularse ¡Vivan los libros vivos! En fin, una modesta sugerencia que, igual, no es necesaria porque los responsables municipales ya estén pensando en ello.