l día 4 de mayo, el conjunto de la izquierda hemos sufrido en Madrid una derrota incuestionable. La derecha ha crecido siete puntos, y con un nivel altísimo de participación, por encima del 76%, cuando desde 1995 no se alcanzaba el 70%.

Llega la hora de los análisis, y lo último que debemos hacer la izquierda transformadora es engañarnos a nosotros mismos. Lo que ha sucedido en Madrid va a tener consecuencias evidentes en el conjunto de España, podemos engañarnos haciendo referencias a la especificidad del "ecosistema madrileño", pero el resultado coloca al PP en un escenario en el que fagocitando al electorado de Ciudadanos, verá un aumento en escaños muy superior a los 10 actuales de Cs. Por cierto, con una ley electoral injusta que el PSOE se niega a cambiar.

Ha ganado la derecha al mismo tiempo que la ultraderecha crece, poco, pero crece. Y hemos perdido ante una candidata descarnadamente ultraliberal, que no solo practica el neoliberalismo, sino que lo defiende abiertamente. Y ello en un contexto en el que la izquierda participamos en un gobierno por primera vez desde 1977.

Lo fiábamos casi todo a lograr un aumento de participación, pero la participación ha crecido de forma importante, pero con un evidente sesgo de clase.

En distritos como Salamanca, Retiro, Chamartín, Fuencarral, Majadahonda, Boadilla, Pozuelo, la participación ha sido de entre un 81 y 85%.

Salvo en Rivas Vaciamadrid con con un 82%, Puente Vallecas y Usera han votado un 66 y 67%, Carabanchel un 69%, el resto del sur de Madrid ha rondado el 70/73%.

Unidas Podemos ha, hemos, obtenido un 7,2%, menor que el obtenido por IU en 2007 y 2011, un 8,9 y un 9,6%. Todo ello tras la desaparición en Galicia y malos resultados en Euskadi, Navarra.

Esto es lo que hay y sobre lo que tenemos que comenzar a reconstruir la izquierda, sin tirarnos los trastos a la cabeza pero sin temer a la confrontación de ideas.

Debemos comenzar a reconstruir un proyecto político y una nueva organización y nuevos liderazgos. La retirada de Pablo Iglesias, que abandona la política con dignidad, ha devenido en necesaria pero no suficiente. Debemos ser muy exigentes con los nuevos liderazgos porque los poderes mediáticos estarán ya preparando la operación de acoso y derribo contra ellas. Operación de acoso y derribo que ha tenido un evidente éxito en el caso de Pablo Iglesias, bien que con la ayuda inestimable de importantes errores suyos.

Pero, sobre todo, debemos a comenzar a construir organización. Sin arrumbar, ni mucho menos a las organizaciones ya existentes, debemos superar la actual situación de Unidas Podemos, que debe dejar de ser una mera maquinaria electoral. Es hora de que la militancia de IU, de POdemos y de quien se quiera unir, seamos capaces de mirarnos a la cara, superar el pasado y construir una organización.

Porque no hay soluciones simples para superar la actual situación, pero creo evidente que debemos superar conceptos vagos como inscritos, partícipes... para animarnos a convertirnos en militantes. Y eso, porque una de las tareas a las que debemos dedicarnos con paciencia y con tenacidad es a reconstruir un tejido social y organizativo en nuestros barrios y pueblos. Solo desde ahí podremos hacer frente a esa lluvia fina que ha ido calando y que ha conseguido que nos derroten en el terreno de las ideas.

En estos dos próximos años, debemos tratar de generar un mínimo de ilusión, para lo que hay que exigir al gobierno que comience, más pronto que tarde a cumplir fielmente el programa de gobierno, y esto lo debemos hacer desde el propio gobierno, desde las instituciones y desde la calle cuando sea necesario, por ejemplo con las pensiones. Seguro que desde sectores del PSOE en el gobierno utilizan esta derrota para descafeinar lo mejor del programa de gobierno de coalición. A los Escrivá y Calviño, ni agua.

Y combatir al fascismo. VOX ha pasado de un 1,2% en 2015 a un 9,1%. Ha subido, poco pero de forma sostenida en los distritos y pueblos donde gana la izquierda, obteniendo en esos distritos por encima del 7%. Debemos ser enérgicos y contundentes, pero inteligentes.

Desde hace tiempo hemos colaborado en una cierta banalización del fascismo al utilizar la palabra fascista sin ningún rigor, sirviendo de insulto fácil. Combatir al fascismo no es solo declararse antifascista, se combate al fascismo en el terreno de las ideas y también desde la calle, pero no debemos confundir la movilización con las algaradas, que nos han apartado de sectores populares, algaradas protagonizadas, en parte, por grupos que pasan de las organizaciones de izquierdas y que jamás nos votan. En España, como ya lo ha conseguido Le Pen en Francia, van a tratar de ocultar sus rasgos más duros y de penetrar así en la clase obrera. Los sindicatos, ¿dónde han estado estos días?, tienen una enorme responsabilidad.

Debemos ser capaces de presentar un proyecto de país, un proyecto de profundización democrática, una República Federal, un proyecto que se distinga con claridad de los proyectos nacionalistas, aunque seguiremos trabajando con quienes de ellos se reclaman de la izquierda.

Sirvan estas líneas escritas de forma apresurada como aportación a un debate que debemos comenzar ya.

El autor es profesor de Historia jubilado

Hemos perdido ante una candidata descarnadamente ultraliberal, que no solo practica el neoliberalismo, sino que lo defiende abiertamente

Combatir el fascismo no es solo declararse antifascista, se combate al fascismo en el terreno de las ideas y también desde la calle