esde el Programa Suspertu observamos cómo la pandemia por la covid-19 y las medidas que las autoridades han ido tomando durante este último año se han ido instalando en el día a día de los/as adolescentes cambiando la manera en la que se están enfrentando a esa etapa tan delicada de sus vidas.

Esta nueva normalidad se contrapone a las necesidades y características propias de los/as adolescentes: propensión a la búsqueda de experiencias y sensaciones nuevas, a mantener una actitud distante y menos afectuosa con su familia y tener un mayor apego a sus iguales, querer cambiar las normas, ser rebeldes, eludir responsabilidades impuestas y tomar decisiones siguiendo sus propios criterios para reforzar su identidad.

Cuando estos/as se quejan de la falta de libertad, de que se les está robando la adolescencia, muchas personas se llevan las manos a la cabeza exclamando lo narcisistas o egoístas que son, pero, seamos sinceras, en ocasiones el proceso de aprendizaje de un/a adolescente tiene que ver con una interiorización de ciertas normativas, y esto, como personas adultas, sabemos que no siempre es fácil. No es que no se preocupen por el resto, es que, por el momento evolutivo en el que se encuentran, no les corresponde hacerlo. Y aun así, ha sido de admirar todo el esfuerzo que han hecho para sobrellevar esta pandemia de la forma más responsable posible.

Desde Suspertu creemos que a pesar de que han sido muchos los aspectos que han cambiado la vida de los/as jóvenes durante esta época han podido demostrar una gran capacidad de adaptación.

Por una parte, han tenido que estar dos meses encerrados en casa con su familia, algo que hubiera sido antinatural e impensable para otras generaciones. Por otra, han tenido que aprender a seguir las clases y hacer exámenes a través de una pantalla, además de lo que supone a nivel relacional y social no poder interactuar en clase con otros/as compañeros/as. También han tenido que buscar nuevas formas de disfrutar el ocio y así lo han hecho.

Asimismo, es necesario señalar un aspecto positivo de la situación que estamos viviendo: las políticas de prevención ambiental que de manera indirecta han afectado al acercamiento y a las conductas relacionadas con las drogas y los juegos de azar por parte de los/as menores.

Muchos/as de ellos/as están en la media de edad en la que se comienza a experimentar con el alcohol. Esta introducción al alcohol se solía dar hasta ahora en festivales o en fiestas populares que durante esta pandemia no se han podido realizar.

Está demostrado que cuanto más tardía sea la edad en la que se comienza a consumir drogas y a tener conductas de riesgo menor es el riesgo que pueden llegar a suponer.

Los/as adolescentes llevan un año esperando este verano, el momento en el que puedan hacer todo lo que no han podido hasta ahora. La contención que les ha brindado la pandemia les ha protegido, pero si ahora las personas adultas que tienen como referentes no les ayudan mediante límites a tomar decisiones de forma reflexiva, la cantidad de conductas de riesgo que se pueden dar son de gran peligro.

De hecho, estas últimas semanas el número de noticias de jóvenes accidentados/as e intoxicados/as ha sido muy alarmante, y creo que debemos tomarlo como un aviso de que algo no estamos haciendo bien.

Obviamente, los/as adolescentes van a querer salir todo lo que no han salido hasta ahora, y es normal. Son los padres/madres o figuras referentes quienes tienen la responsabilidad de limitar dichas salidas.

Creo que todos/as estaremos de acuerdo en que el hecho de que hayan estado sin salir hasta ahora no justifica un descontrol de horarios y conductas este verano.

Para organizar el desconfinamiento del año pasado el gobierno decidió utilizar como herramienta de contención una desescalada progresiva. ¿Por qué no hacer algo parecido con nuestros/as adolescentes?

Es importante que las figuras parentales/marentales sean a la vez firmes y cercanas, que mantengan un equilibrio entre la imposición de límites y el cuidado de la relación:

Por una parte, seria de ayuda para los/as más jóvenes que los horarios de llegada fueran aumentando progresivamente dependiendo del grado de responsabilidad que demuestran en cada salida, es decir, que haya un congruencia entre la confianza que se les da y la responsabilidad que demuestran. Por otra parte, sería igual de importante hablar con los/as mismos/as del riesgo que conlleva el consumo de alcohol y otras drogas, explicarles que pueden y deben contar con ellos/as si hay algún problema o algo sucede, poder acompañarles en ese proceso de decidir cuál es el tipo de ocio que quieren y hacerles ver las consecuencias de cada una de estas decisiones.

*La autora es psicóloga del Programa Suspertu