n junio prometí volver a escribir en septiembre para concretar lo importante en el mundo de la educación y de la enseñanza no universitaria. Sentía el deseo de abordar, en estos dos últimos años de legislatura, un debate abierto sobre aspectos que fueron dejados de lado cuando en julio de 2019 se redactó el Acuerdo programático que sumó los votos parlamentarios necesarios y suficientes para la investidura de Maria Chivite como presidenta del tercer Gobierno de coalición.

Hablando de sumar, el primer aspecto que quiero destacar como importante es la firma de un Pacto por la Educación que permita romper el bucle en el que estamos metidos desde la transición. Porque no me negarán que los sucesivos gobiernos de PSN y UPN no han logrado nunca tal acuerdo. Por eso no avanzamos. En el Estado ha sucedido lo mismo. Cambios ha habido. No es que estemos paralizados. Pero los cambios legislativos, ¿han traído mejora?

En ese Pacto debería figurar como primer objetivo la gratuidad de la enseñanza obligatoria. Ahora mismo no lo es. En segundo lugar la concreción de un currículo estable, de mínimos, que permita conocer la necesidad real de profesorado y la titulación exigida. Esto es imprescindible para una buena planificación y eficiencia del sistema. En tercer lugar la forma de contratación y de acceso a la función pública docente. No es razonable que el profesorado de colegios privados concertados reciba su salario por parte de la Administración pública no siendo contratados por ésta sino por la patronal de esos colegios.

En un segundo plano estaría la jornada escolar, las condiciones de trabajo de los docentes, el absentismo escolar y el abandono prematuro de las aulas sin titulaciones que permitan acceder al cada vez más complejo mercado laboral.

Hablando de Mercado, con mayúsculas, opino que mercantilizar la educación es la raíz de la mayor parte de los problemas que nos acechan. Hace más de 30 años que el Gobierno del Estado español, en poder entonces del PSOE, se planteó esta cruda realidad. Se hablaba entonces del riesgo de que el neoliberalismo mercadeara con lo más importante, la educación y la formación técnica de las nuevas generaciones. Que eso ha ocurrido desde la llegada del PP al Gobierno en la primavera de 1996 no es una hipótesis sino una evidencia, tan clara como que desde 2015 las cosas van cambiando.

La pandemia de la covid-19 nos está permitiendo conocer esta realidad. Ciertos sectores de la sociedad están muy preocupados por la reactivación económica. No es el chocolate del loro, como suele decirse, el dinero que las familias gastan en comedores escolares, servicios de transporte y actividades extraescolares. Estas actividades son ajenas al hecho educativo, no deberían condicionar la jornada de estudio, pero sí condicionan la salud y la vida de los jóvenes, escolarizados desde unos pocos meses hasta los veintitantos años..

A mi entender, los grandes intereses que hay de por medio están ejerciendo una presión exagerada sobre el Gobierno. Eso explicaría el error cometido por el Departamento de Educación al modificar el Protocolo para este curso tras la reunión de salud mantenida en Madrid a finales de agosto. No se puede venir el 6 de septiembre con cambios sobre un documento que a finales de mayo había dado las pautas correctas para que las direcciones de los colegios planificaran este difícil curso escolar que acaba de comenzar. Así que habrá que pedir a sindicatos, Apymas y alumnado que se apliquen en su trabajo y que asuman los papeles, el rol, que a cada uno le pertenece en pro del éxito del sistema.

Sin menosprecio de las pequeñas cosas que ocupan buena parte de la prensa e informativos diarios en radio y televisión, hemos de sentarnos con tranquilidad para ofrecer en 2023 un acuerdo previo de Gobierno de coalición. Hablo del antes de acudir a las urnas. Sin perjuicio de que cada partido o agrupación política presente su propio programa de Gobierno por si ganara con mayoría absoluta. Es la esencia de la democracia. La desafección política de la ciudadanía, en cualquier tramo de edad con derecho a voto, es un obstáculo para romper el bucle.

Acabo. ¿No creen ustedes que la escuela mercantilizada no hace sino segregar? ¿No les parece que la separación por idiomas, género, es sólo la punta del iceberg? ¿No piensan que a veces la extrema defensa de la libertad nos conduce a la desigualdad social?

El autor es profesor jubilado

Quiero destacar la firma de un

Pacto por la Educación que permita romper el bucle en el que estamos metidos desde la transición

Hablando de Mercado, opino que mercantilizar la educación es la raíz de la mayor parte de los problemas que nos acechan