egún el borrador de decreto que regula los criterios de conocimiento del euskera en la Administración, esta lengua no será tenida en cuenta como merecimiento en la zona no vascófona, y en la zona mixta solo se considerará en algunos puestos de trabajo. Esto es, mientras que hay posibilidad de valorar el conocimiento del alemán o el francés, al euskera no se le dará esa oportunidad, lo que constituye un grave ataque contra el derecho de toda persona a ser atendida en euskera en la Administración navarra. En tanto lengua propia de la Comunidad Foral, nos resulta incomprensible a quienes tenemos apego por el euskera; incomprensible y ofensivo.

Este decreto supone un retroceso en la normalización del euskera. El partido de Chivite está cómodo con el decreto puesto que, al no haber optado por el euskera, la derecha y la ultraderecha no se han soliviantado. Además, tampoco parece que le provoque contradicción ideológica alguna. Más que por estrategia electoral, este decreto tiene su justificación en principios que recuerdan al viejo régimen, cuya sombra se atisba de manera notable cuando se trata de la cuestión lingüística. El PSN solo cuenta con once parlamentarios, pero también en esta materia se le deja gobernar como si tuviera mayoría absoluta.

Es necesario movilizarse para tratar de condicionar a los partidos políticos. Como socios de gobierno, Geroa Bai y Podemos no deberían aceptar que se imponga la voluntad del PSN. También EH Bildu tiene algo que decir al respecto, ya que apoya al gobierno y ha acordado sus presupuestos en los últimos años. Sabemos que si hay voluntad política el euskera puede tener otro reconocimiento. El gobierno de Uxue Barkos aprobó un Decreto del Euskera en 2017 que, con sus limitaciones, recogía mejoras que no se habían producido en mucho tiempo. ELA estimó que era el momento propicio para sacar adelante una ley que hubiera acabado con la zonificación, pero el Gobierno no trabajó el consenso como se hubiera requerido, sobre todo por la resistencia que opuso Izquierda-Ezkerra. Sin embargo, ELA dio valor a los avances que hubo, y fue el único sindicato que votó a favor del Decreto.

Por la vía judicial UGT y AFAPNA consiguieron derogar varios artículos del Decreto en 2019. Han pasado dos años y medio, pero no ha entrado en vigor ningún nuevo decreto, y el borrador presentado ahora minusvalora el conocimiento del euskera. Las responsabilidades políticas están ahí, y ELA incidirá todo lo posible en ello como sindicato comprometido con el euskera. Pero como navarros, euskaldunes y euskaltzales, estamos preocupados y preocupadas. Una gran parte de la sociedad navarra acepta este menosprecio hacia el euskera. Ante una normativa que pone obstáculos a la normalización lingüística, no existe una percepción colectiva de la vulneración de derechos y, en consecuencia, tampoco una movilización masiva. No obstante, los intentos de avanzar en el reconocimiento de los derechos lingüísticos (como el planteamiento de lista única en Educación o el reconocimiento del euskera como mérito en la zona no vascófona) han dado lugar a respuestas muy agresivas.

Históricamente, el nacionalismo español ha convertido el euskera en núcleo del conflicto político. La lengua se ha utilizado como arma política. Igualmente, los poderes económicos y mediáticos han empleado el euskera para confrontar, lo que ha condicionado el proceso ideológico de muchas navarras y navarros. Por supuesto, nos hemos visto obligados y obligadas a responder cuando se atacaba al euskera, también ahora. Pero los euskaltzales deberíamos reflexionar sobre el modo de responder y, más en general, sobre las estrategias de que disponemos para lograr el reconocimiento que se merece el euskera. Si queremos que se respeten los derechos lingüísticos de toda la población navarra, no podemos limitar nuestras iniciativas a reaccionar ante determinadas decisiones políticas. No fuimos nosotros y nosotras quienes decidieron convertir al euskera en objeto de conflicto; no somos responsables de ello. Pero sí que nos corresponde a todas y todos los euskaltzales llevar a nuestra lengua más allá del conflicto. Mientras no lo hagamos toda la gente a la que gustaría ver el euskera en un museo estará tranquila.

Por ello, el compromiso asumido por ELA con el euskera tiene diversas dimensiones; por un lado, impulsaremos movilizaciones en defensa de la lengua y presionaremos a los partidos políticos en la calle. Por otro, estamos tomando en el sindicato medidas internas para que el euskera esté presente en las relaciones formales e informales del día a día, y nos proponemos conseguirlo también en los centros de trabajo de Navarra, fomentando planes de euskera o peleando por el reconocimiento del derecho a aprenderlo. Además, somos partícipes y actores de las iniciativas que están surgiendo para vivir en euskera, porque aquí somos muchos y muchas quienes queremos disfrutar libremente de nuestra vida cotidiana en euskera. Creemos que, a partir de estos compromisos, la gente que ve el euskera como amenaza podrá empezar a verla como oportunidad.

El autor es responsable de ELA en el sector público