as plazas son uno de los espacios más importantes de nuestras ciudades, espacios lúdicos, de encuentro, en los que se visibilizan también los conflictos y la protesta, como sucederá este próximo sábado 9 de abril. Será a las 18:00, en la Plaza del Castillo, haciéndonos eco de una oleada mundial de movilización contra la guerra y en favor de la insumisión, la deserción y la desmilitarización social. Una oleada necesaria para protestar contra un orden mundial y una política de la guerra que no solamente destroza hogares y vidas en Ucrania, sino que está situando al mundo al borde del abismo.

Seguimos con indignación y dolor las imágenes que nos llegan desde Ucrania, imágenes que nos recuerdan a otros escenarios lejanos en los que en los últimos años se están bombardeando ciudades (Siria, Yemen, Palestina...) y a otros más cercanos, el Bidasoa o el Mediterráneo, donde mueren al año miles de personas tratando de huir de la guerra. Nos recuerdan también a nuestro propio pasado. “Todo esto me recuerda lo que contaba mi madre de cómo pasamos a Francia y nos ingresaron en un campo de concentración, cuando yo apenas tenía un año”, decía hace poco uno de los niños de la guerra del 36 al ver las noticias sobre Ucrania en televisión.

Ese dolor, esa máquina de sufrimiento, se dirige en el caso de Ucrania desde Moscú, desde un régimen cada vez más autocrático y autoritario. La guerra, además, ha generado preocupantes dinámicas de militarización y sufrimiento en Ucrania también, con el fortalecimiento de las milicias neonazis y el agudizamiento de la violencia en una zona, el Donbás, que ya llevaba en guerra desde 2014. La disidencia interna y la protesta contra la guerra se criminaliza desde Moscú y desde Kiev, los desertores son castigados con diferentes penas y las minorías son desprovistas de sus derechos culturales y políticos.

Sin embargo, nuestra indignación y nuestra protesta, al tiempo que reclama el fin de la guerra y la retirada de las tropas de ocupación, tiene que levantar un poco la mirada, para entender que esta invasión es una nueva muestra de políticas militaristas que, bajo discursos de alabanza a la seguridad, no hacen sino generar nuevos peligros, sufrimientos y daños globales.

La OTAN emprendió desde los años noventa un proceso de ampliación hacia el este que despreciaba abiertamente la idea de una seguridad compartida en Europa, incluyendo a la nueva Rusia, y aprovechaba la ocasión para lanzar la idea de una victoria total y humillante en la guerra fría. Junto a eso, las potencias occidentales han lanzado (entrenándose en más de una ocasión en las Bardenas) guerras e intervenciones militares por todo el planeta en defensa de sus intereses, sostenidas por un despilfarro económico que genera pobreza y miseria también en Navarra, y que podría ser utilizado en tareas mucho más útiles socialmente, como la reciente pandemia ha vuelto a mostrar. Y junto a eso, la construcción de una Europa fortaleza que condena a muerte a miles de personas que intentan llegar a ella, y un apartheid social a millones de personas migrantes que, una vez llegadas, viven despojadas de derechos políticos y sociales.

Frente a este orden mundial militarizado, frente a la OTAN, uno de sus máximos valedores, y frente a las ambiciones imperialistas de Putin, queremos unirnos a una ola de protesta que se va a visibilizar en varias ciudades (Iruñea, Bilbao, Zaragoza, Barcelona, Albacete, Granollers, etcétera) este 9 de abril con el lema Insumisión a las guerras. Frente a la militarización de territorios, sociedades y cuerpos, defendemos la necesidad de superar un orden capitalista y patriarcal que genera continuamente desigualdades, injusticias y sufrimientos, y para ello seguimos reclamando el valor de la desobediencia civil no violenta.

Por eso, este sábado pasaremos de la plaza al parque denunciando el papel de los ejércitos de todo mundo, empezando por el más cercano, y reclamando la necesidad de convertir castillos y máquinas de guerra en espacios desmilitarizados, en espacios de fiesta e insumisión.

Los autores son: Saul Arangibel Reinaldos, Gaizka Aranguren Urroz, Lander Aurrekoetxea Ezkurdia, Aitor Balbas Ruiz, Juan Kruz Lakasta Zubero, Fernando Mendiola Gonzalo, Daniel Mihura Garate, Sergio Salinas Ariz (Activistas antimilitaristas e insumisos presos en la cárcel de Pamplona)