l 27 de mayo de 2023 se celebrarán elecciones locales y forales. Quiere eso decir que queda menos de un año de legislatura, ya que el 3 de abril de 2023 quedará disuelto el Parlamento de Navarra con la convocatoria electoral. Contando vacaciones y la tramitación de Presupuestos, poco tiempo le queda para ir cerrando expedientes; a mí me preocupa y apena que vaya a quedar una tarea pendiente que no se ha querido abordar: la reforma del Mapa Local.

En la pasada legislatura se aprobó la Ley Foral 4/2019, de 4 de febrero, de Reforma de la Administración Local de Navarra, que preveía la creación de comarcas como nuevos entes locales. La reforma era muy razonable y consecuencia del debate de varias legislaturas anteriores sobre el tan necesario nuevo Mapa Local. Acertadamente, se evitó el error reiterado durante siglo y medio de identificar reforma del Mapa Local con la falsa solución de suprimir o fusionar municipios y concejos, y se centró en el ámbito supramunicipal. El nuevo Mapa Local que se proponía atendía simultáneamente a dos exigencias aparentemente contradictorias: la eficiencia en la prestación de los servicios públicos locales, que reclama entidades locales más grandes, y la democracia y la participación ciudadana, que requieren acercar los centros de decisión a la ciudadanía en entidades más reducidas y desaconseja reducir el número de municipios. La creación de entes comarcales constituiría una medida de ordenación y racionalización del actual e ineficiente mapa de mancomunidades y agrupaciones y podrían servir, también, como demarcación territorial para las políticas sectoriales y los servicios de la Administración de la Comunidad Foral, logrando un desarrollo más equilibrado y equitativo.

La reforma tenía otra virtud, no se lanzó desde el Gobierno de Navarra una propuesta unilateral y cerrada, como hizo UPN en 2012 en un proyecto que caducó con la legislatura, sin buscar previamente el consenso entre fuerzas políticas y entidades locales. El proyecto de ley foral que envió en 2018 el Gobierno al Parlamento provenía de un largo debate, en el doble plano técnico y político, tanto sobre planta local como sobre competencias y financiación en el que participó mucha gente (departamentos del Gobierno de Navarra, entidades locales, grupos políticos, expertos).

El Mapa Comarcal no suponía un ataque a la autonomía local, sino todo lo contrario. La opción no es defender la autonomía de cada municipio frente a órganos supramunicipales que amenazan su identidad, sino hacerla realidad a través de entidades locales con capacidad de ejercerla. Frente al municipio menor de edad y que sigue teniendo una enorme dependencia del Gobierno de Navarra, se posibilitaba avanzar hacia un municipio sostenible, que ejerza por sí mismo las competencias que puede abordar con eficacia, que ejerza conjuntamente con otros las competencias que exigen un ámbito comarcal y que cuente, además, con el apoyo de servicios comunes comarcales.

La reforma del Mapa Local tuvo un problema: se hizo por mayoría absoluta pero con el voto en contra de UPN y PSN, entonces en la oposición, porque les tocaba decir que no a todo. Recuerdo que cuando fui parlamentario, en un debate presupuestario, el portavoz de la mayoría me dijo: “Esta enmienda no la entiendo, pero por si acaso la vamos a votar en contra”. Uno de los muchos vicios de la democracia; al rival ni se le escucha, ni se intenta debatir, da igual lo que proponga. Si tienes mayoría, aplicas el rodillo; si estás en minoría, te opones a todo. Se impone el cortoplacismo a ultranza y la campaña electoral permanente.

En el programa de Gobierno que pactó en 2019 el PSN con Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra, alegando “que una ley de estas características necesita un amplio consenso político que salve cualquier legislatura y tesitura política”, se acordó la prórroga de los plazos marcados para la ejecución de la Ley Foral 4/2019 hasta el 31 de diciembre de 2020, “con posibilidad de nueva prórroga si se considera necesario hasta el 31 de diciembre de 2021”. Nada se ha hecho. Ni siquiera ampliar la prórroga para aparentar que se está trabajando. No ha habido la menor voluntad por parte del partido de la presidenta María Chivite de abandonar aquel no porque no. Tampoco se ha ofrecido ninguna alternativa. Parece que se prefiere seguir parcheando una Administración Local fragmentada, débil y dependiente, por muchos cantos que se hagan a la autonomía local, antes que abordar una reforma de verdad y aplicar una ley que sigue vigente y que, en teoría, obliga a nuestros gobernantes mientras no se derogue. Una lástima y un incumplimiento legal y político que apuntar en el debe de este Gobierno.

Se evitó el error reiterado durante siglo y medio de identificar reforma del Mapa Local con la falsa solución de suprimir o fusionar municipios

Se posibilitaba avanzar hacia un municipio sostenible, que ejerza por sí mismo las competencias que puede abordar con eficacia

No necesito insistir en que en Podemos Ahal Dugu tenemos muy claro que queremos todos los modelos lingüísticos en todos los colegios