Soplan vientos veraniegos, intensos, distintos, después de una pandemia que nos llegó a mostrar lo frágil que somos los seres humanos, y, sobre todo, cuánto nos falta por aprender para aceptarnos y respetarnos tal como somos. Se nota ya cómo todo vuelve a la normalidad y retornamos a viejas prácticas como si nada hubiera pasado, muy a pesar de las pérdidas y aunque sigamos usando mascarillas en muchos ámbitos. ¿Será qué no aprendemos? ¿…Será?

El pasado día de la Diversidad Cultural, el 21 de mayo, me hice eco de una rima que expresaba la semejanza que tenemos los seres humanos, y el empeño de distinguirnos a pesar de todo. Terminaba la rima con estas palabras: somos iguales, somos diferentes. ¡Cuánto sentido tienen estas palabras! Nos dejan una valiosa reflexión sobre la necesidad de aceptarnos tal cual somos, vengamos de donde vengamos y estemos donde estemos.

Ya llegan los Sanfermines, y muchos inmigrantes que sentimos la fiesta como nuestra tras vivirla y compartirla durante años como parte importante en nuestro complejo proceso de adaptación e integración social, recordamos nuestras luchas en la visibilización de nuestra cultura, de las fiestas, duelos y celebraciones que llevamos por dentro. Hemos dado grandes pasos avanzando en nuestros propósitos, y específicamente en el año 2017, donde a pesar de las diferencias políticas trabajamos de la mano de un Ayuntamiento que no se quedaba solo en palabras sino que llegó más allá, a lo esperado, a aceptarnos como iguales, a escuchar nuestras demandas, y aunado al petitorio de la Unión Europea y su ambiciosa Agenda 2030, donde se pone en valor el significado de la riqueza cultural de los pueblos y su impacto positivo en el entorno donde se desenvuelven, entre otras cosas relevantes a nivel mundial, avanzamos. En concreto, logramos el espacio para la Diversidad Cultural de Pamplona en el parque de Antoniutti y la kalejira de las Culturas en el marco de las fiestas grandes de nuestra ciudad de acogida, Pamplona/Iruñea.

Contribuyendo así a enriquecer el rostro multicultural y cosmopolita de la ciudad. Vinieron los años siguientes, 2018 y 2019, y fuimos afianzado espacios. Nunca los caminos son fáciles. Pusimos nuestro mayor esfuerzo colectivo, sobrepasamos las múltiples barreras y lo logramos. Nos sentíamos entusiasmados. Vino la pandemia, con sus cifras de luto y luchas, con todas sus restricciones que nos llenaron de incertidumbre, obligando a muchos al encierro en nuestras casas. Sus consecuencias han sido nefastas en buena medida para toda la sociedad, tanto económicamente como en lo relativo a la salud mental. Sin embargo, ya llega San Fermín, al fin volveremos, está en el pensamiento colectivo. Y es ahí donde vienen las contradicciones, desde una administración que por un lado pregona el valor de la diversidad como un símbolo de su gestión, y por el otro lado la expulsa de los espacios públicos ganados con lucha, esfuerzo, trabajo digno y absoluta convicción a colectivos de inmigrantes.

Un Ayuntamiento que tiene las mismas áreas de trabajo pero con otros actores, que a la vista no son coherentes con sus palabras y sus acciones. Por un lado tenemos un área de Cultura que se muestra ciega-sorda, y sobre todo muda para dar respuestas coherentes a los petitorios. Intenta imponer sus criterios con la sentencia “es lo que hay”. Un área de participación ciudadana que nos expresa su pesar por lo que nos acontece y cuando tiene la oportunidad de representarnos (como lo es el pleno de Comisión de Asuntos Ciudadanos) nos da la espalda y vota en contra al respeto de nuestros derechos a la participación ciudadana.

Sepan ustedes, servidores públicos, que representan a la colectividad de Pamplona, no solo a un sector político. De eso se trata ser persona y ser un buen político. Nos preguntamos si realmente creen que son eternos, o que no lo tomaremos en cuenta. No se equivoquen, todo es causal y los efectos ya están aquí. De eso se trata la democracia, de lograr el consenso colectivo y entendernos como iguales. No está de más que siendo ciudadana venezolana y navarrica de hecho y de derecho, le exija a esta Administración coherencia en sus acciones: a María García Barberena y Jorge Urdánoz (concejal y director del área de Cultura), al mismo Fernando Sesma (concejal de Educación, Participación y Juventud del Ayuntamiento de Pamplona) y al director del área de Seguridad Ciudadana, Patxi Fernández, quien parece ser en estos momentos el único responsable de la cesión de espacios en SF2022. Y de igual manera a la máxima autoridad del Ayuntamiento de Pamplona, Enrique Maya.

No se trata de un simple contratiempo, se trata de que nos han quitado, negado, un espacio ganado con muchos años de trabajo. Ese es nuestro más auténtico sentir, y aunque nos sigan sorprendiendo sus declaraciones, que ante todo nos parecen sesgadas y discriminatorias, nuestra música se oirá aquí y allí en Sanfermines. Aunque pretendan “controlar la música que sonará en el centro de Sanfermines”, otra expresión desafortunada de parte de la Sra. García Barberena, estamos seguros que todo pasará y ustedes también.

Nosotros, que venimos de allá, que estamos aquí también, somos los de siempre, iguales y diferentes como todos ustedes, y mantendremos nuestros reclamos ante la gestión de este Ayuntamiento de Pamplona por la discriminación a los colectivos que hacen labor social en esta ciudad en general, reinvindicando nuestro derecho a la participación ciudadana.

Gora San Fermin, nosotros también los viviremos!

*Colectivos de diversidad cultural