Como cada año, hoy 11 de julio, celebramos el Día Mundial de la Población, una jornada marcada en el calendario para reflexionar ante los retos demográficos que tienen Navarra y el mundo para las próximas décadas.

El Día Mundial de la Población fue proclamado en el año 1989, cuando la Tierra superaba los cinco mil millones de habitantes. Fue por iniciativa del Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Su objetivo primordial fue crear conciencia en relación a todas las problemáticas que en la actualidad afectan a la población del mundo, sobre todo en asuntos relacionados con el crecimiento, sostenibilidad y desarrollo de los pueblos.

En este sentido, Navarra enfrenta una natalidad a la baja, tendencia que aumenta en los últimos años. Si nos comparamos ahora con el año 2010 se muestra un descenso de un 25,7%, según el estudio de Movimiento Natural de la Población elaborado por el Instituto de Estadística de Navarra.

Esta tendencia no es algo exclusivo de Navarra, en el caso del Estado español, estamos ante el segundo de la UE con la tasa de fertilidad más baja, sólo por detrás de Malta y el segundo con la edad media de madres primerizas más elevado.

En resumen, ya conocemos que la pirámide poblacional se está invirtiendo hace tiempo en casi toda Europa: población envejecida y baja natalidad. Desde el terreno de la política sí debemos reflexionar: ¿Hay ayudas económicas y fiscales suficientes para las familias? ¿Hay empleos de calidad y estables para que los/as jóvenes se animen a formar una familia?

Además de analizar las causas debemos analizar las consecuencias de estas tendencias: en Navarra existe –por suerte– una elevada esperanza de vida, que unida a una baja natalidad obliga a reflexionar a lo igual que en el Estado sobre el sistema de pensiones. La actual coyuntura demográfica nos lleva a que sea habitual leer que en el Congreso o en los Consejos de Ministros se habla sobre la revalorización de las pensiones y el llamado factor de sostenibilidad. Sin embargo, las dudas sobre la sostenibilidad del sistema persisten con una sociedad envejecida.

Estamos ante un reto con mayúsculas. En este sentido, el envejecimiento de nuestra sociedad, así como de la mayoría de países desarrollados supone en sí mismo una espada de Damocles para los sistemas de Seguridad Social.

El principal efecto que pone en peligro la sostenibilidad de las cuentas del Sistema es la progresiva pérdida de población en edad de trabajar, unido a un avance del número de pensionistas dependientes económicamente del Estado, provocando un quebranto del modelo de caja de reparto y solidaridad intergeneracional instaurado desde la transición.

Europa es un territorio evidentemente pequeño si lo comparamos con la dimensión del planeta. Y los retos demográficos globales no son iguales en cada zona de nuestro mundo, hay países donde la natalidad aumenta, en países de ingresos bajos, donde las mujeres no tienen acceso a métodos anticonceptivos y donde se dificulta cualquier intento de planificación familiar. Hay zonas que ofrecen una foto muy diferente a la vieja Europa.

En realidad, se espera que la población mundial aumente en dos mil millones de personas, de cerca de los 7.700 millones actuales a 9.700 millones en 2050. Durante este período, se prevé que la población mundial será cada vez más urbana, con los cambios que ello conllevará.

Se prevé que, de aquí a 2050, la mitad del crecimiento de la población mundial se originará en solo 9 países, a saber: India, Nigeria, Pakistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzanía, Indonesia, Egipto y los Estados Unidos de América (en orden decreciente). Es probable que la población del África Subsahariana se duplique.

Según Naciones Unidas, entretanto, “hay movimientos de población. Si bien el porcentaje de migrantes internacionales se ha mantenido en torno al 3 % del total de la población mundial durante los últimos veinte años, desde el 2000 la cifra ha aumentado en más de la mitad. Al mismo tiempo, el número de personas que se han visto obligadas a huir de sus hogares ha aumentado considerablemente debido a los conflictos prolongados y podría seguir aumentando debido al cambio climático y la degradación ambiental”.

Como vemos, los datos arrojan luz y son claros, nuestro futuro, seguramente el de Europa, pasa por la migración, esa a la que tantas veces maltratamos y discriminamos, esa que cuida de nuestros/as mayores, levanta nuestros campos, que trabajan en precario muchas veces y que pagan nuestras pensiones. Los retos demográficos serán retos con mayúsculas en la Navarra y Europa de las próximas décadas.

El autor es antropólogo social, enfermero y burukide de EAJ-PNV Nafarroa