Tras más de un siglo desde su apertura, conocíamos a principios de este año la noticia del cierre del histórico Café Roch. Contencioso en los tribunales, salida de los últimos inquilinos, cruce público de acusaciones, requerimientos al ayuntamiento…

Con el objetivo de dar a conocer su versión de lo acontecido, la familia propietaria del local ha aprovechado la coyuntura Sanferminera para, quizá por última vez, abrir las puertas de su establecimiento. Allí, han permanecido Mari Carmen e Iñaki recogiendo firmas e invitando a unas cervezas a las personas que se han acercado a saludar y a interesarse por todo lo sucedido. En lo alto, sin nadie que repare en él pero observando la singular escena, un viejo conocido de la ciudad: el monumental rótulo de madera realizado artesanalmente con sus preciosa grafía art déco en hierro forjado pintada de color rojo, anunciando el emblemático bar pamplonés; Café Roch fundado en 1898.

Al ver de nuevo cerradas las puertas del histórico Roch, surge otra vez la preocupación sobre el futuro de esa fabulosa rotulación, ya que si el cierre se convierte en algo definitivo pierde su función publicitaria original, quedando su presencia ciertamente comprometida.

Desde la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico, asociación creada en 2020 y que aúna diversas iniciativas locales en la lucha por la salvaguarda y protección de estos elementos patrimoniales, insistimos una vez más en su preservación, ya que junto al tipo de establecimiento que representa, tiendas y negocios de siempre, aportan a las ciudades ese atractivo y personalidad propia que, a la postre, las hace diferente a las de su entorno. Pamplona no sería la misma sin el fantástico letrero del desaparecido Hotel Cisne de la plaza del Castillo, sin el bellísimo rótulo curvado de la Droguería López de la calle San Miguel, el panel cerámico con el bibendum de Michelin del barrio de San Juan o el rótulo de la Camisería Camino diseñado por Víctor Eusa. Todas estas rotulaciones, más allá de la diversidad de épocas, estilos o materiales empleados en su realización, comparten su valor estético o su innegable fuerza evocadora. Son rótulos que, en muchos casos, se convierten en seña de identidad de un lugar.

Este patrimonio, que por otra parte es tan frágil y pasa tan desapercibido, posee desgraciadamente otro elemento en común: su absoluta desprotección, al carecer, en general, de salvaguarda institucional específica. Es decir, puede llegar el día en el que estos rótulos nombrados acaben en un anticuario, en Walapop o compartiendo espacio en el contenedor junto a otros letreros de comercios emblemáticos de la capital Navarra que por desgracia ya son historia.

Recordemos, por ejemplo, la sobria y elegante rotulación, casi centenaria, que indicaba la antigua Casa de Socorro de la calle Alhóndiga. Era un panel cerámico compuesto por cincuenta azulejos de color verde botella con un precioso texto en relieve. Realizado en tipografía art déco y producido en cerámica riojana de Logroño. Su destino fue la escombrera.

En cuanto a la rotulación del Café Roch su situación es diferente, al tratarse uno de los escasísimos ejemplos en los que la protección del local se extiende de forma específica a su rotulación. Según recoge el catálogo de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Pamplona, “la protección del local (Café Roch) se extiende a todos los elementos del mobiliario y a la rotulación originales que aparecen formando parte del diseño del conjunto”.

En tiempos de franquicias, compras online y aplanamiento de la imagen de las ciudades, rótulos como el del Café Roch cobran un especial protagonismo, no solo como pieza única de la gráfica comercial, si no también por tratarse de un signo identitario de la ciudad. Desde la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico además de celebrar su inclusión en el catálogo municipal, nos alegra saber que cuenta también con la protección de la familia propietaria, descendientes del fundador del histórico establecimiento, y, en general, con la de todas las personas que seguramente se alarmaron al conocer la noticia del abrupto cierre del histórico local.

No podría ser de otra manera, ya que tanto el Café Roch como su irremplazable rótulo son, por derecho propio, parte del patrimonio de la ciudad.

El autor es miembro de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico