Vivimos en una sociedad constitucionalmente aconfesional en la que conviven diferentes razas y religiones aunque todos profesemos ser de nación vasca.

Aunque todos seamos iguales ante la ley, sin embargo las instituciones cuidan los intereses de los grupos sociales que hacen presión y que, por lo tanto, fuerzan que sus intereses no caigan en desafección. Así los jóvenes forzaron a las instituciones el que crearan fórmulas de matrimonio civil y lo consiguieron. También los mayores forzamos todos los lunes con una repetida manifestación conseguir el mantenimiento de las pensiones. Por lo tanto, la sociedad en general pretende ser oída en su reclamación de que las instituciones creen la fórmula de los funerales aconfesionales.

Matrimonio civil es el matrimonio que se contrae, formaliza e inscribe ante las autoridades civiles (registro civil, administración pública, jueces o autoridades municipales) y no siguiendo el rito de una religión concreta: católica, protestante, musulmana, judía, etcétera, es decir, en un matrimonio religioso.

El matrimonio civil responde a una voluntad de separar la institución del matrimonio de la influencia de las instituciones religiosas, ejerciendo de este modo la separación de Iglesia y Estado. Al finalizar la ceremonia se entrega el libro de familia, que es un documento con el cual se demuestra dicha unión conyugal y se registran otros acontecimientos como los nacimientos y adopciones de hijos, la defunción de uno de los integrantes de la familia, etcétera.

En España el matrimonio civil estuvo prohibido desde 1564 a 1870, siendo el matrimonio religioso el único considerado legítimo. A partir de 1875 el matrimonio civil fue considerado algo excepcional, pero legal. Durante la Segunda República, de 1931 a 1939, con el establecimiento de la aconfesionalidad del Estado, se adoptó un sistema de matrimonio civil obligatorio. En 1939, con el franquismo, se consideraron nulos los matrimonios civiles que habían tenido lugar durante el periodo republicano. Con la Constitución de 1978, que establece de nuevo la aconfesionalidad del Estado, dejó de ser necesario certificar el abandono de la Iglesia para poder contraer matrimonio civil. Es una manifestación más de la secularización de la sociedad y que se sitúa en el contexto de los cambios sociales de la familia.

Así como los jóvenes han conseguido una institución civil para el matrimonio, los mayores, y en general toda la sociedad, busca asentar una institución que asegure una ceremonia civil aconfesional para el despido de la vida tras la muerte.

Queremos y exigimos que en todos los ayuntamientos se instaure un lugar y una ceremonia civil que haga patente ante la sociedad el despido definitivo y social del difunto, que no quiso para él mismo una ceremonia religiosa porque así lo manifestó en el documento de sus últimas voluntades.

E igualmente pedimos y exigimos que los medios de comunicación sean aconfesionales en la confección y notificación de las esquelas de los difuntos y difuntas, de modo que no se les aplique inconscientemente y contra la aconfesionalidad del estado, la plantilla de que murieron después de recibir los santos sacramentos y de haber recibido la bendición apostólica de su santidad.

En San Sebastián, una campaña anterior para que se concediera un lugar digno para los actos funerarios civiles consiguió que el Ayuntamiento señalara un local de Cristina Enea. El Ayuntamiento llegó a firmar en 2019 con la fundación Cristina Enea un convenio para propiciar estos actos de despedida en un edificio anexo al palacio del Duque de Mandas que luego el mismo consistorio subvenciona. Igualmente se pensó en la contratación de un maestro de ceremonias subvencionado por el mismo ayuntamiento, funcionario que no se logró designar ni contratar. Pero socialmente hablando el fruto de este convenio ha sido ridículo porque sólo ha acogido cuatro funerales civiles en tres años. El no uso de este local está demostrando que el lugar escogido no es socialmente apto. Los partidos políticos presentes en el consistorio ya han caído en la cuenta que la solución que propusieron no es socialmente apta. Como no fueron otros intentos  históricos. En el año 2015, bajo el mandato del alcalde Juan Karlos Izagirre (Bildu), el Ejecutivo local propuso que estas despedidas civiles se desarrollasen en la iglesia de Zorroaga, pero su patronato rechazó la cesión. Luego se optó por el palacio de Aiete, que hubo que desestimar por los problemas de accesibilidad al edificio. En estos años algunos tanatorios privados y otros edificios han servido para estas ceremonias.

Los mayores, y en general toda la sociedad, formula una reclamación más general, ya que todo consistorio municipal, así como acude con el servicio de un concejal a los matrimonios civiles, del mismo modo debe satisfacer las exigencias de aquellos ciudadanos que en su testamento vital y en sus últimas voluntades han manifestado que quieren ser tratados con dignidad, después de muertos, en una ceremonia civil. l

El autor es catedrático senior de Universidad