El 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental, con este día se pretende anualmente poner de manifiesto la necesidad de visibilizar y prestar más atención a un aspecto global de la salud que, sobre todo en el pasado, no ha dispuesto del espacio y recursos que requiere.

Es urgente que todos/as adquiramos un compromiso conjunto con la salud mental y el bienestar emocional de niños, niñas y adolescentes.

Como define la OMS: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” y este hecho ha quedado en evidencia en los últimos años por el impacto mundial que la pandemia del covid 19 está teniendo en la salud mental de la población mundial, en especial, en la infancia y la adolescencia.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo, una de cada siete personas jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno mental.

En Navarra la última Encuesta Social y de Condiciones de Vida Año 2021, tras la pandemia, revela un incremento del porcentaje de personas de 15 a 29 años con sentimiento de “bajo bienestar general”, del 13,3% en 2017 al 26,8% en 2021; y también en el mismo rango de edad, un aumento de más de puntos del porcentaje de personas que creen necesitar atención en salud mental (8,1% en 2017 a 10,7% en 2021).

Por otra parte, de acuerdo con las estimaciones mundiales del Estudio de Carga Global de Enfermedad de la Universidad de Washington, recogidos en el informe Estado Mundial de la Infancia 2021 de Unicef, la prevalencia en España de problemas de salud mental diagnosticados en las y los adolescentes de 10-19 años es del 20,8%. Este dato contrasta, de acuerdo con este mismo estudio, con el 16,3% para la Unión Europea y el 13,2% a nivel global.

El mismo informe establece, que más del 13% de los y las adolescentes de 10 a 19 años padecen un trastorno mental. También se señala que la ansiedad y la depresión representan alrededor del 40% de estos problemas de salud mental, y a esto hay que sumar el malestar psicosocial de niñas, niños y jóvenes que no alcanza el nivel de trastorno mental, pero que perturba su vida, su salud y sus expectativas de futuro.

Estos datos para Unicef España son muy preocupantes y por todo ello, estamos trabajando junto a distintas instituciones en el ámbito de la salud mental en la infancia, y las principales recomendaciones para posibilitar la búsqueda de soluciones ponen el foco en cuatro ámbitos prioritarios:

INVERSIÓN

Una inversión suficiente para las acciones clave para infancia, que incluye el Plan de Acción de Salud Mental 2022-2024, incrementando la disponibilidad de recursos especializados que aseguren una atención de calidad a los niños, niñas y adolescentes que lo necesiten, tanto a nivel hospitalario, como en la atención primaria.

REFORZAR EL ROL DE LOS CENTROS EDUCATIVOS

Dar protagonismo a los centros educativos en la promoción del bienestar emocional del alumnado, con énfasis en las funciones que debe desplegar la figura de/la coordinadora de Bienestar y Protección, prevista tanto en la Ley de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la violencia, como la nueva Ley Orgánica de Educación (LOMLOE).

APOYAR A LAS FAMILIAS

Reforzar los programas de parentalidad positiva y apoyo a la crianza que ofrezcan herramientas y acompañamiento de las familias para contribuir al bienestar emocional de sus hijos/as, a la detección precoz de los problemas de salud mental y a la prevención de la negligencia y los abusos.

PROMOVER EL FINAL DEL ESTIGMA Y LA DISCRIMINACIÓN

Campañas de salud pública que promuevan la salud mental y el bienestar emocional de los niños, niñas y adolescentes incorporando la perspectiva de género y combatiendo el estigma y la discriminación de los que padecen algún problema de salud mental diagnosticado.

Sé que puede parecer de ilusos al ritmo que va el incumplimiento constante para alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenible, (ODS), pero quiero recordar, que precisamente la Agenda 2030 incluyó entre sus metas en concreto la 3.4: “Para 2030 reducir en un tercio la mortalidad prematura, por enfermedades no transmisibles mediante la prevención y el tratamiento y promover la salud mental y el bienestar”.

Y por último, escuchemos a los niños, niñas y adolescentes, abramos el espacio de conversación pública, esto ayudará a terminar con los estigmas, apoyemos a las familias y personas cuidadoras para que puedan comprender mejor sus necesidades, garanticemos que las escuelas apoyan la salud mental y sean entornos protectores del bienestar emocional.

En resumen, aseguremos que todos los sectores, incluyendo los servicios de salud, cuentan con la inversión suficiente para el acompañamiento, la prevención y la atención en salud mental, empecemos poniendo el foco en los niños, niñas y adolescentes que están en condiciones de mayor vulnerabilidad.

El autor es presidente del Comité de Unicef Navarra