Por tercera vez en el año 2022, en este caso el 19 de diciembre, nos reunimos un pequeño grupo de personas respondiendo a la convocatoria de una iniciativa que el Foro Gogoa está poniendo en marcha este curso llamada Espacios de Encuentro Post Conferencia. Se trataba de debatir sobre los temas expuestos por Cristina Inogés Sanz, teóloga, en la conferencia del día 30 de noviembre, en el salón Loyola, en un acto compartido entre dicho salón, Capuchinos San Antonio y el propio Foro Gogoa, sobre el momento que está viviendo la Iglesia católica con la iniciativa del Sínodo y las respuestas que se están recabando de laicas y laicos en la llamada fase diocesana.

Las personas que asistimos a esa reunión post conferencia nos expresamos con libertad y trasparencia. Uno de los temas que se puso encima de la mesa fue el comentario de Cristina sobre la “escucha activa”, propuesta que la conferenciante nos invitó a seguir en la desalentadora tarea de la democratización de las instituciones eclesiales.

No tardó mucho en expresarse un cierto sentimiento de frustración de algunas de las personas asistentes a la conferencia cuando Cristina hizo referencia a que las estructuras eclesiales no iban a cambiar o tardarían mucho en hacerlo. También se hizo mención, en relación con el tema anterior, a lo insólito y desafortunado del gesto de “no participación” de ningún seminario de España en dicho proceso sinodal. Si los futuros pastores de la Iglesia que se están formando ahora para acompañar a la feligresía en el futuro no tienen interés alguno en este proceso de democratización, ¿qué podemos esperar?

Uno de los temas que más preocupación nos suscitaba en relación con las posibilidades de cambio era el fuerte clericalismo que impera en la Iglesia y que se utiliza por parte del clero como un instrumento para marcar distancias, para mantener dos clases de personas que ellos hacen de difícil reconciliación: las consagrados y las no consagrados.

No podemos negar que el pesimismo imperaba en el diálogo, pero surgió con fuerza la figura de Francisco, nuestro Papa, que, en opinión de algunas personas nos demanda el compromiso de que el laicado le ayudemos en este momento, más allá, incluso, de lo que le ayuda (o tal vez le entorpece) la propia estructura de la Iglesia.

Entendíamos que la estrategia que Francisco nos invita a poner en marcha es un movimiento que surja de abajo y empuje todas las estructuras, sin descanso, especialmente exigiendo que las conclusiones de la fase diocesana se implanten en todas las iglesias del mundo y, en nuestro caso, como objetivo directo, en las de nuestra diócesis.

En este sentido, las personas presentes asumimos el compromiso de empujar este cambio desde la posición de cada una, conscientes de que el proceso será lento. También se comentó lo que supondría de ayuda el que llegase algún tipo de instrucción desde Roma a todas las iglesias.

A las personas laicas nos toca implicarnos un poco más. Tengamos en cuenta que el ochenta por ciento del laicado en la Iglesia son mujeres. Por ello, tal vez deberíamos hablar más de laicas que de laicos y apoyar que sean ellas las que vayan ocupando puestos de responsabilidad en la jerarquía y las instituciones.

Así, hablando de ministerios reales y necesarios, debería seguirse el ejemplo que están dando muchas mujeres en la Amazonía, por ejemplo, donde están asumiendo ministerios de gran importancia y visibilidad. Alguna de las personas presentes resaltó este aspecto vivido por ella en primera persona.

Se hizo también mención al hecho de que algunas propuestas concretas de la diócesis de Navarra no han llegado al documento de síntesis, posiblemente porque muchas partes del clero no se han implicado o se han mostrado totalmente en contra de esas propuestas, pero algunas de ellas han surgido en otras partes del mundo, lo que ha posibilitado que aflorasen en las conclusiones generales.

Las personas asistentes compartimos la importancia que para nosotras tiene volver la mirada a Jesús de Nazaret, verdadera referencia a seguir. Desde esa posición, hemos querido manifestar en esta carta nuestra posición y nuestra apuesta:

1.- Que las laicas y laicos debemos tener voz en las instituciones eclesiales y debemos ser escuchadas, de modo que nuestras opiniones cuenten en la toma de decisiones de todo tipo en las comunidades a las que pertenecemos.

2.- Que deben ser reconocidas las funciones y servicios prestados por las mujeres en las parroquias y que se las debe visibilizar frente a la comunidad, entre otras cosas, invitándolas a participar en los Consejos Pastorales.

3.- Que se debe propiciar que los grupos y comunidades de laicas y laicos participen activamente en las celebraciones.

4.- Que los arciprestazgos deben ser un espacio también para laicas y laicos, representando a sus comunidades y parroquias, al tiempo que se disminuye la presencia del clero.

5.- Que estos procesos de cambio deben llegar a los medios de comunicación, cambiando las noticias de iglesia en el sentido de que lo tradicional deje espacio para lo nuevo que viene. l

Firman este artículo: Alberto Lafarga, Mayka Araiz, Alfonso Leonardo Aguinaga, Blanca García de Eulate, Roberto Oiz, Alicia Martinicorena e Isidoro Parra, en nombre del Grupo Espacios de Encuentro Post Conferencia Foro Gogoa