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Elogio de la política útil

Elogio de la política útilIñaki Porto

En demasiadas ocasiones se traslada una realidad política centrada en la crispación y la confrontación. Unos hechos que son aumentados exponencialmente en su repercusión debido a la era de la inmediatez mediática y el uso de las redes sociales en la que estamos inmersos. El disenso, sin duda, vende mucho más que el consenso. Pero es sobre la base de los acuerdos en donde una sociedad crece, avanza y progresa. Y esto último es lo que, honestamente, está ocurriendo en la Comunidad Foral de Navarra.

Navarra cerró el año 2022 con la aprobación, de nuevo, de la Ley Foral de Presupuestos Generales de Navarra del año 2023, culminando así una legislatura en la que se han aprobado todas las leyes presupuestarias. No es cuestión menor, estamos hablando de la normativa que, por definición, permite la implementación de las distintas políticas públicas en forma de inversiones para nuestra económica, políticas activas de empleo, fortalecimiento de nuestros servicios públicos o iniciativas de cohesión social o territorial, entre otras.

Está siendo una legislatura propicia en acuerdos y consensos. Además de las cuatro leyes presupuestarias, habría que sumar el casi centenar de iniciativas normativas aprobadas en el Parlamento de Navarra, fruto del diálogo entre el Gobierno de Navarra y las distintas formaciones políticas que así lo han querido, dotando así de estabilidad institucional a la Comunidad Foral. Estabilidad institucional de la que se beneficia directamente el conjunto de la ciudadanía navarra. Toda ella, independientemente de su sensibilidad política.

Leyes como las mencionadas presupuestarias o las de medidas fiscales, los distintos decretos-ley foral de ayudas a diferentes colectivos y capas de la sociedad, la nueva Ley de Cambio Climático, la nueva de financiación local que garantía la viabilidad de nuestras entidades locales, la Ley Foral de Vivienda, la de Estabilización del Empleo Público hasta ahora temporal, la Ley Foral de Justicia Restaurativa, Mediación y Practicas Restaurativas Comunitarias, Ley Foral Reguladora del Estatuto de las Personas Consumidoras, la Ley Foral de Atención a las Personas con Discapacidad en Navarra y garantía de sus derechos, la Ley Foral por el que se aprueba el Texto Consolidado de la Compilación del Derecho Civil Foral de Navarra o Fuero Nuevo de Navarra o Ley Foral de Atención y Protección a niños, niñas y adolescentes y de promoción de sus familias, derechos e igualdad, son algunos de los ejemplos de acción política en positivo de la presente legislatura.

La presidenta Chivite ha reiterado en numerosas ocasiones que el hecho de ser un gobierno en minoría parlamentaria no ha impedido el implementar políticas para la mayoría social, gobernando para todos y todas, sí, pero priorizando a aquellos colectivos de la ciudadanía que conforman lo que podemos denominar clases medias y trabajadoras, las que sustentan específicamente el modelo de sociedad en el que este gobierno y su presidenta se ven especialmente reflejados: fomentando el crecimiento económico y el empleo, la redistribución de recursos y los esfuerzos a través fundamentalmente de la fiscalidad, fortaleciendo los servicios públicos y garantizando la igualdad de oportunidades. Desde una perspectiva no solo de respeto sino de reivindicación de la pluralidad de la sociedad navarra.

En un contexto político y mediático en donde lo que más resalta en ocasiones es más la excepción (el desacuerdo) que la regla (el acuerdo), Navarra, en una legislatura muy compleja derivada de retos como la gestión de la pandemia y sus consecuencias socioeconómicas así como de la guerra de Ucrania, se ha evidenciado que es posible seguir progresando y avanzando.

No, no es un buenísimo político el descrito. La reivindicación, el debate o el disenso son imprescindibles y necesarias en una sociedad madura democráticamente, pero siempre tratando de buscar el bien común, es decir, asumiendo que en un contexto de pluralidad como en el que vivimos no podemos fijar verdades absolutas, sino demostrar desde la firmeza en principios capacidad de empatía y flexibilidad a la hora de seguir avanzando en su consecución.

En los años venideros esta debe ser la dinámica de aquellos y aquellas llamados y llamadas a gestionar los restos que tenemos marcados como sociedad. En las distintas gobernanzas existentes en la mismas. No ya solo las estrictamente gubernamentales o institucionales, sino de también desde todos los niveles de la sociedad donde existen capacidades de gestión y decisión.

Las sociedades democráticas maduras son aquellas que son capaces de generar más libertades, más derechos y más convivencia. Convivencia basada no solo en el respeto a la pluralidad sino en ver en esta nuestro mayor potencial, la que nos permite extraer las mejores propuestas del diálogo y el debate previo.

Tenemos que reivindicar y practicar así más y mejor democracia, la que fortalece nuestras instituciones, legitimándolas, reflejándonos y respetando las reglas otorgadas entre todas y todas y para todos y todas. Y así achicaremos el espacio a prácticas extremistas que, desde la crispación, primero, la deslegitimación del que no opina en el mismo sentido, en segundo lugar, deriva en un cuestionamiento de la pluralidad fomentado la uniformidad y, con ello, del espacio de derechos y libertades que nos hemos dotado.

Reivindicar, en definitiva, la práctica de la buena política. La del respeto, el debate con argumentos, la del planteamiento honesto de las posiciones respectivas, pero con actitud de escucha –y asunción– de las posiciones ajenas. Para ceder, para sumar, para acordar. Para, en definitiva, convivir y progresar.

El autor es vicepresidente y consejero de Presidencia, Igualdad, Función Pública e Interior del Gobierno de Navarra