Con nueve palestinos muertos en una incursión del ejército israelí en el campamento de refugiados en Jenin –palestinos expulsados de sus hogares en Palestina en 1948, el actual Israel– y siete colonos israelíes muertos en la parte de Jerusalén ocupada en 1967 en dos días, Palestina ha tenido una escalada de violencia no vista desde hace tiempo. Según opiniones importantes en Europa, entre ellas una editorial del diario francés Le Monde: “Para salir del estancamiento político y las violencias, el vínculo entre ocupación/apartheid y violencia debe reconocerse en lugar de oscurecerse mediante la denuncia del uso del terrorismo.”

Ante este estallido de violencia, las llamadas a la calma de Washington y de otras capitales en la Unión Europea van acompañadas de la invocación de la solución de dos estados para poner fin a esta violencia que parece interminable. Lamentablemente, la posibilidad de un Estado palestino viable en Cisjordania y Gaza se ha desvanecido hace mucho tiempo por falta de un alto a la colonización israelí en Cisjordania, que está carcomiendo incansablemente el territorio que debería haber constituido un Estado palestino. Además, por falta de acción de estas capitales que toleran, sin ninguna sanción en contra, que Israel practique impunemente la colonización por derecho divino y el apartheid en territorios ilegalmente ocupados durante 55 años. Eso es vergonzoso e incomprensible.

De derecha política a izquierda con pocas excepciones, el proyecto israelí consiste ahora en encerrar a los palestinos de los territorios ocupados para la eternidad en guetos (Área A de Cisjordania, 20% del total de su superficie) y en Gaza bajo bloqueo. Del mismo modo, se trata de seguir asentando a cientos de miles de colonos en los territorios ocupados. Los estados demócratas no pueden dejar al estado israelí libre para hacer lo que quiera, incluyendo colonizar, oprimir perpetuamente y encerrar a la población palestina indefensa llevando el problema a una degeneración explosiva. Se deben cuestionar las características de la estrategia israelí (¿un Estado judío israelí en toda Palestina histórica?) y las consecuencias del laissez-faire pro-israelí (¿un laissez-faire sin consecuencias?). En otros asuntos, se habla sobre la moralidad y el derecho internacional y se ponen los medios, incluso militares, para tratar de llevarlo a cabo.

Como el conflicto ha estado presente durante mucho tiempo, algunos afirman que es imposible e inútil saber cómo comenzó el conflicto y, consecuentemente, encontrar una solución. Sin embargo, para cualquier problema tienes que conocer su historial. Aquí la respuesta es simple: en 1917 los partidarios del proyecto israelí tuvieron el apoyo del ocupante británico, que era de facto un opresor de los palestinos, para establecer un Estado exclusivo para los judíos en un territorio donde el 93% de la población era palestina, musulmana o cristiana, en vez de un Estado democrático con derechos iguales para todos, independientemente de su religión o raza. Por lo tanto, la causa del conflicto es la elección de los partidarios del proyecto israelí de tratar a los palestinos como individuos sin derechos, inexistentes, como enemigos de su proyecto. Muchos lamentan no encontrar ninguna solución. Sin embargo, mientras no se sancione la colonización israelí, la sociedad israelí no tendrá ninguna razón para cambiar su política y, por lo tanto, renunciar a la colonización (en la historia de la humanidad, toda colonización ha sido sinónimo de conflicto).

Un Estado es un proyecto político. El proyecto israelí tal como fue construido/pensado, excluyendo y oprimiendo a los palestinos, y tal como se perpetúa, nunca será considerado legítimo por todos aquellos que tienen un mínimo de pensamiento crítico. Cuando un proyecto es dañino para otros debe ser modificado (el apartheid sudafricano era un proyecto dañino, ha sido modificado).

Para combatir el racismo y el apartheid es necesario ofrecer un objetivo positivo, un valor positivo. Este objetivo positivo, este valor positivo es la igualdad. Criticar la política israelí sin promover el objetivo de igualdad es condenarlo al malentendido, a la desmovilización y de hecho al fracaso. “Igualdad o nada” con razón escribió Edward Saïd. Los palestinos tienen derecho también a vivir en paz en su tierra con todos los derechos civiles y políticos.

Lo único que podría cambiar la opinión de la población israelí sobre la cuestión palestina es una campaña internacional de sanciones contra el Estado israelí mientras oprima a los palestinos (si la sociedad israelí no quiere ser boicoteada, sólo tiene que dejar de oprimir a los palestinos). Fue el método de sanciones lo que permitió a los partidarios del apartheid sudafricano cambiar de opinión. Este método llevaría a los israelíes a admitir que el trato dispensado a los palestinos no es apropiado y conseguirá la paz en esta tierra del mensaje de la paz.

El autor es catedrático universitario jubilado