Accidentes laborales y enfermedades profesionales
Me gustaría que todo el mundo supiera las atrocidades que sufrimos los transportistas autónomos durante el periodo que comprende nuestra vida laboral. En primer lugar, empezaré por el accidente in itinere, que es el accidente que puede tener un trabajador al ir o al volver de su lugar de trabajo y que está catalogado como accidente laboral. Pero al transportista, como todo el mundo sabe, no se nos reconoce tal cosa. Se ve que no somos trabajadores.
Si hablamos de accidente laboral, éste es aquel que se produce cuando un trabajador está llevando a cabo su actividad profesional. Pero en este caso, a nosotros, los transportistas, de nuevo nos marginan, y un accidente, mientras conducimos nuestro camión, es considerado un accidente de tráfico en lugar de un accidente laboral. Esto es un auténtico escándalo y conlleva un agravio comparativo con el resto de los trabajadores. En treinta años, ni los políticos de turno ni el Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC) (salvadores de sus propios intereses), han hecho nada por solucionarlo, cuando toda persona medianamente razonable entiende que sería de sentido común hacerlo. Los transportistas tenemos derecho a trabajar en igualdad de condiciones respecto al resto de profesiones, y además sería una bonita manera de hacer atractiva la profesión.
Pero esto no es todo, ahora vienen las enfermedades profesionales. En esta categoría se incluyen las enfermedades comunes que un trabajador puede contraer como consecuencia de la realización de sus tareas, además de enfermedades como el estrés o la depresión. Como es bien sabido, los transportistas estamos sometidos a una vida sedentaria que compaginamos con comidas totalmente descompaginadas. Los efectos son: obesidad, colesterol, hipertensión, mala circulación. apneas del sueño y todo tipo de dolores relacionados con la espalda que en muchos casos son irreversibles y causan minusvalías jamás pensadas por un trabajador.
Pero todo esto y mucho más se queda en el tintero y tanto los políticos como el CNTC se quejan de que no hay chóferes, cuando son ellos los que con su comportamiento están acabando con el transportista autónomo. No solo es el tema del dinero, que también. Hacer una profesión atractiva implica bastantes argumentos, como equipararnos a todos los trabajadores en todas y cada una de estas reivindicaciones (que yo sepa, de momento sólo nos hemos equiparado a la hora de tributar).
Por ello, desde aquí les pido que tengan la delicadeza de trabajar por el bien de todos teniendo en cuenta el valor humano de la situación. Que intenten ponerse a la cabeza del problema, ya que ponerse una venda en los ojos no sirve de nada. Mientras la profesión va degradándose poco a poco, la inoperancia de unos pocos la pagamos muchos. Hay suficientes argumentos como para no estar parados, por eso espero y deseo que el nuevo gobierno que salga de las urnas sea un poquito más condescendiente con la vida real de sus ciudadanos y plasme en el papel todo lo vociferado en campaña electoral, asumiendo desde el primer día sus responsabilidades como poder ejecutivo, arropado, como no podía ser de otra manera, por el poder legislativo.
El autor es vicepresidente de Tradisna (Asociación de Transportistas de Navarra)