Recientemente la Sociedad de Estudios Vascos/Eusko Ikaskuntza ha publicado el estudio Diversidad y convivencia en Navarra. El euskera y las identidades nacionales, fruto de varios años de trabajo y en el que han participado especialistas de varios ámbitos e ideologías. El eje que lo articula es la necesidad de fortalecer la conciencia de la pluralidad y su valor y, al mismo tiempo, reconocer la vulnerabilidad del euskera en Navarra. 

La Ley que regula el uso del euskera en nuestra comunidad es del 1986, resultado directo del amejoramiento de Fuero Navarro (LORAFNA). Como secuencia de ello se introdujo la zonificación 1982, en 2017 se cambio la denominación la “Ley del Vascuence” por la “Ley del Euskera”, y en la actualidad estamos ahí.

El castellano y el euskera son lenguas propias de Navarra. Los idiomas son depositarios de una tradición, aunque su función principal es la comunicación. El conflicto es a veces inevitable, pero la tónica general debería ser el respeto y la convivencia. Y claro: no se puede respetar lo que no se conoce en absoluto. 

Al día de hoy el euskera tiene un respaldo institucional limitado a la denominada zona vascófona. En las demás zonas de Navarra, las personas que desean aprenderlo se encuentran con dificultades y, a menudo, no se valora su conocimiento cuando buscan trabajo, cuando sí se tienen en cuenta el inglés, el francés o, incluso, el alemán. La vigente Ley Foral del Vascuence impedía la oferta de enseñanza pública en el modelo D (íntegramente en euskera) en gran parte de Navarra. Tal carencia fue felizmente corregida por la modificación de tal ley en 2014, siempre que haya demanda suficiente. Ahora es el momento para empezar a crear consensos que permitan en un futuro previsible la extensión del modelo A (el euskera como asignatura) en los programas educativos de la Comunidad Foral, a fin de que todo el alumnado tenga un conocimiento básico del vascuence, como tiene de otros idiomas. 

Como señala el mencionado estudio, hasta ahora el choque entre identidades no nos han permitido avanzar hacia ese nuevo consenso que la lengua vasca precisa en Navarra. El nacionalismo español se ha caracterizado por poner trabas a los derechos de los vascohablantes. Por su parte, la estrategia del nacionalismo vasco ha consistido en identificar la lengua con un proyecto político y considerar su oficialidad en toda Navarra como un derecho absoluto e irrenunciable.  

Navarra precisa de una tercera vía que supere los maximalismos. Más allá de las identidades nacionales, todas respetables, muchas personas que hablamos habitualmente en euskera y que trabajamos a favor de la lengua deseamos una paz lingüística en nuestra comunidad. El estudio de Eusko Ikaskuntza constituye un buen punto de partida para ello. Los partidos políticos que representan a la ciudadanía navarra deberían tomar nota.