En febrero de este año fue aprobada la ley de bienestar animal que vela engañosamente por el bienestar animal. A mi entender, está redactada por cierto fanatismo circulante en las redes y propaganda difundida por internet.

Sus consecuencias van a ser nefastas para personas amantes de los animales y a ellos mismos, a las que añorarán la mano y cuidados de sus dueños. Animales decomisados por Seprona y otros cuerpos de seguridad podrán acabar muertos de asco en galpones donde nadie se acordará de ellos como ha sucedido, por ejemplo, con tortugas incautadas por carencia de papeles que acabaron muertas de inanición.

Las autoridades señalan que las perreras están a rebosar, obligando a la vez a los ciudadanos a entregar a sus mascotas exóticas de más de dos kilos. Callan estos radicales que los animales criados por el hombre ya no son silvestres: un gato serbal criado entre humanos abre un puente entre el hombre civilizado y lo desconocido, permitiendo que se conozcan y culturicen de lo que son realmente los animales.

Los animales no tradicionales son exóticos, pero al mismo tiempo familiares.

Requisar un animal, el que sea, y dejarlo en lo que se supone que es su hábitat, no sería devolver a su medio un animal salvaje, sería lo equivalente a abandonar un perro o un gato doméstico, que no se van a adaptar bien, de tener una vida donde lo tiene todo regalado a vivir fatal y morir de inanición, predado o de cualquier enfermedad, y además lo más probable, como ya ha pasado con más de un animal de circo abandonado, acabaría acudiendo a donde el ser humano para pedir ayuda.

Estos animales amaestrados, definidos por la ley en cuestión y que abarca el mundo más allá de perros y gatos, que viven bajo la custodia de dueños responsables, al contrario de lo que se piensa, viven bien y con una esperanza de vida más larga que los que viven en la naturaleza, no hay que dejarse engañar por estas visiones simplistas. A la tenencia animal tampoco se le debía de contemplar igual a una persona que vive en el campo como en la ciudad. También atemorizados por las multas, puede haber gente que abandone sus mascotas exóticas y acaben siendo especie invasora, como las tortugas de Florida o las serpientes del maizal

Hay especies de animales que en su hábitat natural ya no pueden vivir y la cría y conservación en medios humanos posibilita que sigan existiendo, cito el salmón blanco, esturión de Yangtsé, gorila blanco, paloma de la isla de Socorro, boa de la isla Redonda, cuervo de Haway, tigre de China y cada vez más especies de anfibios debido a que el hongo batrachochytrium dendrobatidium los amenaza en sus hábitats.

Las especies para sobrevivir en la naturaleza tienen de enemigo derivados del impacto humano y las causadas por las circunstanciales climáticas o biológicas. En Norteamérica, las poblaciones de cánidos salvajes ya no son lo que eran hace un siglo: los lobos fueron exterminados. En los 90 los repoblaron con cruce de perros de trineo para acelerar el proceso, y hoy hay una nueva raza de cánido salvaje que podría eclipsar al lobo/canis lupus y al coyote /canis latrans/. El coywolf, cruce de perro lobo y coyote, que está avanzando por el noreste de los EEUU. Si los cánidos silvestres se volvieran coywolf, el lobo rojo mexicano solo podría vivir bajo el cuidado del hombre porque en su medio al cruzarse con este otro desaparecería.

Hay especies que se extinguen a base de cruces como hay otras que ya han perdido su diseño corporal para vivir en estado salvaje, por ejemplo la pitón albina, muchas variedades de pitón bola, pollos de granja, perros y gatos domésticos, conejos y otras especies con sus colores y constituciones. En la baja California hay cascabeles como la crotalus molosus y crotalus basiliscus que están reproduciendo más machos que hembras, que puede ser por el cambio climático o por una posible contaminación. Para la naturaleza lo importante es mantener piezas del ecosistema, no la belleza que nos importa.

Si en un sitio tropical o subtropical muy lluvioso viven unas ranas, y viene el hongo ya, o una sequía anormal como la que estamos viviendo en estos últimos años, esas ranitas la mayoría morirán de sequía o infectadas y ese ecosistema desaparecerá, si no hay nadie que las conserve en terrarística o en sitios específicos. Si el norte peninsular se volviera mediterráneo, las especies atlánticas como la rana bermeja, la víbora cantábrica, la culebra de esculapio, etcétera, se verían muy perjudicadas o desaparecerían. Lo mismo le está pasando al urogallo ibérico que se está viendo muy afectado por el cambio climático.

Los animales ya salvajes no viven en la naturaleza, como sale en las leyendas de Walt Disney, y como nosotros en sociedad, como dice la posterior creencia, hoy totalmente extendida e idealizada, la fauna salvaje y cada una de las especies que la compone, y de la cual nada debe de faltar, está cumpliendo una función biológica en el ecosistema concreto y mundial que sirve para que todo el ciclo biológico siga su curso, no para cumplir con utopías de moralidad. Poco sentido tiene una ley que te saca un listado positivo que prohíbe tener cualquier animal más allá de lo tradicional y que luego legalice y legitime la zoofilia.

La ley aprobada posíblemente entrará en vigor en septiembre en ciertas comunidades. Toda persona con exóticos estará expuesta a denuncias y multas severas, etcétera. Es un sistema más de castigo e imposición de ideas. No solo destruirán el contacto hombre animal, sino que destruyen la posibilidad de devolver especies al medio ambiente.

El autor es técnico agroforestal