Esta amalgama de letras ha inundado el mercado mediático de este país en los últimos meses, torciéndose en muchos casos el significado de las mismas, sometiendo al ciudadano a una búsqueda de la verdad, en el mejor de los casos, perdido como si estuviera en la selva de Irati, sin saber que senda escoger para salir del laberinto en que se ha convertido la política española. Ni siquiera el otoño que desnuda los árboles sin hojas, nos despejan el horizonte.

Voy a intentar hacer un ejercicio de racionalidad para allanar el camino, aunque es posible que tampoco lo consiga. Nos enfrentamos a un conflicto de una intensidad desconocida en democracia, jaleada por toda la derecha, dando por sentado que se ha producido un golpe de estado para instaurar una dictadura que va a romper España, movilizando a toda su base social espectacularmente, para desconcierto de muchos.

Estas palabras, en boca de los máximos dirigentes de la toda la derecha, terminarán por minar su credibilidad, ya que el acceso de Sánchez a la Presidencia descansa en una mayoría parlamentaria de 179 votos frente a 171, previas elecciones libres sin tacha de irregularidad alguna en el ejercicio del voto. La extrema derecha es la que ha reclamado el golpe de estado, a través de sus militares jubilados que han pedido al ejército la destitución de su presidente. La democracia en este país ha seguido funcionando a pesar de las reiteradas manifestaciones permitidas, reclamando nuevas elecciones, de los insultos y amenazas a los socialistas, como las de la Sra. Ayuso que puede disfrutar de libertad, mientras en una dictadura hubiera besado el suelo de la cárcel, por mucho tiempo.

La amnistía se ha utilizado por la derecha como el señuelo de la ruptura de España. Se puede estar a favor o en contra de otorgar el perdón a los catalanes del procés, se puede dudar si esta concesión garantiza el futuro en paz de una generación, y si merece la pena correr ese riesgo, pero se puede poner la mano sobre la Biblia que la amnistía no rompe España por si misma, solo hace falta leer el texto de la ley que lo regula, a la espera de que el Tribunal Constitucional decida sobre su legalidad, tan cuestionada por dirigentes de la derecha, como algunos barones socialistas, antes de redactada, en un ejercicio de irresponsabilidad, y que tan poco preocupa a Europa por boca del ministro de Justicia de la UE, para quien se trata de un conflicto doméstico.

Muchos ciudadanos y ciudadanas pueden pensar que la amnistía sea el melón que abra las puertas al referéndum de independencia en Euskadi o Catalunya. De momento no es una cuestión que esté encima de la mesa, pero lo que hay que entender es que Catalunya y Euskadi serán más proclives a formar parte de España, en alguna de sus formas, en un clima de pactos y buen entendimiento, que en un clima de represión, como la otra opción que tienen en su cabeza, todos los manifestantes que estos días acechan la sede de Ferraz, por no hablar de sus dirigentes políticos.

No obstante, la posibilidad del referéndum está contemplada en el artículo 92 de la Constitución, y requiere que sea convocada por el rey, mediante propuesta del presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados, y regulada mediante Ley Orgánica que exige una mayoría absoluta. Este marco legal reduce las expectativas del protagonismo de los independentistas en su ejercicio, y descartada por hoy la opción de la unilateralidad, cuya renuncia ha sido pactada entre Junts y el PSOE, el horizonte de un futuro legislativo adquiere mayor recorrido.

Aun siendo inquietante las reiteradas manifestaciones, insultos, amenazas y exabruptos escuchados estos meses, parece más preocupante el comportamiento de una mayoría del poder judicial que, con la excusa de un desliz innecesario recogido en el pacto entre Junts y el PSOE (la lawfare), carente de efectividad alguna, arremeten contra el Gobierno por intromisión en los asuntos de la Justicia, mientras hacen oídos sordos al bloqueo del CGPJ durante más de 4 años, infringiendo el art. 122 de la Constitución. Los guardianes de la Constitución son los primeros en incumplirla, descargando su culpa en los dos partidos mayoritarios por igual, al no llegar a un consenso.

Es el propio CGPJ, mayoritariamente conservador, el que presiona al Ejecutivo con el bloqueo, para cambiar la actual normativa constitucional, que otorga al Congreso la potestad de nombrar a los jueces del CGPJ, por otra, que adjudique los nombramientos a las Asociaciones de jueces, cuatro en total, tres conservadoras, y una progresista, asegurando así una mayoría conservadora, opción anticonstitucional porque como dice la Exposición de Motivos V, de la Ley Orgánica del Poder Judicial y la propia Constitución, la Justicia emana del pueblo, y que sepamos los jueces no están sujetos a plebiscito.

La otra vía del bloqueo procede del PP, que trata de impedir una mayoría progresista durante 4 años, ya que la exigencia de 3/5 de la Cámara Baja para otorgar los nombramientos obliga al consenso entre las dos fuerzas más votadas, quebrándose la actual mayoría conservadora del CGPJ, cuya composición debe respetar los resultados electorales ganados por los progresistas en las anteriores elecciones, como en las actuales, y esto es lo que trata de evitar el PP con el bloqueo. Así el mandato constitucional queda hecho trizas, convirtiéndose en el problema más grave de la democracia, solapándose la responsabilidad del mayor partido de la oposición, como del actual CGPJ, con el ruido y las acusaciones falsas contra el Gobierno.

Alguien podría pensar que reduciendo la exigencia de 3/5 del Congreso para los nombramientos del CGPJ, a una mayoría del 50% se evitaría el concurso necesario del PP, y así solucionado el problema, pero realmente sería peor el remedio que la enfermedad porque saldría perdiendo el principio de la división de poderes, ya que el Órgano Judicial pasaría a ser la correa de transmisión del Ejecutivo, fuera éste conservador o progresista, y es precisamente lo que se trata de evitar, desde una perspectiva democrática.

Espero que el lector encuentre la salida a este galimatías y no siga extraviado en la maraña de la selva de Irati.