Así, de un día para otro, y sin mayor explicación que… ninguna, la Administración ha decidió tumbar a la cúpula de Enfermería de Atención Primaria. Un cambio que, metafóricamente, viene a ser como decidir cambiar las velas de un barco en medio de una enorme tempestad en mitad del océano.

Sin entrar a valorar el cambio repentino de unas personas por otras, nos preguntamos cuáles son los motivos que han empujado a Salud a un cese tan repentino cuando los centros de salud están en su peor momento por falta de personal, de previsión, de gestión y de recursos. No parece lógico destituir, de golpe y porrazo, a las personas que están aguantando los cimientos de este pobre servicio al ciudadano.

El cambio en las estructuras jerárquicas de la Administración es habitual, no es esto lo que nos extraña o nos crea suspicacia, es que sólo se haya hecho con la cúpula enfermera y no se sepa, a su vez, quién sustituye a las cesadas. ¿Cómo y en cuánto tiempo se van a poner al día? ¿Cómo se quedan los grupos de trabajo, como aquellos que tienen que ver con el preacuerdo de mejoras, o el de sobrecarga laboral, entre otros, que hay en marcha? ¿Y qué hay de la organización de los centros, ahora que se van a incorporar cientos de enfermeras a sus nuevos puestos? ¿Qué clase de continuidad va a haber en los programas de crónicos y agudos? ¿Se va a cambiar la estructura de la gerencia de Atención Primaria? Esperemos que no haya intención de eliminar la subdirección de Cuidados con lo que costó darle entidad… Sin tener la obligación de hacerlo, la Administración debería tener la consideración de ejecutar estas decisiones de manera paulatina y con una profunda clarividencia sobre las medidas que la nueva cúpula de Atención Primaria debe llevar a cabo.

Aconsejamos a la Consejería de Salud no ser tan opaca en las decisiones, transmitir a los y las profesionales el porqué de determinadas decisiones, los objetivos que se quieren lograr con los cambios y, sobre todo, aparcar el argumentario sobre la importancia de la Atención Primaria y los “vamos a hacer”, para hacer de verdad, invertir de verdad, cambiar el orden establecido de verdad y que ciudadanos y profesionales vuelvan a recuperar la fe en un servicio que, hoy en día, no da más de sí. Porque, y vistas las últimas cifras de lo gastado en horas extra y productividad, nada más y nada menos que 25 millones de euros en el 2023 –¡se dice pronto!– seguimos sin ver cambios relevantes y efectivos en el primer nivel asistencial.

*La autora es secretaria autonómica de SATSE Navarra