Arrecia en DIARIO DE NOTICIAS la campaña, entiendo que perfectamente organizada, en contra del mantenimiento y resignificación del Monumento de la plaza de la Libertad, antiguo Monumento a los Caídos. Las puntas de lanza, los de siempre, José Ramón Urtasun, Fernando Mikelarena y otros, muchos de ellos miembros del autodenominado Ateneo Basilio Lacort. He mantenido diversos cambios de impresiones con ellos en las páginas de este periódico desde hace años. Leo con asombro cómo el objeto de sus iras no son solo ya esa “derecha retrógrada y franquista” que suelen presentar en sus discursos. Ahora empiezan a clamar contra otros objetivos, contra cualquiera que intente razonar la conveniencia de mantener y resignificar el Monumento.

A principios de abril, don Martín Zabalza Arregui, a la sazón director general de Memoria y Convivencia del Gobierno de Txibite, publicó en este medio un interesante artículo titulado “Resignificación. Nadie tiene derecho a obedecer”. En el mismo se posicionaba clarísimamente en contra del derribo del monumento y optaba por su resignificación. Me ha parecido especialmente interesante la opinión “en lugar de aceptar, sin rechistar, una nueva ola iconoclasta y localista (por cierto minoritaria social y políticamente en Navarra), las transformaciones inteligentes pueden decir verdades sin destruir las pruebas auténticas de la historia”. Chapeau por el señor Zabalza Arregui, que, por cierto, ha tenido que aguantar cómo han salido a por él, en bloque, pidiendo su cese o dimisión. Fernando Mikelarena, con el sectarismo que le caracteriza habitualmente, arremetió contra el señor Zabalza, aprovechando para lanzar sus dardos contra Javier Torrens, Javier Zubiaur o Román Felones, contra UPN, el PP, el PSN; en fin, nada nuevo bajo el sol (DIARIO DE NOTICIAS, 13-4-2024). Hoy mismo leo unas declaraciones de Ramón Alzórriz, portavoz del PSN, señalando la idea de no derribar el Monumento, sino de resignificarlo; imagino que en breve aparecerán artículos contra él.

Llevamos ya demasiados años con esta estéril controversia. Pertenezco a una Plataforma Ciudadana, de personas procedentes de diversos ámbitos de la sociedad navarra, historiadores, historiadores del arte, arquitectos, empresarios, ingenieros, etcétera, que llevan años trabajando por la resignificación del Monumento de la plaza de la Libertad. Hemos planteado, repetidamente además, la idea de una gran resignificación del Monumento para crear un Museo de la Ciudad de Pamplona. El Monumento ha de ser resignificado, eliminando muchos elementos que la inmensa mayoría de la sociedad navarra estará de acuerdo que son improcedentes. A partir de ahí, ese Monumento será el espacio ideal para un gran centro ciudadano de cultura, de convivencia y progreso. La idea de un Museo de la Ciudad no está reñida con que en él se pueda, y se deba, reconocer la tragedia que supone aquella guerra de lamentable recuerdo, y a sus víctimas. Pero la historia no se puede ni borrar ni olvidar. Algún proyecto de aquel fallido concurso de ideas que organizó el alcalde Asirón en torno al Monumento, entendemos encaja perfectamente en este uso del Monumento.

Este Museo que planteamos puede ser, además de otras muchas cuestiones, un magnífico lugar para recordar a las víctimas de los dos bandos en lucha; señores del Ateneo Lacort y amigos; víctimas fueron muchas, nosotros no defendemos aquella barbarie, nosotros no estamos por defender ese monumento como está en la actualidad, nosotros no estamos por defender el franquismo ni su recuerdo, nosotros estaremos siempre con todas las víctimas (de la infausta Guerra Civil, del terrorismo de ETA o de cualquier tipo de violencia), nosotros apostamos por la cultura y por el progreso de Pamplona y de Navarra. Esta plataforma, y por lo visto muchas más voces de esta comunidad, lo que demandan es concordia y consenso. La concordia y el consenso es lo que otorga bienestar a una comunidad. El Monumento de la plaza de la Libertad no es un problema sino que constituye una gran oportunidad para Pamplona y para Navarra. Una oportunidad de dotar a la capital navarra de una gran infraestructura cultural, una oportunidad de progreso, una oportunidad para buscar puntos de entendimiento, una oportunidad también de respetar la memoria de todos.

Estamos convencidos de que ninguna sociedad progresista, desarrollada y democrática optaría por derribar el Monumento. ¿Qué iban a hacer ustedes? ¿Bailar sobre las ruinas del Monumento bebiendo cerveza, recordando las estampas más lamentables del fascismo, o del comunismo, del siglo XX? Derribar, destruir, dinamitar, como repiten ustedes machaconamente desde hace años es, dicho con todos los respetos, anticuado y antiprogresista. No se extrañen que los tilden de iconoclastas o de talibanes culturales. Mezclan ustedes, imagino que intencionadamente, el dinamitar el Monumento con el respeto a las víctimas de la guerra civil española. El mantenimiento y la resignificación del edificio no está reñido con el respeto a todas las víctimas de aquel episodio. Si a ustedes la represión de la guerra civil les parece terrible y penosa, a mí y a mis compañeros de la Plataforma también nos lo parece. Si a ustedes el Monumento les horroriza en su concepción actual, a mí también me horroriza; por eso mismo entiendo que es ya urgente e inaplazable su transformación.

Y acabo. Es hora de avanzar, es hora de dar una solución al Monumento de la plaza de la Libertad de Pamplona. Es necesario efectuar un llamamiento a las fuerzas de progreso de Navarra (de progreso de verdad…) para que se pongan de acuerdo en ello. Es necesario que dichas fuerzas se dejen de debates partidistas e inútiles y afronten el futuro del edifico ya. La historia de Navarra ha de pedir cuentas por este asunto. Hemos asistido ya a muchas dejaciones de responsabilidad en este tema, por parte de gobernantes anteriores. ¡Es la hora!

El autor es profesor e historiador del Arte