La información no deja de fluir en los medios de comunicación, conversaciones particulares, emails o WhatsApp. Se abren debates personales, laborales, políticos, económicos o deportivos. Y aunque solemos remarcar lo que se habla, más importante, muchas veces, es lo que no nos dicen. ¿Cómo funciona ese lenguaje oculto en la vida cotidiana, empresarial o mediática? Antes de responder a la pregunta, se debe recordar la celebérrima regla 7/38/55 de Albert Mehrabian. El 7% de la comunicación que transmitimos viene dada por las palabras, el 38% el tono de la voz, el 55% el cuerpo. No se trata de ser experto en lenguaje no verbal: es cuestión de prestar un poco de atención a esos pequeños detalles con los que se expresan las narrativas humanas.

Comenzamos por algo simple. Si un amigo o conocido nos saluda con un “te veo muy bien”, podemos pensar que cuando no lo hace nos encontramos peor. No obstante, hay un patrón oculto: si alguien nos hace algún comentario positivo, además de sentirnos halagados, podemos pensar que así es ¡como se encuentra él! Regla número uno: la descripción que hacemos de la realidad, sea del tipo que sea, tiende a ser un reflejo de cómo nos encontramos.

Continuamos con un ejemplo que sirve para captar otro patrón. Una de las preguntas que muchas veces incomoda a quien la recibe es, ¿cuántos años me echas? En ese caso nos gusta restar años al número estimado para que la otra persona no se sienta incómoda. Si creemos que alguien tiene 60 años, le decimos que tiene 55. De acuerdo, hay lectores que dirán: “yo no soy así; siempre digo lo que pienso”. Existen muchos momentos, más que en la vida durante cada día, en los que no decimos lo que nos viene a la cabeza. Hay una gran diferencia entre pensar lo que decimos y decir lo que pensamos. Esta es la segunda regla, la del IVA inverso. Si enseñamos a unos amigos nuestro nuevo coche y nos dicen que es “maravilloso” tenemos que restar algunos puntos al grado de calidad que han estimado. Otra manera de verlo es un antiguo dicho popular: si preguntamos a una dama si quiere bailar y dice “no” quiere decir “no sé”. Si dice “no sé”, quiere decir “sí”. Si dice “sí”, no es una verdadera dama.

Llega la tercera regla: evitamos decir características negativas de los demás. Si acudimos a una exposición y nos parece muy mala, nos callamos salvo que nos pidan opinión acerca de la misma (en ese caso aplicar la regla número dos). Se trata de hacer una autocrítica positiva: ¿ha habido alguien que no ha querido realizar un comentario para no incomodarme? Las opciones son múltiples: van desde la manera de vestir, la forma de hablar e incluso el olor que transmitimos. No menospreciemos esta característica ya que es la más importante debido a que no somos conscientes de la misma. Sin darnos cuenta alguien que actúa así nos da una impresión pésima, y no existe una segunda posibilidad de causar una buena primera impresión. En sentido contrario, somos conscientes de que no nos agrada observar una discusión subida de tono, una casa desordenada o un automóvil sucio.

Cuidado con los excesivos elogios, el denominado peloteo. Nadie lo admite, todos lo hacemos y lo más destacable es que se ha demostrado su efectividad. Es lo que tiene la investigación científica. Regla número cuatro: cuidado cuando nos dicen a todo que sí o nos hacen sentir los mejores del lugar. Se consideran tres opciones. En primer lugar, una afirmación excesivamente positiva sobre alguien puede ser debida a que se desea algo de ella. Es una práctica común en vendedores. Segunda posibilidad. A veces desean desbancarnos de nuestro puesto. El caso del antiguo presidente del Partido Popular, Pablo Casado, es paradigmático. Recibió los mayores elogios de sus simpatizantes el día anterior a su destitución (ya decía el antiguo canciller alemán Konrad Adenauer que hay tres tipos de enemigos; los enemigos a secas, los enemigos mortales y los compañeros de partido). Opción final: personas cuyo puesto depende del halagado. Cuando Pedro Sánchez dedicó unos días de “reflexión” para decidir si continuaba o no en el cargo recibió las mayores adulaciones de las personas cuyos cargos dependían directamente de él.

Por supuesto, hay veces que no se comentan cosas. Todos criticamos a los políticos por sesgar los debates hacia los asuntos que les interesan, sea la fachosfera, el fango, Begoña Gómez o la inmigración. Sin embargo, esos patrones de comportamiento los replicamos. En nuestra responsabilidad como sociedad civil modular y priorizar los debates sobre asunto fundamentales como el empleo, la sostenibilidad, la competitividad o el correcto uso del dinero público. De la misma forma, es nuestra responsabilidad comprender…. lo que no nos dicen.

Economía de la Conducta. UNED de Tudela