He vuelto a releer mi artículo titulado “¿Y por qué lo haces?”, llegando a la conclusión: “por humanidad y reciprocidad”.
Ahora me queda reflexionar sobre la experiencia de la acogida temporal de Bainana, niña saharaui con la que he convivido durante dos meses este verano. Bainana a primeros de septiembre volvió a los campamentos de rfugiados saharaui en Tinduf, en el desierto argelino donde están ubicados desde hace 49 años esperando la solución al conflicto territorial con
Marruecos. Tras el regreso a su casa, me planteo otra pregunta: “¿Y ahora qué?”.
Ya no es sólo mi amiga la que me pregunta: “¿Y ahora qué?” También lo hacen muchas de las buenas gentes que han aceptado esta situación y me han acompañado de un modo más natural de lo que yo imaginaba en esta experiencia humanitaria.
Para mí, aunque suene rotundo y duro, es una situación natural porque tengo asumida la despedida antes casi del inicio de la acogida temporal. Como ya he comentado anteriormente, no es la primera ocasión en que participo con la persona que convivo en el proyecto que lo ampara: Vacaciones en Paz. El objetivo de este proyecto consiste en que niños saharauis de 8 a 11 años puedan disfrutar de un verano, con familias de aquí, evitando las extremas condiciones
climáticas del desierto en verano, sobre todo elevadas temperaturas que alcanzan valores de casi 50ºC a la sombra, y por el siroco, viento del oeste que arrastra la arena formando una nube que dificulta la respiración y que se posa en todo, en la comida también y lacera la piel.
No hubo lloros ni lamentos en el momento en que Bainana, subía al bus que le llevaría al aeropuerto para regresar, como debe ser, a su casa. Ya no es un “hasta siempre” sino un “nos veremos”, porque de la misma manera que ella pudo venir aquí yo también puedo ir a la que considero mi segunda casa, mi familia, en este caso de origen saharaui.
Bueno, tengo que ser sincero conmigo mismo; sí, cayeron unas lágrimas de mis ojos y las contuve en la despedida, sí que me costó decirle con la voz entrecortada: recuerda y recuérdanos, no te olvides de nosotros, aquí estamos y estaremos. Pero eso, creo que es normal ¿No?
Me doy cuenta, que es ahora cuando dejo que mis emociones me embarguen y me permita en la intimidad dejar caer algunas lágrimas más de modo sosegado y profundo, generando una sensación de paz y tranquilidad.
A partir de ahora tenemos dos experiencias que hay que continuar viviendo, ambas desde el recuerdo y las emociones sentidas: las de ella y las nuestras.
Seguro que Bainana, al volver a su hogar, y con la edad de 9 años recién cumplidos contará a su familia y amistades, hasta la saciedad, exagerando hasta hartar, todo lo vivido y sentido. A fin de cuentas es su primera experiencia. Seguro que competirá con sus amistades y aplicará: “ Y yo más que tú”, es normal, cosa de niños.
A posteriori, con el transcurso del tiempo le quedarán recuerdos y emociones más profundos de aquello con lo que más se sorprendió y aprendió en su intensa inmersión sociocultural y lingüística, espero que para bien.
Por nuestro lado, además de preocuparnos de su salud, nutrición y seguridad, le hemos proporcionado un clima de cariño, entendimiento y comprensión mutua.
Bainana ha sido embajadora de su causa, la causa saharaui. Nos hace entender que, a pesar de las diferencias culturales y lingüísticas, la humanidad compartida nos une de manera profunda y significativa.
Y, al final ya puedo dar una respuesta: Nosotros aquí seguiremos estando satisfechos de lo vivido y sentido.
Concluyo, si muchos de pocos hacemos esto, el mundo cambia.