La calidad del aire que respiramos en nuestra ciudad está vigilada por las estaciones que mantiene la red de control de calidad del aire del Gobierno de Navarra, situadas en los barrios de Iturrama, Milagrosa, Rotxapea y El Sario, que miden en continuo los niveles de partículas sólidas, óxidos de nitrógeno (NO2), ozono, metales pesados y Benceno.
Pamplona ha cumplido desde principios de la última década del siglo 20 los niveles de calidad del aire establecidos por la normativa vigente por lo que ha sido calificada como de buena calidad. Su tamaño medio, las condiciones meteorológicas que disfruta y la derivación en 1991 del tráfico pesado que soportaba al construirse las rondas de circunvalación han sido las razones de esta realidad.
El pasado mes de diciembre la Comisión Europea publicó la nueva directiva de calidad del aire que establece unos niveles sustancialmente más estrictos que los anteriormente vigentes, incorporando en parte las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre dicha materia.
Hay que aclarar que los niveles legalmente establecidos responden a un compromiso político entre la protección de la salud y del medio ambiente y el desarrollo de las actividades humanas (productivas, movilidad, etcétera) reconociéndose que éstas van a suponer siempre un cierto impacto ambiental que debería ir minimizándose en lo posible. Un ejemplo de ello es el caso de los gases de escape de los motores diesel que fueron clasificados por la OMS ya en 2012 como carcinógenos para los seres humanos y sin embargo dichos vehículos siguen circulando por nuestras calles y carreteras.
La nueva directiva obliga a que para el año 2030 se hayan alcanzado en las aglomeraciones urbanas los nuevos niveles de calidad del aire que son un 50% por ciento inferiores a los niveles legislados anteriormente para las partículas solidas y NO2 (las recomendaciones de la OMS establecen unos niveles entre 63% y 75% inferiores a los legislados anteriormente). Así, los ayuntamientos que los incumplan deben aprobar y ejecutar planes de actuación para poder alcanzarlos, siendo la Dirección General de Medio Ambiente de Navarra la que debe impulsar y dar cuenta de estas medidas y sus resultados.
En este momento la Aglomeración de la Comarca de Pamplona incumple los nuevos niveles en lo referente al contaminante NO2. La estación situada en la plaza Felisa Munárriz, en La Milagrosa, alcanzó 31 microgr/m3 en 2023 (en 2024 el dato provisional es 28) siendo el valor a cumplir en 2030 de 20 microgr/m3.
Anteriormente a 2020 esta estación estaba situada en la plaza de la Cruz, y en ella se alcanzó igualmente un nivel de 28 microgr/m3 en 2019.
Por tanto, el Ayuntamiento de Pamplona, en coordinación con el resto de ayuntamientos de la Comarca, debe aprobar planes de actuación que incluyan acciones dirigidas a reducir las emisiones de los focos más importantes de contaminantes a la atmósfera que en ambientes urbanos como el nuestro se ciñen principalmente al tráfico urbano y en menor medida a las calefacciones domésticas, dado que la importancia de la contaminación industrial es mucho menor.
Es por tanto imprescindible que el Ayuntamiento de Pamplona redacte unos planes de acción que principalmente deberían dirigirse a restringir el uso del vehículo privado e incrementar el uso de los medios de transporte público y de los modos de movilidad autónomos como la bicicleta o el desplazamiento a pie.
Con un objetivo similar, y en correcta aplicación de la Ley de Cambio Climático, en Pamplona está pendiente la actualización de la Zona de Bajas Emisiones que el año 2023 aprobó el Ayuntamiento de Pamplona ceñida exclusivamente al Casco Viejo de la ciudad. El alcalde Asirón prometió hace exactamente un año asumir dicho compromiso y de momento no hay noticias. A día de hoy su ámbito es claramente insuficiente pues debería extenderse como mínimo a los dos ensanches (zonas de mayor atracción comercial y de servicios), e implicar a las vías de mayor tráfico de nuestra ciudad como son la avenida Baja Navarra, la avenida del Ejército, la avenida de Zaragoza, la cuesta de Labrit, entre otras.
El objetivo de las ZBE es mejorar la calidad del aire y mitigar el cambio climático, definiéndose medidas que incorporen restricciones al acceso, circulación y estacionamiento de vehículos, principalmente a los más contaminantes. Además, deben incluir entre sus fines el cumplimiento de los objetivos de calidad acústica que sean aplicables en las áreas implicadas (cuestión tratada en mi artículo publicado por DIARIO DE NOTICIAS el 17/09/2024)
Si esto no se llevara a cabo, en el año 2030 los datos de las redes de control de calidad concluirían que Pamplona dispondría de una mala calidad del aire que debería corregirse en el menor plazo posible pudiendo estar sometido incluso a posibles sanciones económicas directas o indirectas de autoridades superiores.
Por tanto, es imperativo que el Ayuntamiento se ponga en marcha desde ya tanto en el diseño de estas acciones como en la correcta información y participación de toda la ciudadanía que está directamente implicada, y no sólo la residente en Pamplona sino también toda aquella que se desplaza a la ciudad para desarrollar sus actividades.
Sería interesante contrastar las soluciones que otras ciudades similares a la nuestra han adoptado de forma exitosa redundando en unas condiciones de habitabilidad y salubridad mejores para el ciudadano. Casos como el de nuestra vecina Gasteiz pueden servir de orientación teniendo en cuenta que sus niveles de calidad del aire han mejorado muy sustancialmente tras adoptarse medidas como las citadas (peatonalización, restricción de acceso, mejora del transporte público con implantación del tranvía…). Alrededor de 2010-2015 presentaba niveles de NO2 como los actuales de Pamplona (28-31 microgramos/m3) y han conseguido descender hasta niveles de 18 microgr/m3 en 2020, cumpliéndose ya a día de hoy la exigencia de la nueva Directiva para 2030.
Cuanto antes y más intensamente se realicen estas actuaciones, mayor será la probabilidad de alcanzar los objetivos normativos y mejor será la salud humana de ciudadanos y visitantes de nuestra ciudad, objetivo final de esta normativa.
El autor es químico, experto en temas medioambientales