Eulen y telecomunicaciones en guardia eterna
Somos los trabajadores que mantenemos la red de telecomunicaciones de Navarra, tanto de telefonía fija como móvil, para las empresas del grupo MasOrange (Orange, Jazztel, Simyo, MásMóvil, Yoigo, Pepephone, Euskaltel) y del grupo Vodafone (Vodafone, Lowi), así como para otras operadoras, a través del Grupo Eulen. Somos los mismos técnicos que, desde el primer día de la pandemia de covid-19 salimos a la calle para garantizar las comunicaciones asumiendo el riesgo que ello suponía para nuestras familias, que mantuvimos la red en funcionamiento durante el gran apagón, y que sorteamos olas de calor extremas y tormentas de nieve, demostrando que ninguna condición climática ni sanitaria ha sido obstáculo para nuestro compromiso.
A lo largo de más de diez años, no hemos visto actualizaciones en nuestro plus de disponibilidad, a pesar de que nuestras jornadas de guardia superan las 100 horas semanales. Llevamos más de dos años intentando abrir una negociación colectiva para la regularización de las guardias, pero fue en el momento en que uno de nuestros compañeros cayó de baja por estrés laboral que comprendimos que esta situación es intolerable. Ver cómo compañeros, a quienes consideramos familia, han tenido que dejar su puesto nos hizo tomar conciencia de la gravedad del problema y, por ello, no podemos dar marcha atrás en nuestra exigencia de condiciones dignas.
Con una plantilla reducida al 40%, tras la salida en los últimos tres años de cinco compañeros, muchos de ellos marchándose precisamente para escapar de esta situación y las bajas de larga duración de otros dos, seguimos prestando el servicio con tan solo seis personas, cubriendo toda la provincia en guardias de más de 100 horas semanales sin acuerdo regulador. Las intervenciones nocturnas nos obligan a encadenar jornadas sin las 12 horas de descanso que exige la ley y a renunciar, con frecuencia, al día y medio de reposo semanal.
Las consecuencias son palpables: turnos inhumanos, cientos de horas extra sin compensar dentro del cómputo anual y una tensión permanente que ya ha quebrado la salud de parte de la plantilla. Uno de nuestros compañeros, al contar a su familia la situación, recibió un mensaje claro de sus hijos: “Papi, no queremos que te enfermes igual que tu compañero”. Además, otro trabajador comparte: “Muchas veces me despierto en medio de la madrugada pensando que me pueden llamar en cualquier momento para una guardia”.
Del mismo modo, en varias reuniones y comunicaciones internas hemos detectado señales que apuntan a posibles represalias cada vez que planteamos cuestiones laborales delicadas. Este clima de inquietud que ya ha llevado a algunos compañeros a callar refuerza la necesidad de que la representación legal de los trabajadores, la Inspección de Trabajo y las autoridades competentes garanticen la transparencia del proceso negociador y la estabilidad de nuestros puestos, tal como ampara el Estatuto de los Trabajadores, que protege la libertad de expresión sindical y prohíben cualquier forma de represalia.
Durante este tiempo, la representación legal de los trabajadores ha remitido a la empresa Eulen dos escritos formales exigiendo:
-Un acuerdo de guardias que fije límites de horas, descansos garantizados, pluses de disponibilidad dignos y compensación adecuada de las horas trabajadas.
-La correcta imputación de todas las horas efectivas en el registro horario y en la jornada anual.
-La actualización de los importes congelados desde hace años, al menos conforme al IPC real.
La dirección de Eulen no ha respondido ni se ha sentado a negociar, aunque el Estatuto de los Trabajadores y varias sentencias del Tribunal Supremo y del Tribunal de Justicia de la UE dejan claro que no puede imponerse unilateralmente un sistema de guardias sin pacto y que toda intervención debe sumarse a la jornada y respetar los descansos mínimos.
Por todo ello, apelamos a la opinión pública y a las autoridades laborales:
-Que la empresa escuche este clamor y se siente a negociar, con presencia de la RLT, para poner fin a una situación ya insostenible.
-Que la opinión pública y las autoridades laborales se hagan eco de nuestra realidad y velen por el cumplimiento de la ley.
-Que la Inspección de Trabajo verifique los incumplimientos denunciados.
Las telecomunicaciones son un servicio esencial; la calidad y continuidad que hoy disfruta Navarra se sostienen sobre nuestros hombros, pero no puede seguir asentada en la precariedad ni en la vulneración de derechos básicos. No pedimos privilegios: exigimos simplemente trabajar con la dignidad y la seguridad que la ley reconoce.
El autor es presidente del comité de empresa de Eulen Navarra, en representación del comité (ELA, CCOO, UGT, LAB y Solidari)