Hace unos días, la gente trabajadora vivimos un duro golpe. La derecha de este país bloqueó en el Congreso de los Diputados el proyecto de ley de la reducción de la jornada laboral a 37 horas y media. PP, Vox, UPN y Junts sucumbieron a la presión y a los intereses de la patronal y vetaron un debate necesario, dando la espalda a la ciudadanía, frenando una medida que beneficiaría a más de 12 millones de trabajadores y trabajadoras de este país. A los más precarizados, por cierto. Hablamos de plantillas que se dedican al comercio, la hostelería, la seguridad o los cuidados, que son quienes sufren las jornadas más largas y los sueldos más bajos.
Para CCOO, esta decisión empobrece nuestra democracia y silencia a la mayoría social, que respalda la reducción de la jornada sin merma salarial. La derecha ha quedado retratada y UPN tendrá que explicar a los trabajadores y trabajadoras navarras por qué se pone del lado de quienes defienden un mercado laboral precarizado y jornadas interminables.
¿Acaso tiene sentido tener la misma jornada laboral que hace 40 años, cuando ni siquiera existía internet? Hoy, la digitalización y la inteligencia artificial están transformando los procesos a un ritmo vertiginoso. La productividad y los márgenes de beneficios de las empresas están en máximos históricos, por lo que la riqueza debe repartirse a través de una reducción del tiempo de trabajo.
Las empresas del siglo XXI deben ser rentables no por salarios bajos o jornadas extenuantes, sino por la formación de sus trabajadores y trabajadoras, la calidad en el empleo y la digitalización en sus sistemas productivos. Tenemos ejemplos de convenios sectoriales y pactos de empresa en los que la jornada de 37,5 horas (o menos), lejos de hundir la productividad, la ha aumentado.
El proyecto de ley, además de la reducción de la jornada, también establecía el derecho a la desconexión digital y el registro horario digital. Lo que ocurrió el pasado 10 de septiembre no fue solo una votación; lo que está en juego no es solo reducir la jornada 2 horas y media a la semana. El debate de fondo es qué valor le damos al tiempo y qué modelo de sociedad queremos construir.
La sociedad demanda tiempo para vivir. Llevamos 40 años con la jornada actual, pero lo cierto es que ahora trabajamos bastante más. La incorporación de la mujer al mercado laboral, la conexión digital, las horas extras y las jornadas interminables provocan que las tareas del hogar y de los cuidados se tengan que realizar entre malabares, con estrés y ansiedad, o a costa de no dormir. Los índices de natalidad están cayendo en picado, ¿a alguien le extraña?
A los empresarios se les llena la boca hablando de “absentismo”, apuntando a la voluntad deliberada de no ir a trabajar. No les interesa hablar de las dificultades que tiene la gente trabajadora para conciliar, para cuidar su salud física y mental a través del ocio y el deporte, simplemente porque no les quedan horas para vivir.
Basta ya de discursos alarmistas y de intentar frenar los avances laborales y sociales. Lo vivimos con la última reforma laboral: la derecha aseguraba que iba a crear más paro y estamos en cifras históricas de afiliación a la Seguridad Social y de empleo estable. En 1983, la derecha utilizaba los mismos argumentos que ahora: implantar la jornada de 40 horas iba a provocar cierre de empresas y crisis económica. Pero nada de eso sucedió.
Necesitamos un marco normativo y una clase política que esté a la altura, que nos escuche y camine de la mano de las demandas sociales, que se adecúe a la realidad sociolaboral actual. El presente y el futuro del trabajo pasa por jornadas más cortas y más eficientes. Debatamos con responsabilidad. Miremos a Europa. Desde nuestros vecinos franceses hasta países nórdicos como Dinarmaca o Noruega ya han adoptado reducciones de jornada.
CCOO va a continuar con esta reivindicación. Va a intensificar la movilización en cada centro de trabajo, empresa a empresa y sector a sector. Porque es de justicia, porque es viable y porque la sociedad la respalda. La reducción de la jornada sin reducción salarial terminará siendo una conquista legal y seguiremos avanzando hacia un modelo de relaciones laborales más justo, más humano y más europeo.
El autor es secretario general de CCOO Navarra