No está mal reconocer las dificultades que suponen un cargo. Di un paso adelante para ser presidente de la Delegación Navarra del Colegio de Arquitectos Vasco Navarro hace más de dos años, y son muchas las dificultades que desde la junta directiva hemos tenido que afrontar. Es duro luchar por la dignidad de una preciosa profesión, en la que somos 1.050 colegiados, con diferentes formad de ejercer, con intereses contrapuestos. Enfrente la administración, los promotores, la poca valoración de nuestro trabajo, la falta de cohesión interna... Probablemente no esté pasando el mejor momento.

Y de repente llega la semana de la arquitectura, otra vez. Pienso que me tocará escribir en favor de la profesión, por nuestro reconocimiento… me da pereza, a veces siento que aburrimos demandando. El otro día nos llegó un correo del Consejo Superior de Arquitectos en el que exponían el tema de este año: arquitectura que cuida. Esbocé una sonrisa, el tema promete y de alguna manera pienso que es una forma de dejar de mirarse al ombligo.

Hace unos días asistí a título personal a la celebración del jubileo de los arquitectos en la Catedral, durante el sermón del arzobispo de Pamplona, mientras disfrutaba de las bóvedas góticas me dejaron huella unas frases: “Aquí durante siglos los arquitectos y artesanos dejaron lo mejor de su talento. No lo hicieron en un día, invirtieron mucho tiempo, los arquitectos no lo hicieron para su gloria”. Entre líneas quedaba un mensaje: debemos trabajar para los demás, sobre todo para los que más lo necesitan.

Que la arquitectura pueda cuidar y ayudar a a las personas me ha dado energía: todo esto merece la pena. Si el fruto de nuestro trabajo puede hacer que la vida de los que nos rodean sea mejor da sentido a nuestra profesión, es una buena razón para trabajar por ella.

Un hospital, una dotación sanitaria debe funcionar con extrema eficiencia, pero debe dar amparo al paciente y a su familia.

Una escuela marcará la relación de las niñas y niños con el espacio, con su entorno. Debe ser un lugar acogedor y seguro.

Durante años he visitado a mis tías en una residencia, donde reconozco les cuidaban con dedicación y cariño. Al recorrer los antiguos pasillos sentía que nuestros mayores vivían en espacios inhóspitos, deshumanizados, echando de menos a las personas que ya se fueron y los lugares idealizados de su infancia. No vamos a evitar la soledad a la que lamentablemente nos dirigimos, pero podríamos mejorar la experiencia de vida de nuestros mayores.

Qué decir de la vivienda, hace años el covid nos abrió los ojos, necesitamos viviendas pensadas para las personas, entre todos íbamos a cambiar el concepto de la vivienda. De todo ello han quedado viviendas con hermosas terrazas, pero solo para algunos. Las viviendas ya no están alcance de todos, se han convertido en quimeras lejos de la capacidad económica de las personas. Es obligación nuestra aportar nuestro conocimiento para revertir en la medida de lo posible esta situación.

El clima cambia, las ciudades deben ser espacios que nos resguarden, que nos protejan: refugios para vivir mejor, introducir la naturaleza en lo público, controlar el tráfico, lograr espacios de convivencia.

Los edificios también necesitan de nuestro cuidado: el patrimonio arquitectónico necesita de rehabilitación, necesitamos dar nuevos usos a los espacios olvidados. Nuestra memoria se refleja en edificios que debemos conservar y proteger para no olvidar de dónde venimos.

Tenemos que luchar por la calidad de la arquitectura, que es algo más que imagen y creación de espacios, aspectos importantes y esenciales: es también rigor, control económico, poco mantenimiento, seguridad y sobre todo satisfacción de las personas, principal fin de nuestro trabajo. Una labor difícil y compleja que no podemos eludir.

Estamos en permanente cambio, bienvenido sea todo aquello que nos ayude en nuestra hoja de ruta de mejorar la calidad de vida de todos. No sé si la inteligencia artificial o la industrialización va a mejorar los espacios donde vivimos, pero creo y espero que detrás de las paredes y muros se siga reconociendo la labor humana, artística y técnica de las arquitectas y arquitectos que quieren cuidarnos.

Podemos y debemos hacer algo para las personas. Descubrir que nuestro trabajo puede dar un impulso a la arquitectura, no como bien inmaterial sino como medio para cuidar, da sentido a nuestro trabajo, me atrevo a decir que a nuestras vidas.

El autor es presidente de la Delegación en Navarra del COAVN (Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro)