Hace poco realizamos el habitual viaje de otoño en Navarra. La Asociación de Madres Solteras por Elección organiza este viaje anual, en las diferentes comunidades que conforman el país. Es la excusa perfecta para hacer turismo y conocer a otras familias en situaciones similares.

Este año, levantaron la mano nuestras compañeras vascas, pero ante la imposibilidad de encontrar alojamiento para tantas familias a un precio atractivo, tocaron a nuestra puerta, que abrimos encantadas. El resultado, sobresaliente.

La elección del lugar fue el valle del Baztán, que, en otoño, es una fiesta para los sentidos. Naranjas, rojizos, tierra húmeda, olor a bosque, ovejas pastando con calma y caseríos espléndidos que muestran pura naturaleza y pura conexión con lo sagrado. Más allá del boom literario de Dolores Redondo, que todas conocíamos, pusimos en contexto la mitología vasconavarra. De manera amable, Basajaun, las Lamias, los Jentilak, y otros seres, bajo la atenta mirada de Mari, protegían nuestros pasos.

Hicimos homenaje a aquellas brujas de Zugarramurdi, y a tantas otras, que, por ser libres, por ser sabias fueron condenadas a la tortura y al fuego.

Cien familias y más de 200 personas compartimos historias. No fue fácil la organización, pero siempre hay hadas o brujas que hacen posible que todo salga adelante, e incluso con sus baritas, convencen a Lorenzo para que vea a nuestras hijas e hijos correr, reír y gritar bajo sus rayos.

Lejos del ruido del mundo, de los sinsentidos del odio, de la envidia, del poder, de las matanzas por hablar diferentes idiomas. Lejos del egocentrismo que gobierna nuestros pueblos, un grupo de mujeres de diferentes lugares, con diferentes heridas y acentos, con visiones políticas diversas, pero con un sello común, conseguimos generar un oasis de amor, fraternidad, solidaridad y empatía. Con toques de una lengua mágica y ancestral y abrazos de cielo y de tierra, las familias se han llevado consigo una semilla de Navarra. Una semilla de un recuerdo inolvidable, junto con un “volveremos”.

Qué sabor tan dulce es ser partícipe de esta unión, sabiendo el gran trabajo en equipo que supone; reuniones nocturnas, de mamás con ojeras, después de días de curro y crianza. A pesar del esfuerzo, qué dulce es escuchar ese “volveremos” y ser consciente que día a día, afianzamos nuestros lazos y que nuestros hijos crean otro círculo de amistad y un colchón extra en el que poder descansar.

Es precisamente esta unión la que nos hace fuertes ante comentarios que atacan a nuestro modelo de familia, ante la desprotección y falta de equidad de la que son cómplices las instituciones y gobiernos. Nosotras seguimos caminando y cantando “Erre zenituzten sorgiñen, irrifarra gara gu”, porque la vida nos sonríe.

Agradecer a cada socia que, de manera desinteresada, aporta su grano de arena, al personal de Aspace, que facilitó y atendió nuestra estancia en todo momento, a una cuentista, con voz dulce que nos enamoró y a unas tierras mágicas.

La autora es delegada de Navarra de la Asociación MSPE (Madres Solteras por Elección)