YERRAN quienes sostienen que clubes vecinos como Athletic y Real Sociedad tienen ventaja sobre Osasuna porque cuentan con el beneficio de un mejor trato fiscal por parte de sus administraciones, sean estas Gobierno Vasco, diputaciones o ayuntamientos. La ventaja de la Real y el Athletic respecto a Osasuna no es que sus jugadores paguen el 25 y el 20% de impuestos, respectivamente (los rojillos tributan el 48%), que les sufraguen un estadio ultramoderno o que les condonen la deuda con la Hacienda foral. Lo que llevan por delante estos dos clubes sobre Osasuna es que el sentimiento, ese cariño casi innato a un equipo de fútbol, esta muchísimo más enraizado en su sociedad y en su cultura deportiva que en Navarra. Y no le demos más vueltas ni pongamos la diana en la política. Para el consejero de Economía foral y para los directivos de algunos clubes de fútbol pamploneses y navarros, Osasuna es algo accesorio (cuando no un rival encarnizado). Así las cosas, el análisis de la situación económica puesta estos días de actualidad conduce al tremendismo, a la demogogia y no a un examen incardinado en el contexto real de su actividad deportiva. Cegados por los números rojos, nadie ha planteado que la premisa de una posible solución pasa siempre por que el club siga en Primera y que sobre esa actividad, esos ingresos y ese impacto mediático hay que trazar planes de viabilidad y de pago de la deuda, parte de ella, 22 millones, a la Hacienda foral. Pero no, al contrario; ahí asoman los políticos para adornarse ante el electorado y dejar bien claro que no habrá ningún trato de favor, que paguen (nunca han dicho que no lo vayan a hacer y lo que buscan es la forma de hacerlo) y si no que se apañen con lo que les alcance, sea Segunda B o Tercera, ignorando noventa años de historia. Después, en el palco y sotto voce prometen lo contrario. Y luego está el ejercicio simplista habitual de comparar el dinero dedicado al deporte con la repercusión que tendría invertido en otras necesidades básicas; desde esos planteamientos anularíamos la mayoría de proyectos que no tuvieran que ver con la salud y la educación. Y donde pone Osasuna vale lo mismo Xota, Anaitasuna, Basket Navarra y toda la estructura que estas y otras entidades activan y movilizan.

Adía de hoy, Osasuna todavía es una sociedad a pleno funcionamiento, una entidad con las puertas abiertas a quien quiera ponerse al frente de su dirección. No es una sociedad anónima orientada y regida por porcentajes de capital. No es un negocio lucrativo y sí una actividad que revierte en la sociedad en numerosas acciones que sería largo enumerar. Lo que cobra Lekic es lo que mete ruido; los cientos de niños de sus escuelas, la labor social en Nicaragua, los programas de la Fundación, etcétera, es lo que ahora no se quiere poner en valor o, simplemente, darle valor cero. Los osasunistas, los que sentimos una pasión a veces visceral por ese equipo de camisetas rojas, no somos tan descerebrados como para pedir que se reste dinero de la dependencia para pagar nuestra dependencia por el fútbol (ojo que nosotros también somos contribuyentes...); pero sí sostenemos que una sociedad que, se quiera o no, es la bandera deportiva de Navarra (la que muchos ondean solo cuando el viento sopla de cara o favorable a sus intereses...), merece un mejor trato y no algunos de los desprecios que he escuchado o leído estos días como si fuera el agujero por el que escapan los dineros que no tenemos, el chivo expiatorio de todos los agravios comparativos interesados. Lo que hay que elogiar es que ese club de apenas 14.000 socios sobreviva con el tercer presupuesto más bajo de Primera, gastando lo mínimo en fichajes, no despilfarrando, compitiendo con una plantilla apañadita y avanzada la temporada estar a dos puntos del techo de la Liga de Campeones y muy cerca de sus objetivos. Eso, ya digo, debe ser fruto del derroche puro y duro según algunas interpretaciones. Podemos criticar que el fútbol, en general, está desmadrado y sus cifras, lo que cobran sus estrellas, casan mal con los apuros y los recortes de esta época dura. Pero es que incluso en eso Osasuna es un pagano, tratando de amarrar con contratos a largo plazo a chicos de 13 años a quienes ha atendido en Tajonar desde niños, porque si no tienen otras ofertas sobre la mesa y vuelan. Es difícil convencer de que con una deuda neta de 25 millones de euros haya detrás una buena gestión. Yo creo que la hay, que se están sorteando las dificultades con cabeza, sin derroches, y que el club merece una ayuda, y no hablo de dinero contante y sonante. Pero si la mayoría de la sociedad considera que no -que puede ser y es muy respetable-, se embarga el estadio y Tajonar, se liquida la deuda y nos vamos a jugar a Tercera. Quizá el cariño enraizado en Navarra por Osasuna no sea tanto como creemos y presumimos, y no nos permite aspirar a más. Pero, ¿es esto lo que nos merecemos?

Si la sociedad navarra cree que Osasuna no merece un apoyo para encauzar su deuda con Hacienda, se liquida el estadio y Tajonar, y nos vamos a jugar a Tercera