Andrés Fernández: "Ojalá la política se pudiese reiniciar desde cero, es lo que aquí necesitamos"
Todos le conocen porque es el portero de Osasuna, pero Andrés Fernández es mucho más que eso. Influido por el budismo, la religión que practica, es una persona profunda y reflexiva. Amante de la lectura y estudiante de Informática, hablamos con él de todo menos de fútbol
pamplona. Dicen que los porteros están un poco locos. ¿Vamos a poder mantener una conversación normal o me tengo que asustar?
La verdad es que yo no me considero un loco (risas). No sé qué pensará la gente de mí, pero simplemente soy una persona a la que le gusta trabajar mucho, entrenar y dedicarse a lo que le gusta.
Ha vivido en Murcia, Tenerife, Mallorca, Huesca y Pamplona. ¿Dónde se está mejor?
No podría quedarme con un solo sitio, cada uno tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Diría Murcia porque nací allí, Pamplona porque llevo aquí seis años, Tenerife por la playa... Trato de quedarme con lo mejor de cada sitio.
Pero supongo que Murcia, su tierra, le tirará más que ningún otro sitio.
No especialmente. Me tira sobre todo por las personas que hay allí, porque están mis abuelos y es donde nos juntamos todos en Navidad y en verano.
Con el historial que tiene, ¿le gusta viajar o ya está cansado?
Me encanta conocer sitios nuevos. Me gusta viajar al extranjero, conocer nuevas costumbres y nueva gente. Creo que eso es bueno para uno mismo.
¿Cuál será su próximo destino?
Un país asiático: Bután, China, la India... Aún tengo algunos meses, hasta verano, para pensármelo.
Dicen que los navarros somos cerrados, introvertidos, pero nobles. ¿Comparte esa opinión?
Sí que comparto lo de la nobleza. Luego habrá quien sea más cerrado y quien lo sea menos, aunque eso también depende de con quién lo compares. Está claro que en Andalucía, por ejemplo, son más abiertos en las relaciones, pero en Navarra he hecho muy buenos amigos y sé que lo serán para toda la vida.
Lleva seis años en Pamplona, ya casi es un navarro más. Sólo le falta correr el encierro.
No creo que sea para tanto, aunque es cierto que al llevar tanto tiempo aquí se te pegan cosas como el ¿qué pasa pues?o el me cago en sos (risas). No me veo corriendo el encierro, creo que soy bastante sensato y correr me parece insensato.
Cambiemos de tema. Usted es budista, algo no muy común por estos lares. ¿Cómo surgió esa inquietud?
Surgió hace tiempo. De pequeño me di cuenta de que, en mi día a día, yo era feliz cuando veía que los demás lo eran, cuando podía ayudar a los otros y provocarles una sonrisa. Luego crecí y descubrí que el budismo tenía muy trabajadas y conceptualizadas las cosas que yo pensaba y ponía en práctica. Gracias a mi madre y mi hermana, que empezaron antes que yo en este tema y me dieron libros y consejos, fui cogiendo experiencia.
Usted se toma el budismo más como una filosofía que como una religión.
Todo depende de lo que cada uno entienda por religión. Parece que las religiones son algo especial, pero luego ves a muchos cristianos que hacen todo lo que no hay que hacer como cristianos y a muchos musulmanes que no hacen nada de lo que indica el Islam. Para mí, el budismo es una mezcla entre religión y filosofía, y sobre todo una forma de crecer por dentro. Un modo de conseguir tranquilidad para entender tu propia situación personal.
Del 1 al 10, ¿cómo es de feliz?
Un 1, porque todavía no he encontrado la verdadera felicidad. Se nos vende que la felicidad es tener la mejor casa, el mejor coche y alcanzar los objetivos, pero creo que no es así.
Así que el dinero no da la felicidad.
Mi propia experiencia me dice que no. Tampoco la quita, claro, pero eso al final depende de cada uno. El dinero te puede ayudar, pero también te puede crear muchos problemas.
Si una persona que sufre para llegar a fin de mes le escucha decir que no es feliz, con el trabajo y la nómina que tiene...
Bueno, a lo mejor me he excedido un poco con el 1, mejor me pongo un 6 (risas). Está claro que esas personas lo tienen más difícil que yo a la hora de vivir su día a día, pero estoy seguro de que hay gente que es mucho más feliz que yo con menos dinero y menos cosas.
Está estudiando Informática. ¿Le gusta?
Sí, de pequeño me sentía muy cómodo con la tecnología y los ordenadores, se me daban bien. Terminé los estudios, me planteé qué hacer y salió esto. También pensé en estudiar Historia, pero soy más de resolver problemas que de memorizar.
¿Cómo es un día normal en su vida?
Me levanto a las ocho y cuarto y leo o hago un poco de meditación antes de desayunar e ir a entrenar. Antes del entrenamiento hacemos un poco de gimnasio y después me voy a casa a comer, siempre que no tenga que hacer la compra u otros recados. Después duermo la siesta o descanso viendo la televisión o leyendo, y por la tarde hay días que aprovecho para estudiar y otros en los que salgo a tomarme un té con los amigos. También trato de hacer otro tipo de cosas. Por ejemplo, ir al cine.
Parece un tipo tranquilo.
Intento estarlo, y cuando grito siempre lo hago de forma consciente, nunca alterado porque me haya superado una situación. Suelo gritar para que se me vea enfadado, porque si te ven tranquilo se te pueden subir a las barbas. Llega un momento en el que tengo que demostrar ciertas cosas: soy tranquilo, pero si tenemos que pegarnos tú vas a salir perjudicado (risas).
Una amiga mía me dijo que le preguntase qué es lo que hace para ser tan guapo.
Nunca me han preguntado eso, y la verdad es que me da hasta vergüenza. No tengo ningún secreto, sólo cuido mi alimentación y entreno todo lo que puedo.
¿No se considera guapo?
A veces me veo hasta feo (risas). Me considero gracioso y tranquilo, pero guapo no. Me quiero a mí mismo, eso sí, y estoy muy agradecido por todo lo que tengo, tanto por el físico como por la mente, pero no soy vanidoso o narcisista para nada.
¿Cómo lleva la fama?
La fama hay que saber digerirla. Yo soy de los que piensan que uno no tiene que dejar de hacer lo que le apetece por el hecho de ser famoso. Siempre que sean cosas buenas, claro, si son cosas ilegales es mejor no hacerlas porque te conoce todo el mundo (risas). Yo tengo claro que no soy más que nadie por el hecho de ser famoso, no estoy por encima de los demás.
En alguna entrevista ha afirmado que su ídolo es Gandhi.
Tengo muchos ídolos. Me fijo en las personas que han hecho cosas que iban en contra de las normas establecidas o los valores dominantes y han conseguido grandes cambios. Gandhi lo hizo en la India, pero también lo hicieron Teresa de Calcuta o Nelson Mandela. Y el Dalai Lama, que además de un maestro también es un ídolo para mí. Gente que demuestra cosas positivas y hace que todos nos unamos más.
Hace poco se le vio, como buen hijo orgulloso, en la presentación de 'El tatuaje', el libro que ha escrito su madre.
Para mí es una satisfacción enorme ver a mi madre tan contenta, y además ella ha conseguido ganar felicidad para los años que le quedan. No sé cuántos libros venderá, pero usó la escritura como terapia y le ha servido, así que mayor éxito no puede haber. Y la editorial le ha dicho que escriba el segundo... Eso te alegra como hijo.
Usted se lo habra leído...
Sí, y vi que tenía cierta cordura, aunque es un libro de ciencia ficción, extraterrestres y esas cosas (risas). Aparecen anécdotas nuestras, mías y de mis hermanos, y es bonito.
¿Le gusta la lectura?
Me gusta mucho, sobre todo los libros que te hacen pensar y te crean dilemas. Suelo leer sobre budismo, pero también sobre temas científicos y de aventuras.
Hace poco se inició en el mundo de Twitter. ¿Cómo se maneja con las redes sociales?
Hasta hace poco sólo tenía un Facebook privado para los amigos y la familia, pero decidí ir un paso más allá porque las redes sociales me parecen un método para conectar con la gente y transmitir cosas. He querido hacer una prueba a mi ego a ver qué me dice. Si soy capaz de vivir mi vida con normalidad sin estar pendiente de Twitter, seguiré. Si por el contrario veo que mi ego aún está bastante crecido, lo dejaré.
De momento sigue.
De momento, aunque he leído cosas buenas y malas. Pero me parece una buena herramienta para relacionarte con la gente y ayudar a los demás, y de momento no tengo pensado quitármelo.
Ya le han caído palos después de alguna actuación desafortunada en la portería.
Hay que saber aceptar los palos. Yo siempre trato de sacar lo positivo que hay en las críticas, porque creo que eso sirve para mejorar. No es fácil, porque hay críticas que duelen, pero si sabes asimilarlas y analizarlas puedes salir reforzado.
¿Cómo le afecta la crisis a Andrés Fernández?
Yo me considero un privilegiado por mi situación. Lo peor es cómo le afecta a las personas cercanas, amigos y familiares, gente que lo tiene difícil para encontrar trabajo, sufre recortes por todos lados y no puede vivir igual que antes. Eso es lo más importante. Y en el fútbol, aunque no lo parezca, también se nota.
¿Cree que la crisis sería más llevadera si fuésemos más solidarios?
Lo que creo es que la verdadera crisis que hay en España es una crisis de valores, sobre todo en las personas que gobiernan. Me estoy leyendo un libro de Aristóteles, Ética a Nicómaco, en el que se dice que el buen político es aquel que busca el bien de los ciudadanos y no su bien particular, y en este país eso no es así. Nosotros vemos normal que los políticos se aprovechen de su condición para su propio beneficio, pero también vemos normal robar y defraudar impuestos. No es así, hay una crisis de valores evidente.
¿Le interesa la política?
Algunos amigos míos se ríen porque siempre digo que me voy a comprar una isla y voy a montar allí mi propio país (risas). Para mí la política carece de sentido cuando el político no busca la felicidad de los demás. Eso no ocurre, y es lo más importante. ¿Sabes lo que ocurre en Bután? Allí existe el coeficiente de felicidad: los gobernantes pasan unos cuestionarios a todos los habitantes para medir su grado de felicidad, y en función de los resultados se llevan a cabo políticas para mejorar. En España, en cambio, los políticos están más pendientes de llevarse dinero sin que les pillen. ¿Que si me gusta la política? Tal y como está ahora, no. Ojalá se pudiese reiniciar desde cero, es lo que aquí necesitamos.
Los que mandan dicen que la crisis ya ha tocado fondo.
Será un alivio para mucha gente, sí, pero hay que ir más allá. Hacen falta políticas de cambio, transparencia. Resulta que me puedo meter en el Facebook y en el Twitter de todo el mundo pero no puedo conocer las cuentas de un Ayuntamiento. ¿Por qué? Porque no interesa. Y así volvemos a la crisis de valores.
Mientras, los jóvenes siguen emigrando en busca de oportunidades.
Tengo muchos amigos que se han ido fuera. Incluso mi hermana, que es investigadora, tuvo que irse a Israel un tiempo. Es lo que hay, ojalá se pudiera cambiar el panorama con una varita mágica.
¿Ya sabe lo qué va a hacer cuando se jubile?
No lo sé, veo la jubilación muy lejos. Lo que tengo claro es que no voy a vivir con ostentación, porque se puede vivir sin gastar mucho dinero. Me gustaría montar una fundación, una ONG o algo así. También me gustaría terminar la carrera, sacarme el título de entrenador, perfeccionar mi inglés, aprender otros idiomas...
¿A qué se dedicaría si no fuese futbolista?
A mí de pequeño me tiraba ser bombero (risas). Quería ser futbolista, nunca tuve en la cabeza otra cosa. Eso además de los estudios, porque en el colegio también me lo pasaba bien, aunque suene raro. Al final sí que voy a estar un poco loco, como buen portero (risas).
¿Era buen estudiante?
Sí, siempre he sido de hacer las tareas y llevarlo al día. Aunque también era un poco pillo y travieso.
¿Hizo alguna trastada que pueda confesar?
Hacíamos cosas sin maldad, para reírnos un rato, nunca para hacer daño a otros. Una vez la profesora nos tuvo que atar a una silla porque no parábamos. Y hay cosas peores.
¿Por ejemplo?
Tirábamos agua en el pasillo para llegar corriendo, tirarnos al suelo y resbalar, pero una vez nos cerraron los grifos del baño y no se nos ocurrió otra que mear en el pasillo. Llamaron a mi madre, me olió la ropa y me echó una buena bronca.
Para terminar, ¿qué deseo le pide al 2014 que acaba de comenzar?
Le pido que me dé la capacidad de crear las causas y condiciones de lo que quiero en mi vida. Me explico: si yo soy de una forma, quiero ser capaz de crear las causas y condiciones para seguir siendo así, que nada ni nadie me cambie y me haga perder las ganas de ser así.
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