¿Hay complot arbitral?
Lo vivido ayer en El Sadar no tiene mucha lógica y genera demasiadas dudas sobre la competición y el futuro de Osasuna. En las últimas jornadas se ha extendido entre el osasunismo la teoría de que Osasuna no va a perder la categoría este año por su deuda y sus problemas económicos, ni por el amaño de partidos, ni tan siquiera por cuestiones meramente deportivas, sino que lo hará por los arbitrajes, teledirigidos por el nefasto presidente de la LFP, Javier Tebas, y otras autoridades futbolísticas que ven asegurado de esta forma el descenso de un equipo molesto, un descenso que serviría de cortina de humo para tapar el volcán en el que puede convertirse todo el caso de los presuntos amaños de partidos, ya que con él, si se sigue tirando de la manta, terminaría por afectar posiblemente a todos los equipos de la LFP, y con ello se pondría en cuestión incluso el actual fútbol profesional.
Realmente esta teoría de la conspiración o complot arbitral resulta increíble. Suena incluso a fábula. Sin embargo, después de lo visto ayer en El Sadar, uno ya no sabe qué pensar, porque la corrupción y las malas artes tienen caminos inescrutables. Es cierto que Osasuna ha sufrido esta temporada arbitrajes pésimos, que le han perjudicado claramente, pero lo de ayer no tiene nombre. Lo del madrileño Valentín Pizarro Gómez es para dudar de todo: o es muy, pero muy malo, o buscó el daño de Osasuna de forma premeditada. Lo cierto es que los minutos vividos por Osasuna hasta que el Numancia marcó su gol pareció una persecución, con errores de bulto que perjudicaron claramente al primer equipo navarro (amarillas a un equipo sí y a otro no, errores en faltas, expulsión de Cedrick o el gol legal de Loé anulado). Después del 0-1, Pizarro Gómez se tranquilizó y realizó un arbitraje más normal, incluso ligeramente compensatorio hacia Osasuna.
Al margen de esas teorías del complot y de ese pésimo arbitraje, lo cierto es que Osasuna no pudo pasar del empate y que comenzó el partido sin confianza, nervioso, sin concentración ante un Numancia más puesto e intenso, que presionaba muy bien y se hacía con la posesión del balón y los rechaces. Nekounam y Loé no tuvieron el control del centro del campo.
Osasuna, que jugó sin los canteranos más jóvenes, no reaccionó hasta la injusta expulsión de Cedrick en el minuto 18. Con 10, la rabia y la mala leche le hizo meterse al equipo rojillo en el partido. Presionó mejor y redobló su esfuerzo físico para cubrir la ausencia de Cedrick. Lo logró y mereció adelantarse, pero el árbitro se lo impidió al negarle un gol legal de Loé.
El mazazo del tanto logrado por Vicente en una gran jugada del Numancia al filo del descanso en la que puso en evidencia al lateral y a los centrales rojillos, no amilanó a Osasuna. Siguió con ese espíritu de rebeldía que le llevó a empatar el partido al inicio de la segunda parte. Sin embargo, el enorme desgaste físico realizado, no siendo bien compensado con los cambios realizados por Mateo, le llevó a retrasar sus líneas y, de forma ordenada, aguantar el resultado hasta el final.
El punto sumado le saca de los puestos de descenso, y eso siempre es una alegría tremenda, pero no le hace salir de esa larguísima y pésima racha de 11 partidos sin ganar, habiendo sumado 3 puntos de 33 posibles. Son números de descenso, y el punto de ayer sólo le vale si va acompañado de una victoria en Ponferrada el próximo sábado.