pamplona - A primeros de junio de 1919, Augusto Vizcarra Prados remitía a la prensa un comunicado en el que daba cuenta de la constitución de la Sportiva Foot Ball Club. Unos días antes, la nueva sociedad había tramitado ante el Gobierno civil su reglamento. Aunque el objetivo del club era dedicarse a “toda clase de sports”, su nacimiento fue celebrado porque venía a llenar el espacio dejado por el Amaya, equipo de fútbol de corta vida ya que estuvo en activo entre enero de 1916 y 1917, aproximadamente.

La Sportiva es la semilla de la que nacerá Osasuna 17 meses después. Sus fundadores, directivos y futbolistas continuarán con la actividad, alternando o repitiendo funciones, sin abrir un paréntesis en el tiempo: los socios que acudieron a la asamblea general extraordinaria celebrada el 24 de octubre de 1920 entraron siendo miembros de la Sportiva y salieron perteneciendo al recién nacido Osasuna, según consta en el acta de la fecha remitida al Gobierno Civil.

Sin el germen de la Sportiva no hubiera existido Osasuna. La aportación del New Club, citado en todas las referencias en igualdad de condiciones en una supuesta fusión, no pasa de testimonial. En realidad, lo que ocurrió en las dos asambleas celebradas en la semana del 16 al 24 de octubre fue una reforma de estatutos con elección de nueva directiva (Eduardo Aizpún pasó de ser presidente de la Sportiva a primer presidente de Osasuna) y cambio de nombre.

Además de Vizcarra, deportistas de la época como Francisco Altadill Aldave, Eduardo Aizpún Andueza, Joaquín Rasero Arrivillaga, José María Navaz Sanz e Inocente San José, entre otros, personalizan ese nexo de unión entre el club troncal y el incipiente Osasuna. Cambiaron la camiseta blanca por la roja (el blanco volvía a utilizarse cuando había coincidencia de colores con el contrincante) y desde los primeros partidos lideraron el fútbol en Pamplona con vocación de proyecto a largo plazo.

Una ciudad aquella que con poco más de 32.000 habitantes en 1919 tampoco daba para formar muchos equipos. De ahí que los nombres de los protagonistas se repitieran en las alineaciones desde los tiempos del Pamplona Foot Ball Club (Eduardo Aizpún) o el más reciente del Amaya, en el que jugaron los luego rojillos hermanos Pi, Gorráiz, Echarren, Gortari, Jaén, Navaz, Pinillos, ldoate y de nuevo Aizpún, quien personifica como nadie el tránsito desde los albores del fútbol en Pamplona al nacimiento de Osasuna.

la formación

La primera sede social, en Navarrería

Con fecha 23 de mayo de 1919, la junta directiva de la Sportiva remitía al gobernador civil su reglamento. El documento lleva la firma de Luis Emperador, Alberto Marqués y Felipe Esparza. Tiene su sede en el tercer piso del número 31 de la calle Navarrería. El apellido Marqués aparece en uno de los dos equipos de Osasuna que disputan un partido de entrenamiento el 30 de octubre de 1920. También el de Esparza, que tiene un papel relevante en la escisión vivida en el seno del club.

El libro Osasuna, campeón de Navarra, publicado en 1942 por Ángel Goicoechea, recoge unas manifestaciones que atribuye a Esparza en las que este relata el proceso de formación de la Sportiva. Sin concretar fechas, detalla que un grupo del que formaban parte él, Vizcarra, Ángel Olaz, Fernando Rivas, Francisco Altadill y Félix Azagra Noáin convocaron por la prensa una reunión para quienes estuvieran interesados en formar una nueva sociedad. “Acudieron unas veinte personas. No se me olvida que justamente se pudo formar un equipo. Allí mismo quedó constituida la Sociedad con el nombre de Sportiva. Se hizo una colecta para comprar un balón y cada jugador del equipo tuvo que adquirir de su bolsillo particular la camiseta, pantalón y botas, si no quería jugar con alpargatas”, expone.

Con el fútbol en horas bajas en Pamplona, los rivales que encontró la Sportiva en aquellos meses fueron los equipos militares (por la guarnición de Pamplona pasaron buenos futbolistas, que después llegaron a alinearse con Osasuna) y más adelante la Deportiva, equipo promovido por jóvenes de ideología carlista.

Cuenta también Esparza en esas mismas declaraciones que las porterías eran propiedad de los militares y que las transportaban en un carro al terreno de juego habilitado en la Media Luna.

los objetivos

Fútbol y pedestrismo

El artículo 1 del reglamento de la Sportiva deja claro que la práctica del “foot-ball” es el principal argumento de la sociedad. Pero eso no lleva a sus promotores a descuidar otras disciplinas, como el pedestrismo. Así, en marzo de 1920 organiza una prueba que tiene gran éxito de participación por el número de inscritos. En este sentido, resulta curioso que el artículo 5 del citado reglamento recoja lo siguiente: “Para poder ingresar como socio de número se requiere haber cumplido diez y seis años de edad y ser de buena constitución física”.

Ese afán pluridisciplinar, que no contemplaba al fútbol como único referente de la sociedad, se conserva después en Osasuna, que, como es público, lleva por delante un significativo Club Atlético, hoy solo simbólico. Pero las carreras a pie y el ciclismo fueron dos actividades que Osasuna divulgó y sostuvo en sus primeros años de vida.

Algunas de aquellas competiciones atléticas tenían lugar en el descanso de los partidos de fútbol; así que no era extraño que participaran futbolistas de la Sportiva.

Una alineación frecuente de aquel equipo era: Rasero; Guelbenzu, Aldave; Altadill, Goñi, Ayala; Idoate, Gamarra, Moreno, Azagra y Meaurio. Este fue el once que el 4 de julio de 1920 se midió con el del Regimiento de la Constitución.

De aquellos futbolistas escribió Félix Ilundáin, jugador de Osasuna en los años treinta y luego periodista: “El fútbol en Pamplona eran los punterazos de Néstor Aldave, los regates inacabable de Idoate, el atuendo impecable del portero más pera que ha tenido el fútbol español, que era Joaquín Rasero, y la simpática figura del pequeño interior Gorráiz que siempre salía con unos calzones que le llegaban hasta las espinillas”.

La portería estaba defendida por Joaquín Rasero, que alternaba con Mendaza. Posteriormente a esa fecha de julio, Rasero (que había regresado de Santander, donde jugó en las filas del Racing) abandonará la Sportiva por discrepancias. Con él lo hacen también Vizcarra (que había sido sustituido anteriormente por José María Navaz en la presidencia), Esparza, Marqués, Olaz y Rivas. Según la versión de Esparza recogida en el libro de Goicoechea, “disgustados por causas internas nos dimos de baja de la sociedad?”. No hay más explicación sobre los motivos.

El disgusto, de cualquier forma, no duró más de lo que dura un verano. No hay documentos que constaten que el New Club llegara a constituirse como sociedad y en prensa no aparecen referencias a que hubiera llegado a jugar algún partido.

la renuncia

Un proyecto para el futuro

Por encima de discrepancias individuales, la gente de la Sportiva tenía muy claro que la fuerza mayor que les impulsaba, por encima del nombre de la sociedad, era formar un equipo de fútbol sólido y de futuro, como ya había en otras ciudades cercanas. Hay mucho de renuncia y de compromiso en la decisión de enterrar un proyecto para continuar con otro que acogiera a los disidentes. En las páginas de El Pueblo Navarro ponían en valor esa mirada a largo plazo: “La Sportiva Foot Ball Club, que durante mucho tiempo ha sostenido en Pamplona la afición a estas cosas laborando constante y calladamente, ha dado una nueva prueba de sus entusiasmos y de sus sanos propósitos prestándose a cambiar el nombre de la sociedad. Y, por otra parte, un numeroso grupo de muchachos fuertes que antes tomaron parte activa en estas luchas, ha sabido renunciar a constituir una nueva entidad (el New Club), por entender que con ello hacen un bien y contribuyen mejor a la educación física del pueblo. Reunidos todos estos elementos, sellaron la unión, acordando cambiar el nombre de la Sportiva Foot Ball Club por el de Osasuna”.

Si algún día los avatares judiciales y administrativos del fútbol profesional abocan a Osasuna a una indeseada desaparición y ni el nombre puede recuperar, la Sportiva aguarda, para renacer, en el comienzo de la historia. En sus mismas raíces.