pamplona - Osasuna encontró el camino del gol en casa y, ante uno de los rivales más flojos que han pasado por El Sadar, se llevó los tres puntos con comodidad, merecido y sin notar presión de su oponente, ni tampoco muchos sustos. La llave del gol, perdida en otros partidos como local, tardó en ser hallada pero, una vez abierta la puerta del Llagostera, ya no hubo posibilidad más que la de un final feliz. Dicha que se venía escapando en los encuentros de aquí, donde no se quedaban los tres puntos desde el mes de noviembre.

Nino sacó a Osasuna del atasco, Berenguer metió tierra de por medio y Maikel Mesa puso en mayúsculas el marcador en uno de los encuentros más cómodos en El Sadar de la temporada. El Llagostera, sin pegada ni recursos cuando el partido se le puso cuesta arriba, fue el invitado ideal para la reafirmación de los rojillos en la clasificación -a un solo punto del segundo- y la recuperación de las sensaciones en su estadio. Presa del infortunio unas tardes, maltratados por la falta de puntería en otras, Osasuna estuvo a punto de comsumar una goleada mayor en uno de esos partidos del montón, despachados con la burocracia que se exigía, con oficio y sin fuegos artificiales. Y eso que hubo lances y momentos para la delicatessen, firmados casi todos ellos por Roberto Torres. Del centrocampista de Arre salieron controles espectaculares y algunas pillerías que alimentaron el reconocimiento del respetable. En el equilibrio entre la eficacia y la brillantez -porque hay futbolistas para las dos cosas-, Osasuna emite señales como para caminar seguro en esta segunda vuelta recién descorchada. Encuentros como el de ayer, en los que se debe cumplir el expediente y nada más, son los que colocan a los equipos en una situación u otra al final del campeonato.

El partido presentó un escenario conocido y, de hecho, lo mejor del primer tiempo estuvo en el descuento. Nino, que lleva varios partidos peleándose con todo el mundo, incluido él mismo, ya se había enojado con todos los defensas, el árbitro, aunque venía pisando el área con peligro en varias intervenciones. En la última jugada, en el añadido, el delantero soltó un zurdazo y, tras la intervención del portero René -el mejor del Llagostera-, remitió por fin el rechace al fondo de la portería.

Hubo liberación para el delantero -que andaba reñido con el gol pese a buscarlo con ese fútbol de carácter que le caracteriza- y también para Osasuna que, en una primera mitad de dominio casi absoluto, veía cómo se le negaba el premio del gol tras haber hecho muchas cosas bien, como lo viene haciendo. Centrar con sentido, pisar las bandas con reiteración y combinar en el borde del área, desde donde dos disparos de Kodro se habían erigido en las dos mejores ocasiones para marcar, no habían sido suficiente para ir ganando. Demasiado de lo mismo en una historia conocida en casa que, como también es sabido, ha llevado en varias ocasiones a finales desesperados y crispados.

Abierta la puerta del partido por el insistente Nino, Osasuna disfrutó de un partido comodísimo en el que no ocurrió casi nada, solo los goles de los rojillos que llegaron como concesiones del Llagostera que, como quería atacar y no sabía cómo -tampoco tenía un plan claro-, acabó metiéndose en apuros. El equipo de Martín aparentó ceder al mayor interés de su rival, que en ningún momento tuvo el gobierno del partido ni tampoco creó ocasiones. El Sadar toleró uno de los segundos tiempos más mortecinos de la temporada porque los rojillos no anduvieron sobrados con el picante y los invitados tampoco estaban para condimentar nada.

Sostenido el partido en un tono gris, en dos contras excelentes, Osasuna remató la faena. En la primera, Roberto Torres -que ya le había buscado las cosquillas a una defensa descolocada y atropellada- le cedió un balón estupendo a Berenguer que el canterano culminó tras completar un sprint de velocista y remate junto al palo. También en un contragolpe, tras un córner de los catalanes, los más hambrientos fueron Berenguer, Oier y Mesa, que salieron como flechas, tramitaron la jugada los dos primeros -el pase de un lado al otro del campo- y el tercero liquidó el encuentro con el último gol. Con la guinda de un partido en el que el oficio habla de la solidez del equipo, que ayer recuperó a El Sadar como aliado.

OsasunaLlagostera

8Tiros a puerta1

5Tiros fuera2

3Ocasiones de gol3

16Faltas cometidas12

32Balones al área28

4Córners4

3Fueras de juego2

51%Posesión49%

12Intervenciones del portero13