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La Copa como ansiolítico

La Copa como ansiolíticoFoto: J. Bergasa/M. Saiz

Ansiedad. Es el primer diagnóstico de lo que le ocurre a este Osasuna. Lo reconoció el director deportivo, Braulio, tras el empate con el Huesca. Los síntomas venían de atrás, de la tarde del debut frente al Sevilla Atlético. Y si me apuran desde la pretemporada. El organismo del futbolista, el de cualquier persona, hay veces que no puede asimilar un alto nivel de exigencia, el intentar hacerlo todo bien, de inmediato y en poco tiempo. Se le viene el mundo encima. Es lo que le está pasando a la plantilla y también a los rectores del club. No era tan difícil haber vocalizado en julio la palabra per-ma-nen-cia, o tran-si-ción, o com-pe-tir o agarrarse al tópico del partido-a-partido. A Osasuna no le va el salir de favorito: lo dice la historia y con eso basta. La humildad que Fermín Ezcurra predicaba hasta la exageración no deja de ser una coraza contra los varapalos de la competición. Y Osasuna ha arrancado la temporada con ansiedad, apremiados el entrenador y los jugadores por demostrar su poderío desde el primer día, urgidos también por dar cobertura a esta junta directiva para presentarse fuertes ante la asamblea de compromisarios y poder concurrir sin críticas ni rivales a las inmediatas elecciones. Dicen que la ansiedad no solo acecha al vestuario sino que se ha extendido a los despachos ante la eventualidad de que vengan mal dadas y alteren los planes de los dirigentes. Es un estado de excitación de ida y vuelta que amenaza con descargar en mayor medida en el entrenador, la parte más débil en situaciones de crisis. Ya se ha visto en la Liga (y también en la Copa) que a Diego Martínez no le salen los planes, bien por lances del juego (fueras de juego o remates al palo...) o de desarrollo del sistema y elección de jugadores. La paciencia, ante este estado de cosas, siempre tiene un valor terapéutico; el entrenador necesita tiempo y un torneo de 42 partidos se lo otorga de sobra. Diego Martínez debería estar inmunizado y tranquilo; tendrá que aprender a lidiar con preguntas incómodas desde la certeza de que todo el mundo quiere lo mejor para su equipo. Recuerdo que Rafa Benítez solo obtuvo un margen de nueve partidos en la temporada 1996-97 antes de su destitución y ahora hay que ver su currículum como entrenador. Esta victoria en Copa, aunque agónica, debe tener el efecto relajante transitorio de un ansiolítico. Veremos si eso permite experimentar una mejoría en Vallecas. Como recomiendan los especialistas, hay que visualizar siempre en positivo. Pese a todo.

Otros síntomas.- Ahora, atacar los síntomas es lo más urgente. Porque Osasuna castigó ayer a sus hinchas durante noventa minutos con un fútbol miserable, para huir corriendo del campo. El entrenador sigue sin resolver la salida del balón, en los pies de los centrales en la mayoría de ocasiones; los once de rojo parecen, dos meses después, un grupo de desconocidos por su descoordinación, falta de acoplamiento y desconocimiento de los movimientos; al equipo, por todo lo anterior, le falta ritmo y, remata sus síntomas, con errores de bulto al defender jugadas a balón parado. Ayer, además, los fallos de Manu Herrera y la falta de acierto en el remate de Xisco empeoraron más aún las cosas. Aquí, ya se ve, hay trabajo porque no solo es un problema de ansiedad sino de concepto, de lo que no se hace y de lo que se debe hacer.