pamplona - El primer partido en el que no marcó le salió muy caro a Osasuna, que en esta eliminatoria a todo o nada, a un solo combate, le bastó un gol de rival para despedirse de la Copa. Un error defensivo, en los momentos más bajos del encuentro de ayer, sirvió para que el conjunto andaluz marcara el único tanto del encuentro y que Osasuna, en esta ocasión, no lograra herir la portería contraria en una de sus demostraciones de abnegada insistencia.

Los rojillos, que terminaron también ayer con la racha de encuentros consecutivos con victoria, ofrecieron una imagen alejada a la de los últimos partidos, concedieron demasiados minutos de calma a su rival y no les alcanzó para concluir con premio el esprint al que se aplicaron durante la segunda parte, donde mejoraron la imagen y crearon algún apuro. Fue una despedida discreta a una competición a la que se mira de reojo desde hace tiempo tras las glorias pasadas.

El Cádiz fue un equipo más peligroso en la primera parte y fruto de ello se mereció el gol definitivo de Barral. Osasuna no cerró por la banda la carrera de Moha y la defensa fue pillada sorprendentemente con todas las puertas abiertas, llegando a rematar de cabeza el delantero sin oposición alguna. El equipo local había firmado un fútbol vertiginoso, con buena producción de centros y situaciones de peligro, ante un Osasuna realmente incomodado en cuanto tenía que reunirse en torno a su portería.

En el otro lado del campo, en el área rival, el equipo de Diego Martínez también puso numerosos centros pero, en esta ocasión, el peligro fue nulo, sin rematadores en el momento oportuno, o sólo disparos desviados o flojos que no crearon peligro para el meta local, Yáñez, al que no probó Osasuna. Pese a que el conjunto navarro parecía tener un plan de acción definido, con profundidad desde los carriles y apoyos por el centro como opciones, no hubo capacidad para inquietar al Cádiz, que se marchó al descanso después de haber estado dominado, pero tirado a la bartola, nada contrariado.

Osasuna jugó con un sistema distinto, con tres centrales, carrileros, un solo punta respaldado por medios más ofensivos, cercanos a él, pero también repartió papeles de titularidad a un buen número de caras nuevas. Como en un equipo de cantera se debe hacer recuento de chicos salidos de la factoría a cada partido -lógica obligación pese a quien pese-, en la alineación titular de ayer el técnico profundizó en los futbolistas de Tajonar para colocar hasta cinco entre los elegidos. Por ahora integrantes de la segunda unidad, porque otros andan más finos y cuentan más para la Liga, Diego Martínez entregó la oportunidad a hombres como David García -un chaval que acumula cien partidos y deberá mejorar para abandonar el banquillo-, Aitor Buñuel y Miguel Díaz, que debutó oficialmente esta temporada, junto a otros más habituales como Oier y Unai García.

El examen resultó dispar y los nuevos, fundamentalmente, notaron que no tienen la misma chispa que los que se llevan por ahora la confianza del entrenador. La nota discordante, sin embargo, la puso Kike Barja que en los poco más de quince minutos que estuvo sobre el terreno de juego demostró lo que se sabe de él, que es un tipo de banda de quiebro fácil y que tiene capacidad de sobra para buscarle las costuras a los defensas, que no suelen estar felices con estos extremos rápidos y voraces.

Barja, de hecho, fabricó una de las pocas jugadas de Osasuna en el segundo tiempo en la que se notó algo de emoción, de proximidad con el gol. El chaval enredó en el área a su zaguero y soltó un centro-chut al que no llegó nadie. No es que la acción supusiera un peligro evidente para el meta Yáñez, al que Osasuna no hizo tirarse en toda la noche, pero sin embargo fue un buen ejemplo de la poca dinamita que enseñaron los rojillos en el Carranza. Y eso que el equipo de Diego Martínez mejoró en la segunda mitad, se atrevió más y se quitó de encima parte del sopor con el que había transitado en los primeros 45 minutos. Osasuna hizo en los cinco minutos siguientes al descanso más que en todo el primer tiempo, con un par de intentonas a cargo de David Rodríguez y De las Cuevas que hicieron aparecer al portero local.

Fueron unos minutos para la esperanza de Osasuna, que pareció estar mucho más activado que en una primera parte muy mala y en la que, por unos instantes, parecía que podía haber margen para la reacción. Diego Martínez fue introduciendo cambios en el equipo, aportando perfiles nuevos para mejorar el tono ofensivo y así estuvo Osasuna hasta el final, porfiando en pos de la portería rival, mostrándose entonces el Cádiz como un equipo organizado. El penalti fallado en el tiempo de descuento por David Barral no puso más distancia en el marcador porque no la hubo, en otro partido igualado y tosco, versión Copa de la Liga de Segunda. Que es la aventura que interesa.

CádizOsasuna

3Tiros a puerta3

6Tiros fuera3

3Ocasiones de gol1

15Faltas cometidas8

31Balones al área32

5Córners2

1Fueras de juego0

34%Posesión66%

3Intervenciones del portero1