Osasuna regresó ayer de Oviedo sin poder sumar punto alguno a su casillero merced a la actuación estelar de Ibrahima Balde, el que fuera jugador rojillo en la temporada 2011/2012 y que desde el pasado verano milita en el conjunto carballón tras pasar cuatro cursos en el Kuban Krasnodar ruso, otro en el Stade de Reims francés y uno más en Cluj rumano. El delantero senegalés no marcó, pero desequilibró la contienda contra su exequipo saliendo desde el banquillo. Fue una remontada casi por arte de magia, porque Ibra molestó lo suficiente a la zaga del conjunto navarro para que el Oviedo empatara el partido casi sin tirar a portería (Unai García, que había adelantado a Osasuna en el minuto 3, firmó también el empate de los locales con un tanto en propia puerta), después forzó la expulsión de un excesivamente impetuoso Lillo y el bloque asturiano sacó tajada de su superioridad numérica con el tiempo casi agotado gracias a un gol de falta directa de Saúl Berjón, que contó, no obstante, con la colaboración del portero Rubén, que pudo hacer algo más para evitar la diana.

Fue pura magia la de Ibra, aunque a la victoria del Oviedo también habría que añadirle la firma de su entrenador. Con el marcador en contra, Juan Antonio Anquela retiró a uno de sus tres centrales del terreno de juego para dar entrada a un delantero. Se marchó Forlín y le sustituyó Ibra. Fue un cambio con premio, porque el delantero africano puso en jaque a la defensa de un Osasuna que tal vez no mereció llevarse botín alguno del Carlos Tartiere, como tampoco mereció un arbitraje tan permisivo de Vicandi Garrido. Los centrales del Oviedo cosieron a patadas a Brandon, pero fue Lillo el que, víctima de su fogosidad, acabó en el vestuario antes de tiempo por doble amarilla.

La cuestión es que el equipo rojillo perdió una gran ocasión para volver a sumar a domicilio -tras el empate en La Romareda contra el Zaragoza (1-1)-, sobre todo porque el partido se le puso de cara en el tercer minuto del partido merced a un gol de Unai García. Pero después, la nada y un Oviedo que, sin hacer cosas del otro mundo, pudo remontar. Consumidos ya los 100 primeros días de Jagoba Arrasate como entrenador de Osasuna, cifra que cumplió el pasado viernes y que en política se suele tomar como referencia para hacer una valoración de la actuación de, por ejemplo, un presidente, a los rojillos les salen las cuentas como locales, pero fuera necesitan mejorar. Mucho y cuanto antes.