pamplona - La Liga fue una hija indeseada, fruto de un matrimonio por obligación; un compromiso a regañadientes entre clubes que no veían ningún futuro a la recién nacida competición, un gasto más para unas economías cortas de fondos, repudiada por los aficionados y a la que la prensa auguraba una corta vida. 90 años después, la difunta goza de una salud de hierro.

Las enconadas disputas entre maximalistas (clubes que habían ganado la Copa de España) y minimalistas (abogaban por una competición libre y profesionalizada) casi duraron un año hasta que alcanzaron un consenso en la composición de los grupos. Los clubes, tras algunas eliminatorias previas para realizar ajustes, quedaron repartidos en dos categorías: Primera y Segunda División, con la particularidad de que esta última estaba compuesta por dos grupos. Pocos quedaron conformes con el destino asignado, entre ellos Osasuna, que en principio contaba con competir en el primer grupo de Segunda. La Liga no seducía al club pamplonés, que un año después renunció a participar en la recién formada Tercera División y prefirió organizar torneos con equipos vecinos.

Pero antes de ese exilio momentáneo, hubo un primer partido en aquel denominado Campeonato de Ligas que inauguraron diez equipos en Primera y veinte en Segunda. Todos (menos el Iberia de Zaragoza) sobreviven en la actualidad. Los de la división de honor abrieron el fuego el 10 de febrero de 1929; el resto, a expensas de que Racing de Santander y Sevilla resolvieran su destino en un partido de desempate, debutaron el 17 de febrero. A Osasuna le tocó hacerlo en Zaragoza.

Para tener una idea del desdén que el torneo provocaba en Pamplona basta con hojear los periódicos de la ciudad; uno afirmaba que el primer partido era contra el Murcia; otro, que contra el Tolosa; y un tercero sí que acertaba con el nombre del Real Zaragoza. No es extraño este desnorte, fruto de la abulia y de los malos augurios. Así, Diario de Navarra vaticinaba “un fracaso inminente” de una liga que “ha sido acogida sin interés”, una “caricatura de campeonato” en la que los clubes “prevén un desastre económico”. Lejos del interés que provocaba el Campeonato de España (la Copa), en el Diario estaban convencidos de que el torneo en ciernes iba a registrar “retiradas prematuras”; y no iba descaminado, ya que en el reglamento de la competición estaban estipuladas las sanciones en caso de abandono.

Una opinión similar sostenía La Voz de Navarra; el órgano nacionalista subrayaba la oposición de algunos socios a que Osasuna participara en la Liga, “torneo perjudicial y antieconómico”, aunque razonaba, al hilo de las fechas, en el sentido de que “o se cierra San Juan hasta la próxima temporada o se juegan los partidos de liga...”. Parecidos argumentos a los que esgrimía El Pensamiento Navarro: “Osasuna se ha decidido a tomar parte (en la Liga) para evitar la quietud a la que en caso contrario se vería obligado aún contando con el inevitable déficit que los largos y costosos desplazamientos le han de originar”.

En el plano deportivo, Osasuna tenía la plantilla diezmada por lesiones o ausencias y a su jugador más relevante, Seve Goiburu, acechado por la presión del Real Madrid para incorporarle a su plantilla. En este escenario, el club rojillo debía encarar su debut en la Liga.

El partido

Estreno con derrota

Pese a contar con un alto número de bajas, Osasuna presentó en Torrero un buen equipo. Estaban ausentes Ariz I y Chirri, por lesión; Iturralde y Ariz II andaban enfrascados en sus estudios; el enérgico Muguiro no estaba a punto y el delantero Chapeo seguía su largo proceso de recuperación en el sanatorio del doctor Arrillaga, en Elgoibar. Osasuna, además, debía atender un doble compromiso ese domingo, ya que estaba anunciada su presencia en Olite para el partido inaugural del campo del Erri-Berri.

De todas formas, el entrenador tenía dónde elegir. Desde el 6 de febrero había asumido la preparación Mariano Sagaseta de Ilúrdoz, deportista polifacético y uno de los introductores del fútbol en Pamplona. La formación que presentó en Zaragoza no era lo que en la época conocían como un equipo completo (el de los titulares), pero podía competir con garantías. Los once elegidos eran: Osés; Emilio Urdíroz, Apat; Martín Urdíroz , Sánchez, Gopegui; Josecho Sagüés, Seve Goiburu, Urrizalqui, Urzainqui y Jesús Goiburu.

Los problemas de Osasuna crecieron cuando a los pocos minutos de iniciado el partido Seve Goiburu sufrió una lesión en un tobillo. Retirado del campo, trató de volver al juego pero hubo de desistir en su empeño y se quedó en la caseta tras el descanso.

Diezmados, a los rojillos no les quedó más recurso que tirar de su casta, que entonces ya era una de sus señas de identidad.

En las filas del Zaragoza jugaba José Gurucharri, uno de los futbolistas con más clase que ha vestido la camiseta roja, y el también navarro Chomin Rey. Guru marcó el primer tanto del equipo local. El encuentro concluyó 2-1. Han pasado 90 años y nadie entiende hoy el fútbol sin la Liga.