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La afición se queda sin uñas

El ambiente | un millar de hinchas vibran con la postrera ocasión de gol marrada por Perea en un zentral a rebosar y que hoy vuelve a abrir sus puertas para ver el Albacete-Granada

La afición se queda sin uñas

Pamplona - Osasuna le ha cogido gusto a procrastinar, porque ayer perdió otra oportunidad de cerrar un ascenso a Primera División que, aunque todavía no es matemático, se puede considerar virtual porque el equipo lo tiene al alcance de la mano desde hace varias jornadas. La primera ocasión de conseguir un match ball la perdió por culpa de un empate sin goles en Alcorcón; la segunda se le escapó tras sumar sin jugar los tres puntos del Reus porque el Albacete ganó en el Cerro del Espino al Rayo Majadahonda; y la tercera se le esfumó ayer por culpa de otro empate a cero, un punto que le acerca un poco más a su objetivo, aunque para alcanzarlo antes del final del campeonato -concretamente esta noche- necesita que el Albacete no gane el Granada.

La cuestión es que la afición de Osasuna, que ya el pasado domingo se reunió en un buen número en el bar Zentral para seguir en directo el partido del Albacete, se multiplicó ayer en el mismo recinto para seguir in situ el Cádiz-Osasuna a través de una pantalla gigante. Fueron mil los que abarrotaron un local en el que los hinchas rojillos se volvieron a quedar sin uñas por los nervios, aunque confían en que vuelvan a crecer porque esta noche puede que se las vuelvan a morder entra las 21.00 y las 23.00 horas aproximadamente en el mismo lugar. Y es que Zentral abre sus puertas otra vez con motivo del Albacete-Granada del que depende el ascenso más prematuro de la historia de Osasuna.

A los seguidores del conjunto navarro se les nota algo ansiosos, con unas ganas bárbaras -por no decir locas- de festejar el retorno de su equipo a la máxima categoría, algo que hubiera podido ocurrir ayer si Luis Perea hubiera tenido más tino a la hora de rematar un gran servicio de Brandon a escasos minutos del final del partido. Pero no pudo ser. Así que Osasuna dejó para mañana -más bien hoy-, lo que no pudo hacer ayer y no aplicó bien la habitual monserga paternal de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.

En definitiva, que a Osasuna se le presenta esta noche otra ocasión de sellar su más que cantado ascenso -sólo una debacle de dimensiones siderales y una concatenación de resultados improbables le condenaría a disputar la promoción-, aunque si la bala de hoy no acierta en la diana, a los rojillos se les abrirá la posibilidad de subir de forma matemática el próximo sábado en El Sadar, su estadio, su casa, su hogar, el escenario en el que no conoce la derrota en todo lo que va de Liga, en el que sólo ha concedido dos empates en lo que va de curso -la única derrota la sufrió en Copa ante el Reus- y en el que acumula la friolera de 14 victorias consecutivas. Pero ahora toca esperar, aunque las uñas estén cada vez más cortas.