Pamplona Ignacio Perillán, primer secretario de Osasuna fue un juez republicano. Firmó las actas del club con el cambio de nombre. Encarcelado y a punto de ser fusilado, se salvó de milagro.

Ignacio Perillán Ortiz de Urbina nació en Tudela (Navarra) en 1900, su padre Martín era natural de Valladolid, hijo de Miguel Perillán, uno de los fundadores del periódico el Norte de Castilla, en sus inicios y hasta la Guerra Civil, defendía una línea editorial de corte liberal. Su madre, Ángela Ortiz de Urbina, era de Vitoria. Su padre era juez y en los años 20 preside la Audiencia Territorial de Pamplona. En su juventud en Pamplona, Ignacio destaca por su pasión sanferminera, su interés por el euskera, el deporte y, por supuesto, la fundación del Osasuna. Formará parte de ese grupo de veinte o treinta chiflados que se reunieron el Café Kutz y decidieron impulsar un nuevo proyecto: fundar Osasuna.

Es autor, junto a Eladio Zilbeti y Txomin Meaurio, de la idea del nombre de Osasuna. Suya es la firma del acta en la Asamblea Extraordinaria del 24 octubre de 1920 con el cambio de nombre del club: "Para encontrar el nombre vasco que necesitábamos fuimos comisionados el señor Perillán Ortiz de Urbina y este servidor de ustedes. Ninguno de los dos conocíamos el idioma vasco. Y recurrimos a mi difunta madre y a Chomin Meaurio, el exjugador osasunista (...). Sometidos que fueron a la Directiva, se eligió por unanimidad Osasuna, sin que en ello tuviera intervención alguna el señor Adoain, como se ha afirmado".

Éste es un extracto de la carta firmada por Francisco Zilbeti, publicada en el periódico El Pensamiento Navarro el 15 de octubre de 1947. Francisco era hermano de Eladio, fusilado en 1937, y escribe para defender la autoría de su Ignacio Perillán y su hermano, frente a la oficialidad que siempre ha defendido que la idea fue de Adoain. Sus nietos, que viven en Asturias, cuentan que Ignacio acudía a clases de euskera cuando vivió en Pamplona de joven, y luego en Estella. Cuestión que cobra relevancia y sentido tras leer la carta de Francisco Zilbeti. El nombre de su padre, Martín, aparece como una de las autoridades en el palco que asisten a la inauguración del Campo de San Juan en mayo de 1922, en calidad de presidente de Sala de la Audiencia. Aquel partido inaugural lo disputan Osasuna y Arenas de Getxo, uno de los equipos punteros de aquellos años. Vence Osasuna por 2-0. En aquel partido se homenajeó con un saque de honor a uno de sus fundadores: Eduardo Aizpún, el primer presidente de Osasuna, que firmó el nuevo Reglamento de la entidad. A día de hoy, esta cuestión, junto a la historia del nombre, quienes fueron los fundadores, los represaliados de la guerra, etcétera, la historiografía oficial del club, poco rigurosa y sesgadamente estudiada, no termina de reconocer.

La familia se traslada por razones laborales a Oviedo, donde el cabeza de familia fue presidente de la Audiencia Provincial. Allí, el joven Ignacio, estudiante de Derecho, conoce a Josefina Sarandeses y se casan en 1925 (en la misma iglesia donde se había casado Franco con Carmen Polo pocos años antes ). Ingresa en la carrera judicial ese mismo año, y su primer destino fue Sedano en Burgos. Solicita destino en Navarra en cuanto puede, para que su segundo hijo sea navarro como él, y consigue un traslado a Estella (1926). Fueron años muy felices; sin embargo, a su mujer le tiraba Asturias y regresaron, destinado como juez en Mieres en 1933, donde justo asistieron y sobrevivieron a la revolución del 34. Escuchaban los disparos y tiros de la revuelta minera, según recordaba uno de sus hijos.

Cientos de revolucionarios asturianos fueron asesinados, y los encarcelados inauguraron la cárcel de Ezkaba. Estos hechos llegaron a producir un fuerte movimiento de solidaridad con los presos en Pamplona, donde llegó a haber una huelga general en su apoyo. En el verano del 36, antes del inicio de la Guerra Civil, su suegro llevó a toda la familia a veranear a un pueblo fronterizo con Galicia, Tapia de Casariego. Allí les cogió el inicio de la guerra. De vuelta a Mieres, fiel a la República, siguió en su puesto de trabajo como juez hasta la entrada de las tropas golpistas, cuando fue detenido y encarcelado. Contaba su mujer que una noche lo sacaron de la celda para darle el paseíllo, con la fortuna de que un cuñado falangista impidió que lo asesinaran.

Del proceso judicial poco o nada han sabido sus nietos, nunca tuvieron acceso. Hemos comprobado en un BOE que fue destituido de su puesto de trabajo. Nos aseguran que era de ideas republicanas y progresistas. Que pasó una temporada en la cárcel y que al salir enfermó de una fuerte depresión y fue ingresado en el hospital de Valdecilla (Santander) hasta el fin de la guerra. Los primeros años de posguerra fueron muy penosos para él y su familia, el primer invierno en Lugo y luego ya instalados permanentemente en Tapia de Casariego donde Ignacio se ganaba la vida dando clases particulares, e incluso fue unos meses a vivir a Madrid a trabajar con un amigo notario. Posteriormente volvió a Tapia de Casariego donde comenzó a ejercer de abogado con gran éxito, hasta su reincorporación a la carrera judicial en 1961.

Su último destino fue la Audiencia Provincial de Badajoz. Nos cuentan que a partir de la guerra no volvió a hablar jamás de política. Nunca quiso regresar a Navarra por la ausencia de sus amigos perdidos en la guerra: encarcelados, muertos o exiliados. En cuanto a su participación en la fundación de Osasuna, es una vieja historia familiar que incluso sus nietos, 100 años después, repiten continuamente. Y la única palabra en euskera que conocen desde niños. Casualidades de la vida, su hijo Ignacio fue presidente del Real Tapia CF en los años 60. Todos los datos que hemos recopilados extraídos de hemeroteca y a través del testimonio de sus nietos que escucharon los relatos de su abuela Josefina, ya que él falleció en 1972 en Madrid y ellos eran muy pequeños. La abuela vivió hasta los 95 años y les contaba a menudo la historia de la fundación del Osasuna, club que consideran cercano a la familia. En estos tiempos de exsecretarios, exdirectivos y exgerentes acusados y juzgados por prácticas delictivas, lucrándose a costa de Osasuna, conviene reconocer y homenajear a muchos que dieron la vida o defendieron sus ideas con años de cárcel por la libertad y la democracia y que también fundaron éste club, le dieron un nombre y sembraron una semilla de emoción infinita: es el caso de Ignacio.