No debería de sacar Osasuna muchas conclusiones del encuentro de ayer ante el Real Madrid. Los rojillos realizaron una buena primera mitad hasta que notaron una importante falta de energía, provocada, principalmente, por la baja de Moncayola en el comienzo del partido.

Decir que la derrota es injusta, cuando caes 1-4, es excesivamente retorcido, pero lo cierto es que hasta los último diez minutos, los rojillos no fueron inferiores al Real Madrid. Es cierto que la lesión de Jon Moncayola trastocó mucho al equipo. Su marcha del campo y la ausencia de Oier obligaron a Darko a retrasar su posición y a Mérida a liderar la presión en tres cuartos, algo en lo que no termina de encontrarse cómodo.

Un equipo blanco que está bastante influenciado por el Cholismo de sus vecinos y donde prima defender (y pegar) antes que jugar con el balón. Con un portento como Fede Valverde, Osasuna notó muchísimo la ausencia de su ancla en el centro del campo. Por ahí, como reconoció Jagoba Arrasate, comenzó a irse el partido.

En un ambiente que no terminó de ser incómodo para el rival como es habitual, como enrarecido por todo lo ocurrido esta semana con lo del medio día del club, el Madrid no tuvo especiales problemas en darle la vuelta al gol de Unai.

Pero es que tampoco necesita nada para crear esos problemas. Los blancos aprovecharon cualquier resquicio, y sino lo crearon, para asestar dos golpes sin apenas haber creado ocasiones antes. Una marca en un córner, un rebote que parecía que iba a ningún lugar y, así sin más, Osasuna iba por debajo en el marcador.

Luego, la roca. Hasta que Osasuna cayó deslomado y entonces el Madrid aprovechó para acabar goleando un encuentro en el que los rojillos no merecieron semejante castigo.

Pero como se suele decir tras caer ante estos equipos, no era un partido de la Liga de Osasuna. Los rojillos seguro que pueden extraer conclusiones positivas y otras mejorables, pero lo mejor es limpiar la cabeza (y las piernas) y comenzar a pensar en que vienen dos encuentros importantes en los que los rojillos pueden dejar totalmente encarrilada la salvación.