Osasuna no está salvado. Queda poco, pero no lo está aún. Es importante recordarlo ya que la imagen de la primera mitad de Mestalla es para asustarse. Por suerte, la segunda enmendó el recuerdo, aunque no los puntos. Quedan ocho jornadas, hay margen de sobra, pero ahora vienen una serie de partidos contra rivales directos y es fundamental recuperar ese equipo aguerrido que enamora a sus aficionados.

No es descartable que, para eso, Arrasate tenga que meter de inicio a Torres y a Rubén García. Ayer ambos le dieron la vuelta a la tortilla con su entrada en el descanso. Aún no han jugado juntos ambos desde el comienzo y tal vez ya sea el momento. A Rubén cada vez se le nota mejor y Roberto tiene esa clase diferencial tan fundamental para Osasuna.

También va a hacer falta más claridad de cara a portería. Gallego le pone toda la voluntad del mundo. Se esfuerza horrores, como decía un antiguo cronista. Pero de ahí no pasa y se le nota con cierta ansiedad. Suena a la típica historia de delantero agobiado que explota cuando marca el primer gol. Ojalá sea así y, a ser posible, que sea pronto.

Y es que Osasuna necesita de todas sus armas para lo que se viene. Tras este inicio contra tres rivales de Liga de Campeones, ahora llegan otros más asequibles. De eso mal llamado "su liga" (como si contra los demás no contase). Los de Arrasate tienen que sumar y para eso necesitan dar la mejor versión de ellos mismos, algo de lo que no están cerca a la vista de los dos últimos partidos.

Y es que la primera mitad fue digna de ser definida por Pedro Piqueras: horrorosa, terrorífica, desastrosa. Y así. Osasuna no apretó, no defendió, no atacó, no hizo materialmente nada bien. Y si no llega a ser por el VAR y unos centímetros (o milímetros) de más aún se habría ido al descanso más castigado.

Jugar 45 minutos en Primera no suele valer. Contra equipos de arriba, menos. Osasuna tiene que espabilar, ganar un partido y disfrutar de lo que queda de camino sin sufrir. El descenso sigue estando muy lejos, por ello no es apetecible empezar a sufrir ahora, cuando llega el final. De momento los de abajo no aceleran y eso ha mantenido el margen, pero esto no puede seguir así.

A Arrasate se le vio en varios momentos especialmente desencajado y en otros enfadado (la pausa para la hidratación la podría haber firmado Pablo Laso y sus 'lasinas' en los tiempos muertos), pero consiguió reconducir al equipo.

El camino es la segunda mitad. Que no se olviden para el miércoles. De eso y de que Osasuna aún no está salvado.