o soy sospechoso de cuestionar el trabajo de Arrasate; creo, como la mayoría del osasunismo, que en el éxito del equipo el papel del entrenador es determinante porque no solo ha entendido y convencido a los futbolistas sino que ha sabido interpretar los deseos de la afición. Solo hay que ver el partido de ayer. Si no es el entrenador perfecto para Osasuna, le falta poco. Sin embargo, me sorprendió que en la convocatoria para este partido prescindiera de los chavales del Promesas con los que venía completando la nómina de 23 o 21. En primer lugar, su no presencia ayer confirma que iban como relleno ante la plaga de bajas y, en segundo, que cuentan poco, por no decir nada, en los planes de este final de temporada. Entre otras cosas y como dijo Arrasate el miércoles, porque va a jugar con los mejores, y porque, como no dijo, el primer objetivo es quedar lo más alto posible en la clasificación para conseguir el mayor botín económico posible. Vaya, que no es tiempo de oportunidades para novatos. Y aquí alguna influencia tendrá también la dirección del club en la toma de decisiones. Alguien dirá que hoy, después del 0-2, no toca hablar de esto. Quizá por eso hay que hacerlo: para que la euforia no nos ciegue.

En la pasada temporada, Arrasate dispuso entre cuatro y cinco canteranos en la alineación tipo; su principal aportación fue incorporar de continuo a Barja, tras contar muy poco para Diego Martínez en el curso anterior; y concedió un debut testimonial a Endika, Oroz y Javi Martínez, con Juan Pérez como damnificado en la lucha por la portería. En esta campaña, la media de jugadores de Tajonar en el inicio es de tres/cuatro, siendo cuatro la media de gente de la casa que interviene por partido. Cifra que, sea dicho de paso, no está mal para un equipo como Osasuna en una categoría en la que el nivel de los rivales es superior en presupuesto y plantillas, que componen la mayoría de ellos sin presencia apenas de jugadores de la tierra o de su cantera.

Pero la cantera no es un concepto desplegado en un plan de veinte folios; a la cantera se la alimenta también con gestos que asientan la confianza de los chavales del juvenil y del Promesas -y de las familias de los niños que juegan en categorías inferiores- de que tienen una puerta abierta si progresan y demuestran condiciones. Lo que no ayuda es mandar mensajes contrarios. Lo que no ayuda es conceder minutos a cedidos que aportan muy poco o a fichajes de escaso recorrido. Lo que no ayuda es que después de los progresos y el cambio de estilo en su juego de Javi Martínez no le otorguen una oportunidad. Lo que no ayuda es sacarse fotos presumiendo de la renovación de Oroz y borrarlo de las convocatorias. Lo que no ayuda es que el mejor futbolista del Promesas durante la temporada, Oier Calvillo, que corre con la misma intensidad en el minuto 0 y en el 94, que resuelve partidos a balón parado o con disparos lejanos, que trabaja y define, que este tipo de futbolista ni siquiera haya sido llamado a los entrenamientos para ver cómo responde.

Ya digo, puedo entender que las decisiones en esta industria del fútbol giren entorno a valoraciones econocimicistas, pero dentro de ese marco hay que trazar diferencias con los demás clubes y tener un sello propio. Y a los responsables ejecutivos y deportivos de Osasuna hay que preguntarles hoy, con 44 puntos en el zurrón y la permanencia en el bolsillo, dónde queda la cantera dentro de su proyecto.