i estás en el área de penal y no sabes qué hacer con la pelota, métela en la red y ya discutiremos las alternativas más tarde". Esta frase atribuida a Bob Paisley, futbolista y legendario manager del Liverpool, podría tejer la crónica de esta derrota de Osasuna ante el Betis. Cuatro remates a puerta de esos en los que el aficionado canta el gol un segundo antes, tres de Calleri y uno de Rubén García, son escenas que hoy ilustran los lamentos del osasunismo por el triunfo que pudo ser y no fue. Si nos agarramos a las jugadas, los futbolistas de Osasuna no barajaron tantas alternativas que adormecieran el balón a la hora de disparar; el argentino es un delantero con determinación y solo de ver agitarse la red ya busca el chut. Sin embargo, visto con el escozor del 1-0, Calleri careció de ese punto de serenidad que con un toque de exquisitez permitió a Borja Iglesias sentenciar el partido y reclamar el puesto de bestia negra de Osasuna. Pero Calleri es un tipo que juega con el cuchillo entre los dientes y no anda con cortesías ni para disputar ni para ejecutar. Rubén García, por su parte, llegó a la carrera, puso la cabeza porque solo tenía que empujar el balón que le sirvió flotando Kike Barja, pero el impacto sacó al esférico de la órbita.

En realidad, creo que Paisley no se refería tanto al hecho de entretenerse en el momento de la ejecución como a las valoraciones posteriores que desencadena el culminar o no con acierto los remates, a esas discusiones que luego provocan el no haber marcado y a las consecuencias derivadas de todo ello. Porque lamentaremos durante unos días la falta de puntería de Calleri y Rubén García (concedamos su parte de protagonismo al guardameta Joel) pero señalemos también que con ese 0-0 en el marcador, con ese sentimiento latente de que deberíamos ir ganando, de qué mala suerte tenemos, el equipo se fue hundiendo a partir de la hora de juego, concediendo muchos toques al Betis en la frontal, y ofreciendo una sensación de fatiga que invitaba a pensar que lo mejor ya había sucedido y solo podía pasar lo peor. Los cambios realizados por Arrasate no remendaron el descosido que iba dejando a la luz la debilidad de Osasuna. El mejor Barja que hemos visto en tiempos, un futbolista que va encontrado el sitio a la calidad que atesora, no debía haber dejado el campo tan pronto, no parecía tan fatigado ni tan impreciso como se pudo ver a Rubén García o con el paso de los minutos a Oier o Íñigo Pérez. Todo el orden defensivo sostenido durante minutos, con un papel muy relevante en esta ocasión de Nacho Vidal y Juan Cruz, se iba fundiendo como mantequilla al sol. Finalmente, Borja Iglesias forzó ese instante de dudas fatales que tiene Unai García en los últimos partidos, en un mal despeje o en un mal rechace, y el delantero primero le ganó el balón por alto y luego le aventajó en la carrera para resolver el duelo. Seguro que el delantero bético manejó, de acuerdo con Paisley, más de una opción para culminar la jugada y optó por la mejor.

Así que hoy el Betis discute sobre sus aspiraciones para pelear por un puesto en Europa y el osasunismo se pregunta qué hay que hacer para ganar un partido y si con tan poco tino en el remate dará para conseguir la permanencia. Porque haciendo las cosas bien, mandando en el partido durante una hora, sometiendo al rival, si con todo eso no da para ganar, vamos a seguir metidos en el lío mucho tiempo.