Osasuna ganó ayer por la mínima en Mendizorroza (0-1) y, como toda victoria por tan escaso margen de distancia en el marcador, tuvo su correspondiente y elevado grado de suspense. Y es que fueron dos eternos minutos los que tardó el árbitro del encuentro, el murciano José María Sánchez Martínez, en dar validez al gol de Kike Barja tras recibir el visto bueno del VAR, al frente del cual estuvo ayer el manchego Valentín Pizarro Gómez, del Comité madrileño. Para colmo del sufrimiento rojillo, también se revisó la última acción del encuentro, en la que ni árbitro ni VAR entendieron como penalti una disputa entre Aridane y Manu García dentro del área de Osasuna que acabó con el alavesista en el suelo cuando ya casi se habían consumido los cuatro minutos de tiempo extra.

Aunque Kike Barja anotó el único tanto del partido en el minuto 77, no fue hasta el 79 cuando los rojillos lo pudieron celebrar con todas las de la ley. Y es que el gol llegó después de una jugada que generó muchas dudas al árbitro y a los responsables del VAR. Para empezar, hubo que comprobar que Roberto Torres se encontraba en posición correcta al recibir un taconazo de Rubén García antes de asistir a Barja. Después, también se estudió una posible falta de Budimir sobre Laguardia y Lejeune en un salto en el que ninguno de los tres tocó un balón que acabó en los pies del extremo de Noáin, que anotó tras un mal control y de rebote tras una salida dubitativa del meta Fernando Pacheco.

Las dudas del posible penalti de Aridane en la última jugada tardaron menos en resolverse, pero hubo suspense... Y final feliz para Osasuna.