A la socia Naia Velasco Núñez el nuevo Sadar le pareció "una pasada". "Ha cambiado un montón. Cuando entré, lo primero que dije fue: "Madre mía, ¿esto es El Sadar?". Se nota mucho el cambio porque es una grada entera más y muy empinada, que es lo que más me ha sorprendido". Admite que, "cuando estoy en casa viendo partidos de Osasuna en los que va perdiendo, pienso en qué pasaría si estuviéramos en el campo. El estadio lleno tiene que ser impresionante con toda la grada animando".

Del último partido con público en El Sadar guarda un gran recuerdo porque, "sin saber que ya no íbamos a volver en un año, nos quedamos con un buen sabor de boca". "Despedirse del viejo Sadar con una victoria no está nada mal", añade. Y lo hace antes de reconocer que "este año, sin poder ir al campo, ha sido todo más aburrido. Ver los partidos por la tele no es lo mismo".