o debería entrar dentro del ideario del osasunismo dar por bueno este empate. Aunque con el punto el equipo garantice una buena reserva por encima de la línea del descenso y después de ver cómo el Valladolid pudo llevarse todo el premio en la segunda parte por juego y oportunidades. No hay que aflojar el nivel de exigencia ni caer en el conformismo. Un punto suma, claro, pero en el calendario este era el día del salto cualitativo y cuantitativo, el que debía colocar a Osasuna por encima de los 30 puntos y situarlo con cierta ventaja en la recta final del Campeonato, además de desplazar a un rival directo. Pero el cuadro de Arrasate se encontró con un contrincante bien fortificado por dos centrales que anularon a la dupla atacante rojilla y no dejaron distraído ningún balón dentro de sus dominios. Tanto Joaquín como El-Yamiq -un central este que tuvo actuaciones decepcionantes la pasada temporada en el Zaragoza- frenaron el ímpetu natural de Calleri y Budimir. Tampoco los rojillos supieron cómo atacar ese sistema acorazado. El retorno al dibujo con dos puntas no funcionó. Ni el serbio conectaba con el argentino ni el sudamericano encontraba al europeo; lo mismo les ocurría a quienes se incorporaban desde atrás, de tal forma que no hubo manera en los periodos de mas dominio ni de disparar entre los tres palos y ni siquiera de llegar a intentarlo. El dominio de Osasuna durante la primera mitad resultó más efectista que efectivo. El empate, a fin de cuentas, fue lo menos malo de un lance en el que los hombres de Arrasate acusaron la fatiga conforme pasaban los minutos y perdieron el sitio, para terminar quedando al albur de los contragolpes del conjunto visitante. Esa es la única porción buena del punto, que por momentos se mascó la posibilidad de salir de vacío del envite. Eso y que el comienzo de la jornada también dejó atascados a rivales directos como Cádiz, Alavés y Elche, e incluso a un Valladolid que solo logró recortar en el apartado del golaverage.

¿Qué enseñanzas deja este partido? La principal, y de cara al exterior, es que todavía queda mucho camino por recorrer, más de once puntos por sumar, y que si nos confiamos somos muy malos. También genera inquietud el ver cómo perdieron fuelle algunos jugadores en la segunda mitad, teniendo que soportar todo el peso del equipo el infatigable Moncayola; el de Garinoain se llevó el balón y los golpes, y en un Osasuna en el que faltaban sus líderes naturales, Roberto Torres y Oier, el chaval volvió a demostrar que puede tirar del carro. Pero necesita la ayuda que ayer no encontró, sobre todo cuando comenzó a tener la pelota el Valladolid y tuvo que multiplicarse en todas las zonas del campo.

Tampoco Arrasate encontró la fórmula para alterar lo que estaba pasando; es posible que el entrenador, a la vista de lo que sucedía en el campo (con el Valladolid saliendo a la contra por la banda de Orellana y encadenando disparos sobre el marco de Herrera) tampoco detectara a su espalda a los jugadores adecuados para alterar el guión. De hecho, no hizo cambios hasta casi el minuto 70 y salvo el anclaje de Torró en el medio campo y dos apariciones de Javi Martínez cerca del área, no mudó el signo de partido.

Arrasate reconoció que "no hemos merecido más". Yo creo que pudo ser peor. La Liga sigue y sigue la exigencia al máximo.