Osasuna realizó en Villarreal un auténtico ejercicio de supervivencia a la altura de la serie de moda en medio mundo. En el Juego del Calamar hay que ir salvando diferentes pruebas que intentan eliminarte. De manera explícita, además.

El planteamiento de Arrasate sorprendió a propios y extraños. Se sacó de la chistera a Juan Cruz y colocó una defensa de tres. Partido más que digno del otrora lateral después de tanto tiempo sin competir. A lo mejor le ha encontrado hueco y el defensa da otra alternativa más al juego rojillo. Pero la idea estaba clara. Todos arropaditos, esperando agazapados a un rival lleno de jugadores con clase pero que se vio totalmente amordazado durante la primera mitad por un esquema perfecto.

Y llegó el momento de dar el zarpazo y Osasuna lo hizo a la perfección, con los dos laterales llegando, con Manu Sánchez dando otra asistencia y con Torró rematando cual killer en el área, como si no costase o si lo hiciese habitualmente. Claro, es que el calamar juega en Osasuna, eso daventaja a la hora de superar el juego.

El plan marchó a la perfección durante la primera mitad. El Villarreal ni inmutó a Sergio. Pero, como era previsible, los amarillos pusieron más empeño pero se encontraron con una muralla liderada por Torró hasta que Gerard se sacó una maravilla de la manga.

Osasuna volvió al ejercicio de supervivencia. El punto era bueno para cualquiera. Pero no para este equipo. A la mínima que vieron un poco de sangre, Manu fue a una presión, agobió a Mandi que dio un pase defectuoso hacia atrás... donde estaba el Chimy, esperándola, como Jagoba le ha esperado a él. Y para dentro. Osasuna ganó el juego gracias al calamar del medio del campo y, de premio, no se llevó dinero, se llevó un delantero liberado.