o quiero decir que haya equipos que encaren la Copa a modo de cubrir el expediente, pero tenemos ejemplos bien cercanos de que la falta de tensión acaba en ruidoso ridículo. A los currelas del fútbol les gusta sacar los colores a los profesionales, esos deportistas que viven varios pisos por encima de sus modestos salarios y a los que observan con admiración y sana envidia (llamaba la atención cómo miraban los jugadores del Depor a los de Osasuna antes de salir al campo...). Es cierto que cercano el final del año, ya hay clubes que tienen que decidir entre lo importante y lo accesorio, y evitar el descenso, asegurar la permanencia, ya supone un título relevante para ellos. Esto no justifica que un equipo de la tercera categoría (el Atlético Baleares) le haga una manita al Getafe, pero este tipo de desenlaces es hasta comprensible. Como que Jagoba Arrasate prescinda de dar minutos a mansalva a quienes menos juegan y ponga en escena una alineación con nombres que tienen eco de partido de Primera, comenzando por el portero y terminando en la pareja de atacantes. Sabía el entrenador de Osasuna que, pese a las rotaciones, el Depor conserva el buqué de club con solera y no le regaló los oídos cuando en la víspera afirmó que era el peor contrincante que podían encontrar en el camino. Y es que, incluso contrastando la diferencia técnica entre unos y otros, el cuadro gallego sacó ventaja de una jugada a balón parado, se puso por delante en el marcador con el único disparo entre los tres palos en la primera parte y antes del 1-2 encontró al menos tres situaciones a su favor para volver a marcar. Porque a Osasuna, como le ocurrió en la primera parte ante el San Agustín de Guadalix, le costó imponer su autoridad en el medio campo y enlazar con Kike García y Budimir. El centro del campo tuvo que correr mucho para atrás, demasiado en algunas franjas de partido, pero la consistencia de David García y de Oier (ayer como central) frenó las acometidas. Con eso y la insistencia de Kike García en el remate dio para pasar la eliminatoria.

En la medida de sus posibilidades, Arrasate se tomó la eliminatoria muy en serio. Lo demostró desde el inicio con la alineación y en la primera tanda de cambios. Ahí se fueron al banquillo Roberto Torres, que hizo un partido pobre, y Ontiveros, empeñado en trazar eslalons con el balón en los pies y en repetir el gol de la primera eliminatoria previo caño al adversario. El entrenador quiso meter músculo con Moncayola y Brasanac y desplazó a una banda a Javier Martínez, que pide a gritos jugar centrado y tocar más la pelota.

Escuchando a Arrasate, el partido no le dejó muy contento, más allá de que los goles los convirtieran los delanteros, con lo que conlleva de cargar las pilas de la autoestima. Tampoco se palpó la falta de intensidad que se vio en el primer partido de Copa, pero en el camino de volver a recuperar las buenas sensaciones como grupo, el proceso parece avanzar lento. Y el domingo hay una cita exigente en el terreno del Getafe, que ya solo focaliza un objetivo. Para Osasuna, sin embargo, una y otra competición deben ser complementarias. La Liga, lo más importante; pero la Copa ofrece también una dosis de ilusión por llegar lo más lejos posible en una temporada en el que la autoridad de los grandes es discutida por un puñado de equipos. Y Osasuna va en serio.